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domingo, 23 de noviembre de 2025

«SERIEDAD PERDIO la MASCARA»: «DIPUTADO de MORENA PAYASO ESCENIFICA LUCHA de RELLENO y se LANZA desde el PANCRACIO con MAROMA de UTILERIA»…se vendio como “estrella” de la Cuarta Transformación mientras aplicaba planchas de saliva y llaves de demagogia barata.


El diputado de Morena en Coahuila, Antonio Attolini ,decidió que su curul le quedaba chica y que el verdadero poder no está en el Congreso, sino en el cuadrilátero. Así que, enfundado en jeans, con la camisa remetida como si fuera luchador de barrio que acaba de salir de la oficina, se lanzó desde la tercera cuerda para combatir, según él, en nombre del pueblo y la Cuarta Transformación. Ni Santo, ni Blue Demon, ni El Tirantes: lo suyo fue más bien una metamorfosis de político entusiasta a payaso de intermedio.

En un intento de hacer de su informe legislativo un acto “político-cultural sin precedentes”, lo que logró fue inaugurar la lucha libre parlamentaria, donde el discurso se mide en caídas y no en votos. Con un micrófono en mano y la voz del comentarista más desgarrada que sus argumentos legislativos, gritó que “ganó el pueblo”, mientras la arena ovacionaba sin saber si aplaudía un acto de circo o un intento genuino de cercanía ciudadana.

Antonio Attolini no subió al ring como diputado, subió como payaso de caravana, de esos que llegan en la tercera lucha para rellenar la cartelera con puro show barato y maroma mal ensayada. 

En vez de rendir cuentas, montó una lucha de relevos australianos contra tres enmascarados, pero la única caída que importaba era la suya: la de la investidura. No hizo informe, hizo función de domingo en sábado, donde el diputado se vende como “estrella” de la Cuarta Transformación mientras aplica planchas de saliva y llaves de demagogia barata frente a familias y niños que fueron llamados a un acto político-cultural “sin precedentes”, como si el circo no fuera ya y gracias a la seriedad de Morena, patrimonio de la vida pública mexicana.

Porque aquí no se vio a un representante popular que se faja en el Congreso; se vio a un payaso con fuero, un “rudo” de utilería. No es un diputado que se mete al pancracio para defender causas: es un personaje de media cartelera que llevó la investidura al nivel de lucha de relleno, donde la máscara que se está apostando no es la suya, sino la seriedad de la función pública.

Si alguna vez la política mexicana necesitaba una metáfora visual de su decadencia, ya la tiene: un diputado volando sobre el público mientras grita consignas oficiales, convencido de que la democracia también se gana con planchas y topes voladores.

Con informacion; DIARIO ESPAÑOL/EL PAIS/

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