El presidente Donald Trump y el exvicepresidente Joe Biden participaron en más de 90 minutos de debate en serio el jueves. Fue civilizado, tranquilo, sosegado, sustancioso (a veces) y, casi, incluso normal.
Ninguna de esas palabras describiría su primer enfrentamiento, en Cleveland. Pero Trump, reprendido por los republicanos por su actuación demasiado agresiva el mes pasado, llegó en lo que fue, para él, una forma moderada de tratar de revigorizar una campaña decadente.
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Pero su actuación relativamente moderada parecía poco probable que bastara para cambiar la trayectoria de unas elecciones que no se han visto afectadas por acontecimientos mundiales mucho más grandes.
A continuación, seis claves del último debate presidencial de 2020.
¡Debatieron!
Después de la debacle del primer debate, la comisión de debate impuso una función de silencio durante las intervenciones de apertura de ambos candidatos en cada segmento. Eso ayudó. Pero fue Trump quien mayormente amordazó su propio impulso de interrupción.
Se detuvo al hablar para no discutir directamente el modo en que el hijo de Biden, Hunter, salió del ejército. E incluso elogió a Kristen Welker, de NBC, la moderadora del debate que mantuvo un estricto control del evento, al decir: “Hasta ahora, respeto mucho el modo en el que estás manejando esto”.
La ausencia de conversaciones cruzadas permitió a los televidentes discernir las diferencias en las posturas de los dos candidatos sobre la pandemia, el cambio climático, el racismo sistémico, la recuperación económica, el gasto federal y la atención médica.
Para Trump, quien según los asesores necesita que la carrera sea una elección clara entre él y Biden, el conjunto de contrastes llegó tarde, en el último debate de los tres programados, después de descarrilarse en el primero y que su convalecencia por el coronavirus causara la cancelación del segundo.
Ahora, no solo va detrás en las encuestas, sino que más de 48 millones de estadounidenses ya han votado.
Trump aún no dio una respuesta convincente sobre la COVID-19
Biden, quien subió al escenario con un cubrebocas, dio su alegato final al principio. El coronavirus ha matado a más de 220.000 personas en Estados Unidos. “Quien sea el responsable de tantas muertes no debería seguir siendo presidente de Estados Unidos de América”, dijo Biden en su primera oportunidad de hablar.
Fue un eco del argumento que la senadora Kamala Harris expuso en los momentos iniciales del debate vicepresidencial, y para el cual Trump no ofreció más respuestas que las que tuvo el vicepresidente
Mike Pence.
Trumpafirmó que los modelos habían predicho hasta 2,2 millones de muertes (si el país no hacía nada), y señaló que de hecho se trata de una “pandemia mundial”, y argumentó, correctamente, que las tasas de mortalidad han disminuido.
“Estamos a la vuelta de la esquina. Va a desaparecer”, afirmó Trump. Las hospitalizaciones y los casos, de hecho, están en aumento.
Trump trató de utilizar su propia hospitalización a causa del virus , que ocasionó la cancelación del segundo debate. “Aprendí mucho. Aprendí mucho”, dijo. Pero pasó parte de la semana previa al debate atacando al principal especialista en enfermedades infecciosas de la nación, el doctor Anthony Fauci.
Biden expuso su argumento sobre el virus de esta manera: “Terminaré con esto. Me aseguraré de que tengamos un plan”.
Biden usó la carta de: ‘¡Vamos, hombre!’
A pesar de todo lo que se habló antes de 2020, especialmente entre los demócratas inquietos, de que Trump era un “Don Teflón”, el candidato presidencial que ha navegado hasta octubre como el favorito con envidiables índices de aprobación a pesar de meses de ataques y anuncios negativos es, de hecho, Biden.
Durante la mayor parte de la carrera, ha respondido a las disparatadas acusaciones de Trump de ser un extremista de izquierda con un “¿quién? ¿yo?” indiferente. “¿Parezco un socialista radical?”, preguntó Biden en un discurso en agosto. “Yo soy el partido”, declaró en el primer debate.
El jueves, Trump intentó repetidamente de enlodar a Biden por asociación, al vincularlo con la posición de Kamala Harris sobre la atención médica en las primarias, etiquetándolo como controlado por “AOC más tres”, una referencia a la representante Alexandria Ocasio-Cortez y algunos de sus colegas progresistas de la Cámara, y también intentar relacionarlo con el senador Bernie Sanders en el tema del cuidado de la salud.
Así que Biden desplegó su estrategia “¡Vamos, hombre!” otra vez.
“Es un tipo muy confundido”, dijo Biden. “Él cree que se está postulando contra alguien más. Está compitiendo contra Joe Biden”.
El demócrata también se dirigió directamente a los espectadores, instándolos a confiar en sus propias impresiones después de ocho años como vicepresidente: “Ustedes saben quién soy. Ustedes saben quién es él. Conocen su carácter. Conocen mi carácter”.
Tal como hizo en las primarias, Biden ha apostado por él mismo y confiado en que los ataques de Trump a su reputación y a su agenda resultan increíbles. Y hasta ahora ha funcionado.
Trump lanzó el argumento de: “Habla mucho, no hace nada”…
Esto es algo que muchos republicanos han anhelado desesperadamente que el presidente sustente. Y una y otra vez el jueves, Trump volvió a ello, al atacar a Biden como un político que ha estado en Washington durante casi medio siglo y cuyas promesas de reforma deberían haberse llevado a cabo hace décadas.
“Sigues hablando de todas estas cosas que vas a hacer”, presionó Trump. “¿Por qué no lo hiciste?”.
“Habla mucho, no hace nada”, repitió.
Aunque Trump había sacado a relucir los 47 años de servicio público de Biden en un ataque durante el primer debate, Biden fue desigual en su respuesta el jueves. Incluso dio un paso inesperado al distanciarse del presidente Barack Obama por su incapacidad de aprobar una reforma migratoria.
“Cometimos un error. Demoró demasiado corregirlo. Seré presidente de Estados Unidos, no vicepresidente de Estados Unidos”, dijo.
Dave Kochel, un estratega republicano, dijo: “El estribillo ‘por qué no lo hiciste tú’ fue muy potente”.
“Después del desastre del primer debate”, agregó, “Trump mostró que podía estar junto a Biden y ser convincente”.
Por supuesto, Trump solo persiguió esta avenida de argumentación de manera intermitente. Y su capacidad de mostrarse como un recién llegado a Washington, una imagen que ayudó a catapultarlo en la primaria de 2016 y en la elección general, ha decaído ahora que, bueno, es un político y un titular del cargo con algunas promesas sin cumplir bajo el brazo. De los fracasos de Biden, Trump dijo: “Por ti postulé”.
…pero también se perdió en un callejón sin salida
Algunas personas observaron el debate en un estacionamiento en un muelle en Fort Mason en San Francisco.Credit...Jim Wilson/The New York Times
En ocasiones Trump debatía como si las decenas de millones de estadounidenses que sintonizaron el encuentro tuvieran, como él, un conocimiento detallado de la indignación que incendia el ecosistema de medios derechistas en internet.
Hizo alusión a nombres, cifras y momentos que casi con certeza la mayoría de los televidentes no captaron, desde una mención directa al esposo de la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, hasta un golpe al gobierno de Obama por “vender almohadas y sábanas” a Ucrania, pasando por los ataques a los negocios de la familia Biden, casi todos sin contexto comprensible.
“Se apoderaron de un puerto de submarinos. Tú lo recuerdas muy bien”, dijo Trump a Biden en un momento.
Biden no pareció recordarlo.
Trump, quien claramente ansiaba hablar en especial de Hunter Biden, siguió enarbolando referencias sin contextualizarlas, como si fueran evidencias fehacientes.
“Ahora con lo que salió hoy es incluso peor”, dijo Trump. “Todos los correos electrónicos. Los correos electrónicos, los horribles correos electrónicos sobre el dinero que estabas levantando, tú y tu familia”.
Pero el segmento terminó sin algo parecido a un intercambio definitivo.
Fue un recordatorio de que competir contra Biden es muy distinto que hacerlo contra Hillary Clinton. Hace cuatro años, Trump contaba con el beneficio de décadas de ataques contra Clinton que los votantes ya habían interiorizado. Eso no ocurre con Biden.
“Al concentrarse en estas teorías de derecha, Trump adulaba a una base que no necesita que la convenzan”, dijo Meredith Kelly, estratega demócrata y “pasó de largo frente al resto”.
Tuvieron desacuerdos sorprendentemente significativos
Ambos candidatos sí tuvieron un intercambio significativo en cuanto al alcance de la suspensión de actividades económicas y educativas para contener el virus. Trump abogó con vehemencia por una reactivación lo más pronto posible. Biden dijo que eso solo debería hacerse cuando fuera seguro.
“Estamos aprendiendo a vivir con esto”, dijo Trump al hablar de su propia hospitalización y recuperación.
“¿Aprendiendo a vivir con esto?”, dijo Biden con incredulidad. “Vamos, nos estamos muriendo con esto”.
Trump intentó descalificar a Biden por hacer campaña en gran parte desde su casa durante la primavera y el verano. (“No podemos encerrarnos en el sótano como Joe”.) Se burló de las divisiones de acrílico que han surgido en los restaurantes de Nueva York y otros lugares para mantener el distanciamiento social y desestimó la idea de que los comensales se sienten “en un cubículo recubierto de plástico”.
“No podemos cerrar nuestra nación”, dijo. “O no tendremos nación”.
Biden abogó por la priorización de la salud pública y advirtió a los ciudadanos de un “invierno oscuro” en camino. “Apaguemos el virus, no el país”, dijo, al pronunciar una de las frases que estaban en el guion de la noche.
Cortésmente, los candidatos estuvieron en desacuerdo en materia de salud y el medioambiente. Biden dijo que impulsaría al país a “transicionar de la industria petrolera” y que acabaría con los subsidios federales.
“Es una gran declaración”, respondió Trump. “¿Lo recordarás, Texas? ¿Lo recordarás, Pensilvania, Oklahoma?”.
La declaración de Biden le valió elogios entre los progresistas, pero los demócratas en estados que dependen de la industria energética se distanciaron rápidamente de él, como fue el caso de la congresista Kendra Horn, demócrata por Oklahoma que tuiteó: “Debemos defender nuestra industria petrolera y de gas” y de la congresista Xochitl Torres Small de Nuevo México.
En general, el debate fue un empate, dijo Colin Reed, estratega republicano.
“Ambos candidatos llegaron preparados no solo en tono y tenor, sino también en lo sustantivo”, dijo. “Para Biden, ahora mismo un golpe es una victoria. Trump es el que necesitaba el puñetazo de knock out”.
Con información de: Shane Goldmacher/Isabella Grullón Paz
Shane Goldmacher es reportero de política estadounidense y anteriormente fue el corresponsal político en jefe de la sección Metro. Antes de unirse al Times, trabajó en Politico, donde cubrió al Partido Republicano y la campaña presidencial de 2016. @ShaneGoldmacher
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