La muerte de un joven estudiante de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) ha encendido nuevamente las alarmas por la brutalidad policial. Rodrigo Isidro perdió la vida dentro de su propio coche el 14 de noviembre cuando regresaba a su casa, en Villahermosa, la capital del Estado, tras ser perseguido por agentes de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana,que en esta entidad estan bajo las ordenes de Serafin Tadeo Lazacano, un ex-judicial federal «primitivo» enviado por Omar García Harfuch,paradojicamente,para pacificar Tabasco «arreglando narcos» ,pero abriendo fuego contra ciudadanos desarmados, al estilo del ejercito.
La muerte de Rodrigo Isidro Ricárdez revela la amarga rutina del poder armado en México: las balas de cualquier uniforme, disparando a quien ni siquiera porta pistola, mientras estudiantes,niñas o jornaleros, le da igual,terminan convertidos en estadísticas y marchas familiares que ya son paisaje habitual en plazas y fiscalías.
¿Hasta cuándo nos seguirán vendiendo el cuento de la seguridad cuando quienes deberían cuidarnos son quienes jalan el gatillo y luego averiguan ?
«Proteger y Servir»: Para Ellos, el Miedo
La lógica policial mexicana parece extraviada,persecuciones , disparos en el cuello, pecho y mano, todo porque alguien no se paró en un retén ilegal. El uniforme se convierte asi en patente de corso para ejecutores mal entrenados, encubiertos por fiscalías de reacción tardía y secretarios que cruzan de brazos esperando “la carpeta de investigación”.
«Justicia» Como Refrán Opcional
La familia de Rodrigo hace lo que toca cuando la ley no responde: marchar, contar la historia, exigir que los vecinos no se dejen intimidar por las patrullas que hoy balacean y mañana recogen casquillos para el informe mensual. El grito es unánime pero la respuesta de las autoridades sigue siendo la misma cantaleta de siempre: “No habrá impunidad”, en medio de investigaciónes que nunca llegan a nada.
Los Vándalos de la Ley
Quizá el mejor consejo para sobrevivir en México sea: en la noche, cuida a tus hijos de los vándalos —pero no de los de la esquina, sino de los que patrullan con radio oficial o uniforme militar. Porque en esta tragedia de la barbarie nacional, los policías y ejército ,que se alquilaron para enfrentar riesgos, resulta que tienen miedo y disparan ventajosamente, sin que nadie les dispare.
La memoria de Rodrigo, y la de tantos como él, termina siendo un reproche vivo a la costumbre criminalizada de disparar a quien no dispara; otro expediente que se suma a la interminable fila de muertos que sirve de muro de lamentaciones mientras la impunidad extiende sus credenciales oficiales con la inseguridad cada vez peor y el deja vu de la guerra asesina de Felipe Calderon de regreso,con soldados y policías mal entrenados y mal acostumbrados, que no pueden detener un presunto vehículo en fuga,sin matar a su ocupante.
Con informacion: DIARIO ESPAÑOL/ELPAIS/MICAELA VARELA
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