El colectivo “Guerreros Buscadores de Jalisco” destapó uno de los hallazgos más impactantes en los últimos años: un centro de exterminio en el rancho Izaguirre, ubicado en el municipio de Teuchitlán, Jalisco, operado presuntamente por el cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), donde se estima que al menos 1,500 personas fueron asesinadas y quemadas, en tres años, pero el lugar operó desde 2012.
Indira Navarro, fundadora del colectivo, relató en diversas entrevista a medios, que una sobreviviente identificada como “María (para reservar su verdadera identidad) mencionó que, durante lo tres años que estuvo contra su voluntad en el rancho Izaguirre, fueron incineradas aproximadamente 1,500 personas.
“Me dijo que esto (el crematorio clandestino) tiene más de diez años, que opera desde 2012. Que la gente del lugar lo sabía, pero no podían hablar porque estaban amenazados. Me contó cosas muy fuertes”, declaró Navarro en entrevista con Aristegui Noticias.
Falsas promesas de trabajo
Las víctimas provenían de diversos estados del país, como Durango, Chihuahua, Guanajuato, Oaxaca y el Estado de México, y muchas fueron engañadas con falsas promesas de trabajo. Sin embargo, algunas personas también llegaron por su propia voluntad, atraídas por el crimen organizado que operaba en la zona.
Según el testimonio “María”, el rancho operaba como un campo de concentración y adiestramiento forzado del cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), una de las organizaciones criminales más violentas de México.
De acuerdo a la sobreviviente, las personas que no eran consideradas aptas para integrarse a las filas del crimen organizado eran asesinadas de inmediato.
Crematorios clandestinos
En el sitio, descubierto gracias a una denuncia anónima, se encontraron restos humanos, ropa y otros indicios de violencia sistemática. Se encontraron tres crematorios clandestinos y alrededor de 400 prendas de ropa, mochilas y zapatos, lo que confirma la magnitud de las atrocidades cometidas allí.
Indira Navarro denunció en entrevista con Adela Micha que la comunidad de la Eztanzuela, en Teuchitlán, donde se ubica el rancho no cuenta con seguridad municipal, lo que permite al crimen organizado tener un control absoluto de la zona.
El centro de exterminio, es señalado de operar con total impunidad durante más de una década. Las autoridades han comenzado una investigación sobre las posibles omisiones de la Fiscalía de Jalisco, ante la gravedad de los hechos.
Según Navarro, la presencia policial es mínima, con solo tres patrullas en el área, lo que facilita la operación impune de estos centros clandestinos.
El colectivo “Guerreros Buscadores de Jalisco” ha solicitado a la Fiscalía del Estado que continúe con el proceso de identificación de las víctimas y la entrega de sus pertenencias a los familiares.
El hallazgo de los crematorios clandestinos y restos óseos en el rancho Izaguirre se registró el pasado 5 de marzo. En el lugar se encontraron también cientos de pares de zapatos, mochilas, bolsas, bisutería, fotos, documentos y ropa de las víctimas.
La Fiscalía General de la República (FGR) atrajó el caso, luego de que el fiscal Alejandro Gertz Manero declaró que no era creíble que las autoridades locales no estuvieran enteradas de la existencia de las atrocidades que se cometían en el rancho Izaguirre.
Los paralelismos en el mundo
El descubrimiento del centro de exterminio en el rancho Izaguirre (Jalisco, México) operado por el CJNG presenta paralelismos históricos con sistemas de violencia masiva documentados en el siglo XX y XXI. A continuación, las semejanzas clave:
1. Infraestructura diseñada para eliminar evidencias
Los tres crematorios clandestinos encontrados en el rancho recuerdan métodos de campos de exterminio nazis como Auschwitz-Birkenau o Treblinka, donde se usaban hornos y fosas comunes para ocultar crímenes. En ambos casos:
- Quemaban cuerpos para evitar identificación.
- Ubicaban instalaciones en zonas rurales alejadas.
- Usaban terminología eufemística (“campo de entrenamiento” vs. “solución final”).
2. Reclutamiento forzado y selección de víctimas
Testimonios señalan que el CJNG sometía a reclutas a pruebas físicas extremas, eliminando a quienes no cumplían estándares. Esto evoca:
- Campos de concentración en Bosnia (1992-1995), donde prisioneros eran clasificados por grupos étnicos para ejecución o trabajos forzados.
- Prácticas de ISIS en Iraq (2014-2017), que reclutaba forzosamente a civiles y ejecutaba disidentes.
3. Control territorial y complicidad local
La operación impune del rancho durante 10+ años[3] refleja patrones de:
- Genocidio en Darfur (2003-2005), donde milicias Janjaweed actuaban con apoyo tácito del gobierno sudanés.
- Campos de la Alemania nazi, cuya existencia era conocida pero tolerada por comunidades locales.
4. Sistemas de engaño para captar víctimas
Las falsas ofertas laborales usadas por el CJNG tienen antecedentes en:
- Aktion T4 (1939-1945), programa nazi que enviaba discapacitados a “clínicas” bajo pretextos médicos.
- Genocidio de Ruanda (1994), donde víctimas eran atraídas a “zonas seguras” antes de ser masacradas.
5. Simbolismo y ritualización de la violencia
El altar a Santa Muerte con velas semiquemadas hallado en el rancho muestra similitudes con:
- Campos de la Ustaše en Jasenovac (1941-1945), donde guardias croatas realizaban rituales religiosos durante ejecuciones.
- Prácticas de Boko Haram en Nigeria, que usa iconografía yihadista en ataques.
Conclusión: Aunque difieren en escala y contexto ideológico, estos sistemas comparten un núcleo de violencia industrializada, donde la deshumanización de las víctimas permite su exterminio como mercancía desechable.
La persistencia de estos modelos en el siglo XXI (México, Tigray, Darfur) demuestra que los mecanismos genocidas no son exclusivos de regímenes totalitarios clásicos, sino que pueden adaptarse a contextos de crimen organizado o conflictos asimétricos.
Con informacion: LAOPINION/
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