Documentos en poder de EMEEQUIS dan cuenta que el 4 de diciembre pasado, el Comité Ejecutivo Nacional del PAN decidió gastar 313 mil pesos de sus prerrogativas –que provienen del erario público– para comprar 400 tarjetas sanitizantes de dióxido de cloro, según el contrato interno con folio TN/ JA/ 20/319.
Para aquella fecha, en plena segunda ola de pandemia, ya existía suficiente información oficial acerca de dichas tarjetas, que alertaba que son una estafa y un peligro para la salud pública por la falsa sensación de protección que dan al usuario.
Los fabricantes de estas tarjetas aseguran que basta con colgarlas alrededor del cuello para que liberen una concentración de dióxido de cloro en el aire que, supuestamente, crea una barrera invisible por todo el cuerpo alrededor del portador y que no puede atravesar el coronavirus.
Pero la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entre muchos otros organismos, han dicho que su protección es falsa y que no hay evidencia que se sostenga con estudios científicos de que se trata de un cuidado efectivo.
Científicos de todo el mundo han asegurado que se trata de un producto fraudulento y que no tiene validez en las medidas sanitarias contra el nuevo coronavirus, además de que incluso personas ya vacunadas podrían recaer siguiendo su método.
Eso no impidió que, pese a las evidencias científicas, Acción Nacional decidiera comprar –con cargo al presupuesto público– dichas tarjetas a una empresa llamada “Torres AGM Analistas de Mercados Globales”, cuyo giro comercial no corresponde a la venta de productos médicos o sanitarios.
TARJETAS CON PASADO ILÍCITO
De acuerdo con fuentes cercanas a militantes de Acción Nacional, las tarjetas fueron compradas para los altos funcionarios del partido, y funcionarios públicos, pese a que se sabía que no daban una real protección durante la pandemia.
“Estas tarjetas sólo se les dieron a los líderes del PAN, la gente que más estaba dentro del partido en las campañas. Compraron pocas porque para ellos la protección de la gente es una cuestión de élite”, aseguró uno de los funcionarios consultados.
Uno de esos líderes del PAN que se mostraron en público con la tarjeta fraudulenta alrededor del cuello fue Marko Cortés, presidente nacional de Acción Nacional, quien fue uno de los beneficiarios de ese producto milagro.
En distintas fotografías se le puede apreciar saliendo de vehículos con las tarjetas alrededor del cuello que no representan protección alguna. Y enseguida saludar a personas que no usan correctamente el cubrebocas, lo cual genera peligro entre sus seguidores.
“Se trata de una estafa y me cuesta trabajo creer que hayan caído un engaño tan burdo, especialmente en la segunda ola de la pandemia, cuando millones sabían lo que sí y lo que no funciona para la protección de las personas”, asegura Hugo Fernández, médico internista del hospital privado ABC.
De acuerdo con una alerta enviada a principios de año por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), muchas de estas tarjetas podrían haber llegado al país de manera ilícita y desde la frontera sur, sin obtener los controles mínimos de seguridad del país.
El gabinete de seguridad del gobierno federal presume que la materia prima para hacer funcionar a estos productos “milagro” que supuestamente detectan Covid-19 llegan desde China, en la misma ruta que desde Asia llega desde mercancía apócrifa hasta productos que vulneran la seguridad nacional.
Carátula y firmas del contrato.
HASTA PRESIDENTES HAN SIDO ESTAFADOS
Las tarjetas que supuestamente emiten dióxido de cloro no sólo emiten una falsa sensación de protección, sino que contravienen los esfuerzos nacionales por frenar la pandemia en el país, aseguran los expertos.
No sólo pretenden darle al usuario la seguridad de una protección incompleta, sino que ponen en riesgo a la gente más vulnerable, de acuerdo con los análisis que ha hecho el Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Muchos de los usuarios, al creerse falsamente protegidos, dejan de utilizar mecanismos que realmente cuidan a las personas, como cubrebocas, sana distancia y lavado frecuente de manos, lo que pone en riesgo a las comunidades.
En Estados Unidos, por ejemplo, al inicio de la pandemia era común que las tarjetas de dióxido de cloro se vendieran en grandes cadenas de supermercados, pero después de las alertas de las autoridades sanitarias estos productos dejaron de venderse.
Sin embargo, aún es posible encontrarlos en portales de Internet y en estafas en redes sociales, donde se ofertan como productos “que las farmacéuticas no quieren vender porque su verdadero negocio son las vacunas”.
Incluso, en algunos sitios web dedicados a la compra y venta de artículos entre usuarios se promocionan peligrosamente como alternativas a la vacuna contra la Covid para personas que no desean la inyección por temor a reacciones adversas.
Marko Cortés con la tarjeta sanitizante. Foto: Fernando Carranza / Cuartoscuro.com.
“El dióxido de cloro es un gas de color amarillo o amarillo-rojizo utilizado como blanqueador en la fabricación de papel y en el proceso de tratamiento de agua. Al entrar en contacto con el agua reacciona para formar iones clorito.
“Ambas sustancias químicas son altamente reactivas y al ser ingeridas pueden provocar irritación de la boca, el esófago y el estómago, se pueden presentar náuseas, vómito y diarrea, además de trastornos cardiovasculares y renales”, difundió la Cofepris en un comunicado fechado el 23 de julio de 2020.
Pese a las alertas, las tarjetas sanitizantes de dióxido de cloro han sido un éxito entre la élite política internacional: desde la expresidenta boliviana Jeanine Áñez y el presidente de Sudán Salva Kiir hasta las huestes del mandatario brasileño Jair Bolsonaro, varios han elegido colgarse estos productos milagro para sentirse protegidos contra el coronavirus.
Ahora, a esa lista de defraudados se suma el Partido Acción Nacional y su contrato de 400 tarjetas sanitizantes.
Fuente.-@oscarbalmen/
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