La situación para las casi 200 familias desplazadas por la violencia en Apatzingán cada vez es más complicada. Este miércoles, el camino que comunica a las localidades de El Guayabo y El Alcalde amaneció sembrado con explosivos.
Los habitantes dicen que alertaron a las fuerzas federales sobre las minas que hay en los casi dos kilómetros de camino, pero señalan que fueron ignorados.
El camino minado
Catalino Santoyo Valencia es padre de familia y pequeño productor de limón. En las últimas semanas ha visto cómo se seca el patrimonio que construyó junto a su esposa.
Mientras abandona su comunidad, con su familia, observa con tristeza cómo se secan poco a poco las huertas de limón que no han podido regar por temor a que sean alcanzados por una bala o detonar accidentalmente un explosivo escondido en el camino.
El hombre de 43 años intentó regresar a su tierra, en la comunidad de Las Bateas, para rescatar documentos de su familia. EL UNIVERSAL lo acompaña en su travesía, y en el trayecto cuenta que es uno de los muchos padres que tuvieron que sacar a su familia de su comunidad, convertida en blanco de ataque del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y grupos criminales aliados.
Relata que decidió huir de la zona con sus hijos y esposa “por el temor de que nos pueda tronar una mina o los dronazos arriba del techo, por lo que no estamos seguros y teme uno por la inseguridad”.
El nerviosismo de Catalino crece conforme se aproxima a la localidad de El Guayabo. Su voz empieza a temblar y sus movimientos, al conducir, se aceleran.
“Ya vio usted ahorita a los compañeros que iban con sus camionetas llenas de cosas, ya para atrás [en su huida]. Ahorita estamos aquí en El Guayabito y ahí se están mirando las humaredas de las minas que están detonando”, explica, mientras señala hacia el camino.
Detalla que aunque en algunos puntos hay personal del Ejército Mexicano y de la Guardia Civil, que realizan tareas para desactivar los explosivos que dejan los grupos criminales, el temor no es menor.
“Mira cómo la gente tiene miedo y se va; se desplaza dejando el rancho solo. Yo ya me salí y esos también son limoneros que ya salieron”, enfatiza Catalino, mientras apunta a un grupo de productores que se cruzan en el camino, con sus vehículos cargados de cosas que pudieron sacar de sus viviendas.
El hombre hace un alto en El Guayabo para mostrar las casas y comercios destruidos a tiros y con explosivos por el autodenominado Cártel Michoacán Nueva Generación. El pueblo luce solo y casi fantasma.
Pero el terror se apodera de Catalino cuando al salir de El Guayabo, dirige su vehículo sobre la brecha de casi dos kilómetros que lleva a El Alcalde, comunidad que ya está completamente vacía, saqueada y destruida por ese bloque criminal.
Ante el panorama de desolación y destrucción, el productor, padre de dos niñas y dos niños, decide no avanzar hasta el siguiente pueblo, su tierra natal Las Bateas, pues teme un ataque criminal y que puedan correr el riesgo de quedar atrapados entre proyectiles y explosivos.
A las pocas horas, personal de seguridad de las fuerzas federales y estatales advirtió a la población que sobre ese mismo camino habían detectado varios explosivos terrestres y les aconsejaban ya no circular por esa vía.
Habitantes de la zona colocaron una cartulina en la que advierten del peligro: “¡NO PASAR! CAMINO MINADO”, se lee en el letrero, hecho en cartulina y con plumón negro.
Autoridades federales de seguridad identifican a un jefe de plaza del CJNG, apodado El Mataguaches, como el autor material de los ataques e irrupciones en la zona, así como de sembrar los explosivos.
Las fuentes consultadas refieren que El Mataguaches opera bajo las órdenes de Ricardo Carrillo Mendoza, El Alacrán, lugarteniente de dicha organización criminal y responsable del asesinato del exalcalde de Aguililla César Arturo Valencia Caballero, ocurrido en 2022.
Las víctimas de desplazamiento forzado de las comunidades de El Alcalde, El Guayabo y Las Bateas acudieron a la 43 Zona Militar para solicitar al Ejército Mexicano que instale una base de operaciones, lo que les permitiría tener seguridad para regresar a sus casas.
Las familias desplazadas también buscaron a la presidenta municipal de Apatzingán, Fany Arreola, a quien denunciaron, tuvieron que ir a buscar para que volteara a verlos. Incluso, dijeron que cuando salieron de sus comunidades no habían recibido apoyo por parte del ayuntamiento. Fueron sus conocidos, familiares y la Iglesia católica quienes les dieron cobijo.
EL UNIVERSAL lleva meses en busca de una entrevista con la alcaldesa y la morenista ha respondido con silencio.
Fuente.-ELUNIVERSAL+/
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