La crítica hacia la presidenta Claudia Sheinbaum por evitar Culiacán y preferir Mazatlán está más que justificada desde la perspectiva empresarial y social sinaloense. Esta decisión no solo transmite una señal de falta de empatía ante la crisis de seguridad que vive la capital, sino que además equivale a darle la espalda a cientos de familias, empresarios y trabajadores directamente afectados por el recrudecimiento de la violencia y la parálisis económica que esta genera.
Señales graves de abandono
- La ausencia de la mandataria federal en Culiacán ha sido interpretada como un reconocimiento tácito de que el gobierno no garantiza las condiciones mínimas de seguridad, ni siquiera para los propios funcionarios de primer nivel.
- Existen datos contundentes: la guerra contra el narcotráfico ha generado pérdidas económicas superiores a 70 mil millones de pesos, equivalentes a más del 10% del PIB estatal. El PIB per cápita ha retrocedido a niveles de hace dos décadas.
El saldo violento
El balance más reciente desde septiembre 2024 a septiembre 2025 dibuja el infierno cotidiano: 2,066 homicidios dolosos (5.4 diarios), 2,019 personas privadas de la libertad (5.3 diarios), 7,412 vehículos robados (19.4 diarios), 1,762 personas detenidas y 119 abatidas, en un país donde la ley parece escrita por el narco y el único avance institucional es el conteo de muertos.
Impacto real en familias y empresas
- Más de 12 mil empleos en microempresas se han perdido en Culiacán y alrededor de 5 mil pequeños empresarios han dejado sus actividades, lo que acelera la caída del ingreso familiar y el desmoronamiento del tejido social.
- La deserción y el rezago educativo crecen alarmantemente: en ciertas primarias más del 30% del alumnado falta de manera recurrente, evidencia directa de la violencia y la sensación de abandono.
Indignación y exigencia ciudadana
- Miles de ciudadanos y líderes empresariales exigen que la presidenta deje de “zacatearle” a la verdadera problemática del estado. La ausencia de la mandataria no solo es un error político, sino un gesto de desprecio frente al sufrimiento y la angustia de los sinaloenses.
- Estas voces no buscan acarreo ni simulaciones: tan solo quieren que la mandataria se asome a la realidad, escuche a los afectados y responda con acciones concretas y responsables.
La crítica irreverente y el reproche directo no solo son necesarios, sino urgentes; Sinaloa y su gente no merecen indiferencia ni evasivas en su momento más crítico.
Con informacion: REVISTA ESPEJO/

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