Estamos a unas semanas del tercer aniversario de la Guardia Nacional (GN), una dependencia que no ha demostrado resultados para mejorar la seguridad pública en el país. En cambio, lo que sí ha demostrado es ser una institución militar que funge como apéndice de la Secretaría de la Defensa Nacional. No obstante que en la Constitución se establece el carácter civil de la GN, el Ejecutivo pretende incorporarla formalmente a la SEDENA y para ello, ha instruido a sus mandos a realizar el desmantelamiento de la poca estructura que aún se mantenía de la Policía Federal.
Esta destrucción ha tenido distintas características y momentos. En el caso de la División de Seguridad Regional (carreteras y aeropuertos), se llevó a cabo un plan llamado por los militares “Segregación” que consistió en realizar cambios y reasignaciones en diferentes áreas. Estos cambios fueron escalonados iniciando en Guanajuato y Jalisco en septiembre de 2021 y terminando esta semana cuando tomó el control del Centro de Mando de la Policía Federal (Contel) el General en retiro Cruz Issac Muñoz. Una persona reconocida por su carácter tranquilo y racional, pero sin conocimiento en seguridad pública y menos de la complejidad de la seguridad en carreteras.
Durante estos diez meses, se les fue comunicando a los policías federales de las 202 estaciones carreteras y de 55 aeropuertos, que serían relevados por militares dándoles como opción laboral cuidar edificios federales. Es comprensible que quien tiene más de 15 años de servicio en carreteras y estudios universitarios, como se les exigía en Policía Federal, no tengan ningún interés en estar parados en la puerta de un edificio.
Esta operación de “Segregación” ha incluido amedrentamiento al interior de la GN, en donde constantemente se denuncian los tratos denigrantes y la discriminación que sufren los policías por parte de los mandos provenientes de las Fuerzas Armadas, quienes han tomado como propio el odio del presidente a los policias.
Durante estos meses, diversos policías federales han dado cuenta del desastre que ha derivado de esta desintegración de la División de Seguridad Regional. Ahora los nuevos guardias (militares) salen sin vocación, sin habilidades y sin conocimiento del territorio. Adicionalmente, muchos de ellos no saben manejar y, por lo tanto, cuando llegaron a la GN no contaban con licencia de conducir, documento que la Guardia Nacional tramita gratuitamente sin presentar pruebas de capacidad. Por estos motivos, no resulta sorprendente que escuchemos constantemente noticias sobre accidentes carreteros en donde se ven involucrados y en ocasiones pierden la vida miembros de la GN.
Para tratar de solventar la falta de conocimientos de los miembros del Ejercito sobre leyes, protocolos y actuación policial, a los polícias federales que quedaban, se les ordenó capacitar de forma exprés a los militares que se integrarían a la Dirección. Sí, esos policías a quienes tanto desprecian y llaman corruptos, les fueron útiles para entrenar a los nuevos guardias.
Seguimos observando que el avance de la militarización en el país se da en detrimento de las policías municipales, estatales y de aquellas áreas al interior de la GN. Esta cruzada por desmantelar y despedir a los civiles que aún se encuentran en la corporación, ha demostrado que el gobierno se encuentra más interesado en fomentar el desgaste institucional y las diferencias entre policías y militares, que en enfrentar y perseguir a los criminales que tanto daño le han hecho a nuestro país. Las consecuencias del plan de Segregación las sufrimos los ciudadanos todos los días: hay más asaltos y robo a transporte en carreteras, esperas interminables cuando se registra un accidente simple, miles de millones en pérdidas por la toma de casetas y un largo etcétera.
El Ejército es corresponsable de lo que está sucediendo en todas las áreas de seguridad, de los miles de muertos y desaparecidos; del aumento de venta de drogas, armas y trata de personas y de que los criminales se involucran directamente en elecciones. Es corresponsable porque el Secretario de la Defensa aceptó una responsabilidad sin que sus elementos estuvieran preparados y sin generar una estrategia. El Presidente se va en el 2024 y el Secretario también, pero el Ejército se quedará y cargará con la culpa, el desprestigio, el descontento y la corrupción en sus filas.
En fin, estamos desprotegidos y el desastre de la Guardia Nacional continuará…
Colaboró: Luis Carlos Sánchez Díaz/
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