Pocos de quienes solemos circular en automóvil, y con frecuencia, por los caminos de este México divino en el que nos tocó vivir, hemos estado exentos de ser detenidos por elementos de policías de tránsito municipales o estatales. Los agentes nos identifican inmediatamente por el peligro que podemos representar para la sociedad… por traer placas de otro estado y nos volvemos el plato fuerte para una corrupción malamente institucionalizada en casi todo el territorio nacional.
Pocos también hemos estado exentos de vivir o escuchar historias que implican elementos policiales, quienes, escudados también en su placa, te marcaron el alto mientras manejabas, para una revisión de rutina de tus documentos.
En los últimos años me ha tocado ser testigo en unas ocasiones, y cuasi víctima en otras, que, al circular por carreteras, caminos, y vías, por ejemplo, de la megalópolis, particularmente en zonas del Estado de México, como el arco norte, autopista Chamapa-Lechería, o Avenida Gran Canal, los elementos llamados a brindarnos seguridad vial, son los primeros en violentarla.
No es casual por eso, que, de acuerdo a la última Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) publicada por el INEGI (aquí la puedes consultar), en promedio, menos del 50% de la población encuestada le tiene confianza a sus policías municipales. Los agentes estatales apenas superan ese porcentajes de confianza
Por eso tampoco nos asombra –aunque no se justifica–, que la sociedad cada vez está más dispuesta a tratar de hacer justicia por propia mano (todos vimos el caso de la famosa combi).
Si a este que les escribe siendo abogado en ejercicio le ha sido difícil enfrentar ese tipo de malas prácticas, ¿qué queda para el ciudadano de a pie que no conoce sus derechos? Aquí te van algunas ideas.
En primer lugar, graba de principio a fin la actitud del agente. Aunque no existe una regulación específica para tales efectos, recuerda que, para los ciudadanos, lo que no está expresamente prohibido, tácitamente está permitido, así que adelante con eso.
Ya que lo estás grabando, debes saber que estás siendo víctima, por lo menos, del delito de cohecho. Así como los policías te intimidan y te dan a conocer “artículos” de supuestas leyes que infringiste, con el fin de obtener dinero indebido a cambio de “no llevar tu auto al corralón e imponerte 5 mil pesos de multa” (parece que es la medida estándar), con toda seguridad les puedes informar que se castiga, en promedio, con entre tres meses y dos años de prisión. También se agrega una multa de hasta 33 mil pesos, y si se dan otras condiciones, podría configurarse el delito de extorsión.
Teniendo noción del tema, suena muy fácil, pero dado el constante aprovechamiento de estas autoridades sobre el desconocimiento de la población, no debemos dejar de defendernos.
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