Al menos 300 mil pesos en efectivo, fue el monto del que se apoderaron delincuentes que extorsionaron a dos medios de comunicación, en Monterrey.
La Fiscalía General de Justicia confirmó ayer que los medios afectados están ubicados en el municipio de Monterrey, uno en la zona centro y otro en la colonia Nuevo Repueblo.
Fuentes indicaron que, en ambos casos, los presuntos delincuentes, a través de comunicación vía telefónica, pidieron a los guardias de ambas empresas a buscar efectivo y entregarlo.
El motor y combustible
La extorsión no es un delito más, es el gran negocio que aceita la maquinaria criminal de este país. Mientras los sicarios ponen la cara y las balas, los verdaderos dueños del juego cobran “protección” en efectivo, una especie de impuesto del miedo que mantiene aceitado el engranaje del crimen.
Los billetes que salen de manos temblorosas —de comerciantes, transportistas o saldo de las rentas impuestas por criminales de cualquier otra actividad licita e ilicita,— no se evaporan: se transforman en gasolina pura para financiar las estructuras de Cartles,la corrupción, comprar silencio y mantener a raya a quien ose salirse del guion. Es el ciclo perfecto: el crimen cobra, el corrupto protege y el Estado mira hacia otro lado como si nada pasara.
Llamarlo un “doble acto delictivo” es quedarse corto. Se trata de una alianza tácita entre extorsionadores y funcionarios que, con su vista gorda, se convierten en cómplices del saqueo. El dinero fluye, los sobres cambian de dueño, y la impunidad sigue siendo el mejor socio comercial.
En el fondo, la extorsión es la gran bolsa común del crimen: un flujo constante de efectivo que alimenta la violencia y financia la corrupción. Sin esos pagos clandestinos, las organizaciones criminales se derrumbarían; con ellos, el sistema corrupto respira, sonríe desde sus guaridas y sigue cobrándonos a todos por vivir con miedo.
Que nos dice la caricatura
La caricatura representa, con crudeza y sarcasmo, la indefensión total de una víctima de extorsión frente al poder implacable de la criminalidad y la corrupción. El personaje es un ciudadano arrodillado, abatido y con gesto suplicante, se encuentra atrapado entre dos amenazas: una pistola y una mano exigente que “cobra” sin piedad.
Poder y sumisión
La imagen ilustra cómo la extorsión es mucho más que un simple robo; es una dinámica violenta de sometimiento absoluto donde la víctima no tiene posibilidad de defensa. El arma significa el terror y la violencia física, mientras la mano del reloj dorado —símbolo de lujo y poder corrupto— representa al extorsionador que exige pago con total impunidad.
Mensaje de fondo
La caricatura deja ver que el negocio del miedo está institucionalizado: el crimen organizado extorsiona, el dinero fluye, y la sociedad queda atrapada, arrodillada en medio. Este acto se perpetúa gracias a la complicidad y el silencio, alimentando la maquinaria criminal que depende de este flujo constante de “combustible” monetario para sobrevivir, pero la autoridad farsante no los combate con la contundencia obligada, cuando su principal obligacion deberia ser impedir que les lleguen esos flujos de dinero que compran el sicariato, armas y la inacción del gobierno, la mas peligrosa.
Con informacion: ELUNIVERSAL/
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