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lunes, 11 de noviembre de 2019

"AMLO y la REALIDAD BANANERA": LA VIA RAPIDA de MEXICO del ESTADO FALLANDO al ESTADO FALLIDO...con auspicio de acciones dañinas y desastrosas.

En una visita de trabajo en esta ciudad, ceno con uno de los estadistas de mayor edad del país y lo escucho describir los más grandes desafíos de la nación. Nombra tres: "El Estado de derecho. El Estado de derecho. Y el Estado de derecho".

La verdad de la observación es subrayada unos días después, cuando hombres armados matan a nueve miembros de la familia LeBarón en un camino rural en el estado norteño de Sonora. El motivo de la masacre no es claro, pero su barbarie sí lo es: tres mujeres y seis niños, incluidos dos bebés mellizos, reciben disparos a quemarropa y son quemados vivos en sus vehículos.

El caso ha cobrado importante atención en Estados Unidos en gran medida porque los LeBarón son parte de una larga presencia mormona estadounidense en el norte de México. (George Romney, el difunto gobernador de Michigan y padre de Mitt, nació en una colonia mormona en Chihuahua en 1907, de la que se vio obligado a huir cuando era niño durante la Revolución Mexicana).

Pero, la razón de que los asesinatos realmente importen es que son otro recordatorio de que México va en vía rápida para convertirse en un Estado fallido.

De esto, culpen a una combinación de incompetencia administrativa y necedad ideológica de Donald Trump y su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador. En 2015, le pregunté al entonces candidato Trump si temía que sus políticas proteccionistas perjudicarían a México en formas que a la larga perjudicarían también a Estados Unidos. Su respuesta: "No me importa México, francamente. Realmente no me importa México".
Desde entonces, Trump ha forzado una dudosa renegociación del TLCAN, pero aún tiene que lograr que un nuevo acuerdo comercial sea ratificado en el Congreso, causando incertidumbres empresariales que han llevado a la economía mexicana al borde de la recesión. Le tomó a la administración más de un año reemplazar a su embajador en México, después de que el último renunció indignado. Y la insistencia de Trump en que México militarice la frontera sur con Guatemala ha vaciado a su Ejército del personal que necesita para combatir a los cárteles de las drogas.

El mes pasado, en la ciudad nororiental de Culiacán, fuerzas mexicanas de seguridad se hallaron rápidamente superadas en número y en armamento cuando trataron de arrestar al hijo de Joaquín "El Chapo" Guzmán, el capo de las drogas que está encarcelado. Los soldados se rindieron y el hijo fue liberado de inmediato.

Si las acciones de Trump han sido dañinas, las de López Obrador han sido desastrosas.

Su slogan para enfrentar la violencia de los cárteles es "abrazos, no balazos". Su estrategia ha sido incrementar el gasto en programas sociales al tiempo que insta a los gánsters a pensar en sus madres. Ha afirmado, absurdamente, que el crimen está bajo control e insiste todavía en que no tiene intenciones de reconsiderar su enfoque.

En el fracaso de Culiacán, elogió la decisión de liberar al hijo de "El Chapo" al tiempo que ordenó revelar el nombre del oficial que había ordenado la operación, poniendo en peligro la vida del hombre. Gran parte del cuerpo de oficiales del Ejército ahora injuria abiertamente a su comandante en jefe.

Una parodia de una política ha producido un resultado predecible: el 2019 está en rumbo de convertirse en el año más violento en décadas, con unos 17 mil asesinatos entre enero y junio. En números absolutos, ésa es una cifra que excede el número de muertes civiles en Irak en lo más álgido de la guerra en 2006.

¿Entonces qué podría funcionar? Una conversación con un ex funcionario estadounidense de inteligencia de alto nivel sugiere una analogía vigorizante.

"Lo que siempre se ha requerido", dice el ex funcionario, "es construir una campaña civil-militar extensa e integrada, donde 'militar' incluye a todos los servicios de seguridad, similar a una campaña de contrainsurgencia tal como la aplicada en la escalada en Irak".


¿Pero no se ha intentado eso antes?

No exactamente. En el gobierno del presidente Felipe Calderón (2006-2012), México aplicó una estrategia "eje" de derribar a los líderes de los cárteles. Pero los golpes de decapitación nunca funcionan cuando tu enemigo es una Hydra. Su sucesor, Enrique Peña Nieto, creyó que la prosperidad económica y la reforma política serían un antídoto para la criminalidad. Pero eso resultó ser otro espejismo al tiempo que el crecimiento se rezagaba y la corrupción aumentaba.

"Cuando los presidentes mexicanos han analizado esto, es una tarea muy desalentadora", señala el ex funcionario. "Es muy intensiva en cuanto a fuerza laboral, y no sólo se trata de fuerzas de seguridad que despejen, mantengan y construyan. Tienen que ser apoyadas por autoridades judiciales firmes, que a su vez tienen que ser respaldadas por autoridades carcelarias firmes. Ésos son los tres pilares del Estado de derecho, y si alguno de ellos es débil, puede provocar que toda la empresa se venga abajo".

En México, todos los pilares están agrietados. Las cárceles están fuera de control. Las autoridades municipales se acobardan ante los cárteles. El "índice de impunidad" -es decir, la probabilidad de que los delitos no sean castigados- es de poco menos del 99 por ciento.

NOTA RELACIONADA:

Esto no es lo de siempre en México. O el país controla su crisis de instituciones y sus déficits en liderazgo o se parecerá cada vez más a Irak antes de la escalada, aunque con dinero de las drogas reemplazando al fanatismo religioso. Puede que a Donald Trump no le importe México, pero a ustedes les debería importar. Aun si construimos un muro, ninguna crisis respetará jamás una frontera.

fuente.-© 2019 The New York Times Company


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