El incidente de Andrés Manuel López Obrador ayer domingo en Puebla exalta al costado militar del Gobierno. El general Audomaro Zapata, jefe de la inteligencia, busca aprovechar lo sucedido para terminal de disolver el modelo de la ayudantía civil que acompaña al presidente en sus giras para ahora pasar a un esquema completamente militarizado, casi rozando con el formato del denostado - y desparecido - Estado Mayor Presidencial.
No es la primera vez que Audomaro busca imponer este giro de acciones. En marzo de este año una persona irrumpió en la conferencia matutina y llego hasta López Obrador. El presidente impidió consignarlo pero el jefe de los espías aprovechó para incorporar suboficiales del Ejército a la ayudantía.
La postal de hoy domingo la de un envión al plan de Audomaro de ya dejar de lado a los civiles que acompañan al presidente. El general entiende que la consecuencia de lo sucedido a nivel seguridad es grave: lo ocurrido en Puebla volvió a demostrar lo accesible que es López Obrador y lo expuesto que está a cualquier tipo de agresión gobernando un país que es central para naciones extranjeras y que vive en conflicto con organizaciones criminales de diversa envergadura.
López Obrador siempre se negó a moverse acompañado por militares porque asume que sus protocolos de seguridad lo alejan de sus seguidores. Cuando hizo desaparecer al Estado Mayor Presidencial en marzo del 2019 dijo que el pueblo "lo cuidaría". El incidente de Puebla ataca esta conducta.
Audomaro ha analizado en los últimos tiempos ciertos protocolos del servicio secreto de Estados Unidos, que custodia al presidente pero es un organismo de extracción civil.
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