Las imágenes de los agentes de la Secretaría de Marina y de la policía estatal de Tabasco repeliendo y disparando presuntas balas de goma y gases lacrimógenos contra trabajadores inconformes de ICA en las obras de la refinería de Dos Bocas, representan un golpe contundente y difícil de esquivar para el discurso del gobierno lopezobradorista en favor de la libertad sindical y los derechos de los trabajadores que reivindica la reciente reforma laboral promovida y aprobada por la 4T en el Congreso.
Por más que el presidente reduzca el tema a “un pleito entre sindicatos” y minimice las protestas o que Rocío Nahle, que es como la jefa de Obras de Dos Bocas, diga en tono despreciativo que “se trata de un grupito de 11 personas con intereses particulares”, la realidad es que sea cual sea el origen y la intención de los trabajadores inconformes que acusaron a ICA de incumplir con pagos y prestaciones salariales, ya rebasó, con mucho, el control de daños y el discurso minimizante del gobierno federal.
Suponiendo que López Obrador y Nahle tengan razón, y que se trate de un pequeño grupo de disidentes en las obras que realiza ICA o, incluso, que sean otros sindicatos ajenos intentando disputarle la titularidad del Contrato Colectivo al sindicato que lo detenta actualmente, ¿no acaso el presidente y su secretaria del Trabajo, han pregonado a los cuatro vientos que, con su reforma laboral, ya hay en México libertad total para que los trabajadores elijan a qué sindicato quieren que los represente, que se inconformen y desconozcan al sindicato que tiene su contrato colectivo para elegir a una nueva representación sindical o incluso para defender ellos solos sus derechos sin necesidad de pertenecer o afiliarse a ningún sindicato?
Todo eso que ya contempla la ley laboral y que México no sólo aprobó en sus reformas al artículo 123 constitucional y a la Ley Federal del Trabajo, sino que reivindicó y reconoció como parte del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, es parte de lo que está pasando en las obras de Dos Bocas. Puede que sí haya un conflicto entre dos sindicatos o más y es casi seguro que un grupo de trabajadores, que claramente son más de 11, decidieron desconocer a su actual sindicato, con el que ICA ya tiene un arreglo, y exigir por fuera, tal vez azuzados por otro sindicato, sus derechos.
¿Es eso un delito grave que amerite que les manden a la Marina y a la policía tabasqueña a reprimirlos y dispararles hiriendo de gravedad a varios trabajadores inconformes? Por supuesto que no lo es.
Sobre todo porque el trato de fuerza y violencia que les dieron a los trabajadores de Dos Bocas no se los dan a los peores capos del narcotráfico y a los criminales de este país.
Así que López Obrador podrá seguir diciendo que no pasa nada y podrá desacreditar las protestas de trabajadores inconformes, como ya lo hizo con los repartidores independientes de gas a los que tachó de “extorsionadores”; pero la imagen de un gobierno que manda a marinos y a policías a reprimir trabajadores es algo que ya no se podrán quitar, aunque le pongan mil etiquetas para descalificar y minimizar la protesta laboral en la polémica obra de Dos Bocas.
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