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jueves, 26 de junio de 2025

“OIGAN ME la RENTO MI PROVEEDOR ?”: “EX-GOBERNADOR ATRAPADO en TELARAÑA de CONTRADICIONES quiere CONJURAR SOSPECHAS con PRESTIDIGITACION VERBAL”…asi estan todos y todos es todos.


Luego de darse a conocer que el ex Gobernador de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, habita una casa ubicada en la zona residencial de The Woodlands, en Houston, Texas, valuada en un millón de dólares, el panista dijo que su familia es la que radica en Estados Unidos en “viviendas rentadas”.

“Es falso que yo sea propietario de una casa en el vecino país. Quienes radican en EU son mi esposa y mis hijas, ya que ellas se encuentran estudiando”.

Quien es este gandul

Permítanme, estimado lectores, desplegar ante sus ojos el tapiz barroco de la desvergüenza institucionalizada, encarnada en la figura del exgobernador Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, paradigma contemporáneo del cinismo político elevado a la categoría de arte performático. 

Porque lo suyo no es simple desfachatez: es una coreografía de la simulación, una sinfonía de la impostura, un palimpsesto de eufemismos y subterfugios que haría palidecer de envidia a los más conspicuos truhanes de la historia universal de la infamia.

He aquí un personaje que, con la flema de un dandi decimonónico y la cara dura de un busto de bronce municipal, nos invita a creer —sin ruborizarse— que la mansión texana de un millón de dólares en la que reposa su prosapia no es sino una modesta “vivienda rentada”, como si la opulencia pudiera camuflarse bajo el celofán de la retórica inmobiliaria y la renta de lujo fuera el pan cotidiano del contribuyente promedio.

Pero no nos extraviemos en el laberinto de la literalidad. La “renta” —palabra que en boca de Sinhue adquiere la ductilidad de la plastilina y la opacidad de la niebla londinense— no es sino el eufemismo predilecto de quienes, atrapados en la telaraña de sus propias contradicciones, pretenden conjurar la sospecha con la prestidigitación verbal.

orque, claro está, la propiedad no figura a su nombre, sino al de una sociedad mercantil convenientemente opaca y administrada por un empresario beneficiario de contratos multimillonarios otorgados bajo su égida. ¡Qué casualidad tan exquisita, qué coincidencia tan pulcra, qué coreografía tan depurada de la corrupción institucionalizada!

Y mientras el pueblo llano mastica el polvo de la austeridad, el exgobernador se nos presenta como émulo de Diógenes, pero sin tonel, aunque eso sí, con cochera para tres autos y vista al lago. Nos habla de “transparencia” con la desenvoltura de un ilusionista, nos vende “honestidad” envuelta en papel celofán, y nos receta la cantinela de la “renta” como antídoto universal contra la sospecha, la duda y la memoria histórica.

No es necesario, por tanto, agotar el diccionario de la Real Academia Española para describirlo: basta con decir que estamos ante un sinvergüenza de manual, un maestro del camuflaje ético, un virtuoso de la simulación patrimonial. Su conducta, más que reprobable, es digna de estudio en los anales de la desfachatez: un tratado ambulante sobre cómo fingir demencia moral sin despeinarse, cómo invocar la transparencia mientras se navega en las aguas turbias del tráfico de influencias, y cómo, en fin, habitar la opulencia ajena como si fuese un acto de sacrificio familiar.

En suma: Diego Sinhue Rodríguez Vallejo es el epítome del político posmoderno, ese que, ante la evidencia, no se sonroja, sino que sonríe; no se esconde, sino que se exhibe; no se arrepiente, sino que pontifica. Y todo ello, por supuesto, con la elegancia de quien ha hecho del cinismo una virtud y de la hipocresía un modo de vida.

Y poniéndonos menos serios,asi como el ex-gobernador azul trampa

El arte de fingir demencia moral: la tragicomedia de Diego Sinhue y su “casa rentada”

El exgobernador Diego Sinhue Rodríguez Vallejo ha elevado el viejo arte político de la “demencia moral selectiva” a niveles casi olímpicos, protagonizando una tragicomedia inmobiliaria digna de telenovela de horario estelar.

Mientras los guanajuatenses aún cuentan los baches y los muertos de su sexenio, Sinhue se pasea por The Woodlands, ese paraíso texano de millonarios, en una “humilde” casa valuada en un millón de dólares. 

Pero, ojo, que nadie se atreva a llamarlo propietario: él, con la seriedad de quien jura que el aguinaldo le alcanza para la renta, asegura que la mansión es solo “rentada” y que quienes radican ahí son su esposa e hijas, porque ellas sí necesitan estudiar inglés en una casa con alberca, sala multimedia y cochera para tres autos.

Nada de lujos, por favor. Solo una vivienda de cinco recámaras, cuatro baños y un modesto terreno de mil 122 metros cuadrados. Casas así, dice, se rentan en la zona por unos 4,200 dólares mensuales. ¿Quién no ha tenido que rentar así, con el sudor de su frente y el ahorro de su quincena?.

Pero lo realmente hilarante —si no fuera tan predecible— es la cadena de favores y prestanombres.

La casa no está a su nombre, sino al de DAI LLC, empresa cuyo gerente es Daniel Ezquenazi Beraha, representante de Seguritech, esa firma que, casualmente, recibió contratos por más de 2,800 millones de pesos en Guanajuato durante el sexenio de Sinhue. ¡Qué coincidencia tan fortuita! Nada que ver con la vieja escuela de la “Casa Blanca” o la “Casa Gris”; aquí la innovación es la “Casa Azul”, con hipoteca y todo, porque hasta para el disimulo hay que aparentar austeridad.

Cuando la prensa pregunta, Sinhue responde con el guion de siempre: “No tengo nada que esconder, todo es transparente, la renta sale de mi cuenta personal”. El PAN, por supuesto, sale en defensa de su exgobernador, como madre abnegada, y repite el mantra: “Es un inmueble rentado, él ha actuado con toda transparencia”. Y si hay algo que aclarar, pues se aclara… hasta donde convenga.

La cereza del pastel es la explicación de por qué mudarse a The Woodlands: “Mis hijas estudian en otro país y mi esposa estará con ellas durante su curso”. Porque, claro, la educación bilingüe solo rinde frutos si se aprende inglés en una mansión texana y no en una escuela de León. Y sobre el origen de los fondos, mejor no preguntar: “Tengo mis negocios y mi profesión”, dice Sinhue, aunque nunca aclara cuáles.

Así, entre excusas dignas de comedia, contratos reservados y mudanzas doradas, Diego Sinhue perfecciona el arte de fingir demencia moral. Porque en la política mexicana, la memoria es corta, pero el cinismo es de largo plazo.

Con informacion: ELNORTE/

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