El teléfono sonó a las siete de la mañana: “No te presentes a la oficina. Ve directo al Hospital General de La Villa –dependiente del Gobierno de la Ciudad de México– para que te vacunen contra COVID”, dijo la asistente del área en la que trabaja Jaime, un joven de 29 años, dentro de una de las empresas más grandes del país, con 4,000 empleados
“No sé a cuántos nos vacunaron. Yo alcancé a ver a unos 50. Me vacunaron y me fui”, nos dice el joven, quien solicita reservar su nombre y el de su empresa para evitar problemas, pero que compartió con este medio la credencial de empleado y el certificado que le dieron para mostrar que fue vacunado.
No es el único. David, de 26, también fue notificado por su empresa –de 40 empleados– que serían vacunados directamente en la oficina donde laboran. A él no le entregaron ningún comprobante, pero sí confirma que los frascos de vacunas decían AstraZeneca.
Esto no sería grave si en México las vacunas contra la COVID-19 fueran de libre acceso a particulares. Sin embargo, hasta hoy, las vacunas contra el nuevo coronavirus están bajo el control del Estado y nadie más puede importarlas ni distribuirlas.
“La situación sería, por decir lo menos, irregular. Solo hay dos opciones: o son vacunas falsas o fueron desviadas del gobierno”, nos dice Rosa María del Ángel, investigadora en Infectómica y Patogénesis Molecular del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV).
En el caso de tratarse de vacunas originales, forzosamente tendrían que haber sido ingresadas al país por el gobierno, lo que implicaría que está habiendo un desvío de las dosis. “Si se tratase de sobrantes de las jornadas de vacunación, las autoridades tendrían que diseñar una mejor logística para que fueran asignadas a grupos prioritarios de edad o a médicos particulares, y no hacerlo de esta forma, en lo oscurito”, advirtió la especialista.
Si las vacunas que se están aplicando de manera irregular provienen de sobrantes de un día anterior, su eficacia puede verse comprometida. “La mayoría de las vacunas solo soportan unas horas fuera de congelación y ya no pueden recongelarse porque también pierden efectividad”, dice Del Ángel.
Hasta el 31 de mayo se habían vacunado 22 millones de personas (12.6 millones con las dos dosis y 9.4 millones con una sola), según datos oficiales de la Secretaría de Salud. Aunque la misma dependencia reconoce que 54,213 dosis se encontraban “perdidas”.
También para familiares de militares y marinos
El mejor amigo de Claudia, de 24 años, le llamó a las 10 de la noche del 27 de mayo para darle una noticia: su papá, teniente médico naval, le había informado que les aplicarían la vacuna contra la COVID-19 a sus familiares (esposa e hijos). Dado que él ya se había vacunado en Estados Unidos, podía cederle su lugar.
Al día siguiente Claudia entró a Campo Marte junto al padre de su amigo y fue vacunada. “No me pidieron nada, solo mi credencial para votar como identificación”, nos dice.
Comprobante de vacunación de Claudia.
Recordemos que las “brigadas correcaminos”, encargadas de realizar la vacunación, están conformadas por personal de salud y de la Guardia Nacional, quienes se encuentran bajo el mando de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Ernesto García, médico oftalmólogo particular, acudió el 1 de abril a vacunarse a la Escuela Médico Militar. De los 4,000 médicos particulares que acudieron, solo vacunaron a 180, nos dice. Sin embargo, agrega que ese mismo día comprobó que en las instalaciones había filas de familiares de militares y marinos formados para recibir una dosis.
“Platiqué con varios de estos familiares y me dijeron que era su segunda dosis. Incluso estaban vacunando a adolescentes”, nos dice.
Hasta el momento, no existe un registro de médicos particulares pendientes de vacunarse por parte del gobierno. “La mayoría de mis amigos médicos que se han vacunado es porque juntaron dinero para irse a Estados Unidos y vacunarse allá. Este gobierno no ha hecho nada por protegernos y sigue negando que estemos en riesgo”, agrega con molestia.
¿Qué hacer si tu jefe o alguien más te ofrece vacunarte?
Los dos empleados entrevistados que fueron vacunados a través de sus empresas reconocieron que no se habían atrevido a cuestionar a sus empleadores sobre el origen de las vacunas. Sin embargo, saber qué vacuna es y su procedencia es tu derecho.
“La decisión de vacunarse es personal. No pueden obligarte a vacunarte”, dice Rosa María del Ángel.
Si te ofrecen vacunas contra COVID-19 es tu derecho conocer:
Su procedencia.
Saber los cuidados que tuvo para su preservación desde que fue descongelada hasta su aplicación.
Si requieres segunda dosis y cuándo se te aplicará.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: