El ciudadano estadounidense Alejandro Herrera Floresvillar desapareció en San Pedro Garza García, Nuevo León, el 3 de junio. Seis días después fue encontrado sin vida dentro de un registro de la CFE en Monterrey, a escasos kilómetros de donde fue visto por última vez.
Fuentes policiales le dijeron a la prensa local que junto al cuerpo se había encontrado una pistola y una identificación de la víctima. Según la versión, la autopsia indicó que Herrera había muerto por una herida de arma de fuego en la cabeza.
A pesar de la extrañeza alrededor del caso, la Fiscalía General del Estado de Nuevo León no ha dado más informes sobre lo sucedido. Sin embargo, varios indicios alrededor del fallecido enrarecen este caso de desaparición y muerte, el cual aún no ha sido confirmado como un homicidio por la Fiscalía estatal.
Como lo reportó Código Magenta en previas entregas, Alejandro Herrera Floresvillar era un ciudadano estadounidense de 29 años de edad, que al menos en 2020 se ostentaba como empresario del sector energético en la región fronteriza de Tamaulipas, y que, según imágenes publicadas por su entorno familiar en redes sociales, habría formado parte de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en años anteriores.
Una fotografía de 2020 con Carlos Peña Ortiz, hijo de la entonces alcaldesa de Reynosa, Maki Oritz, y actual presidente municipal de la ciudad tamaulipeca, lo ubicaba como donatario a la administración panista, en su función de operador de la empresa "Marvic", la cual apareció en una indagatoria federal sobre una presunta red de huachicoleo fiscal operada en beneficio del gobernador de Tamaulipas, el panista Francisco Javier García Cabeza de Vaca.
Hasta ahora, esa fotografía -que aún permanece disponible en el Twitter de Peña Ortiz, pero que fue eliminada del Facebook de su madre, la ex alcaldesa de Reynosa y ex panista, Maki Ortiz-, es la única pieza de evidencia que vincula a Herrera Floresvillar con la política tamaulipeca.
SEPARADOS POR LA POLITICA Y UNIDOS POR EL DINERO:
Sobre su desaparición en Nuevo León el 3 de junio, poco se sabe. La Agencia Estatal de Investigación publicó su ficha de búsqueda el 6 de junio. Sus familiares en Texas comenzaron a difundirla en redes sociales y, de acuerdo con versiones, habrían comenzado a investigar por su cuenta e incluso habrían encontrado el teléfono del occiso, cerca del hotel no identificado donde presuntamente se hospedaba.
Fuentes policiales le dijeron al periódico El Norte que el estadounidense fue visto por última vez en la lujosa zona de Valle Oriente en un estado visiblemente alterado.
Supuestos testigos referidos por elementos ministeriales dijeron haberlo visto correr, entrar a un negocio no especificado y cortar cartucho de una pistola que portaba.
El 7 de junio, antes de que trascendiera públicamente la noticia de su muerte, el colectivo Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos (as) en Nuevo León, que mantiene un registro actualizado de personas desaparecidas en la entidad, anunció que Herrera ya había sido localizado, aunque sin especificar en qué condiciones.
Sobre su muerte tampoco hay mucha información. Según pudo constatar este medio, los investigadores periciales mantienen la tesis de un suicidio, a pesar de que en el segundo reporte de su descubrimiento solo se hace mención de una pistola y una identificación descubiertas en el lugar, y no de casquillos percutidos.
En tanto, las seis cámaras de videovigilancia que se encuentran alrededor de donde fue descubierto su cuerpo, en el cruce de la Avenida Constitución y la Avenida Venustiano Carranza, no funcionan desde hace meses, de acuerdo con versiones periodísticas.
Lo que sí se conoce, además del extraño contexto político alrededor de Alejandro Herrera, es el entorno familiar del fallecido. De acuerdo con información disponible de manera pública en redes sociales, Herrera tenía una relación muy cercana con las armas de fuego – principalmente con las de alto calibre. En un video disponible en el perfil de un familiar directo, se puede apreciar en el entorno más cercano a Herrera el expertise en el manejo de armas largas, drones e incluso explosivos.
También, se puede apreciar la cercanía de la familia Herrera Floresvillar con el tema de los combustibles. El hermano de Alejandro gusta de mostrar imágenes de su trabajo como técnico en la instalación de ductos para el transporte de hidrocarburos en la región del Valle de Texas.
El misterioso caso de Alejandro Herrera en Nuevo León mantiene varios paralelismos con el asesinato del empresario tamaulipeco Sergio Carmona el pasado 22 de noviembre en una barbería de San Pedro Garza García.
Su muerte vino a exhibir la profunda cercanía entre miembros de la delincuencia organizada en Tamaulipas y la clase política de esa entidad fronteriza.
Al igual que Herrera, la muerte de Sergio Carmona permanece sumida en el misterio: a ocho meses del crimen, ni la Fiscalía General de la República ni la Fiscalía estatal de Nuevo León han dado informes en torno al caso. Sobre todo, considerando que esta última es la que tiene en su custodia el teléfono celular del empresario tamaulipeco.
Al día de hoy no existe siquiera un indicio que conduzca al esclarecimiento del caso. Ni uno solo. Y es en este contexto de opacidad -e impunidad- que sucede también la misteriosa desaparición y muerte de Alejandro Herrera Floresvillar en Nuevo León.
Por lo pronto, una fuente de la Fiscalía estatal consultada por Código Magenta mantiene que se trató de un suicidio y que el fallecido aparentaba sufrir de “delirio de persecución”.
Con ese entorno de armas, hidrocarburos y amistades políticas, quizá Alejandro Herrera sí tenía alguna razón.. para sentirse perseguido.
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