Cuando el coronavirus empezó a arrasar por el mundo esta primavera, gente desde Seattle hasta Roma y Londres canceló bodas y vacaciones, suspendió las visitas a los abuelos y se confinó en sus casas durante lo que se creyó sería un periodo breve, pero esencial, de aislamiento.
Pero el verano no extinguió al virus. Y con el otoño ha llegado otra ola peligrosa y descontrolada de infecciones que en algunas zonas del mundo representa el peor embate de la pandemia a la fecha.
Estados Unidos superó los 8.2 millones de casos conocidos este mes y reportó más de 70 mil infecciones nuevas el 16 de octubre, la mayor cifra en un solo día desde julio. En Europa, los casos van en aumento y las hospitalizaciones están al alza. El Reino Unido está imponiendo nuevas restricciones y Francia ha puesto a ciudades en "alerta máxima", ordenando a muchas cerrar bares, gimnasios y centros deportivos.
Alemania e Italia impusieron récords de más casos diarios. y los líderes de la República Checa describieron a su sistema de cuidado de la salud como "en peligro de colapsar", pues los hospitales están rebasados y han habido más muertes que en ningún otro momento de la pandemia.
El virus ha tomado caminos diferentes en estos países, al tiempo que sus líderes han intentado detener la propagación con una variedad de restricciones. Sin embargo, lo que todos comparten es el hartazgo de la población y una tendencia cada vez mayor de correr el riesgo de infección, por deseo o necesidad. Sin final a la vista, muchas personas están acudiendo en tropel a bares, fiestas familiares, boliches y eventos deportivos casi con la misma frecuencia que antes de la aparición del virus, y otros tienen que regresar a la escuela o al trabajo, al buscar las comunidades resucitar la economía. En gran contraste con la primavera, los rituales de esperanza y unidad que ayudaron a las personas a sobrellevar la primera ola del virus han cedido su lugar a la fatiga.
"La gente ya no quiere adornar sus ventanas con corazones ni jugar a encontrar peluches", dijo Katie Rosenberg, Alcaldesa de Wausau, Wisconsin, una ciudad de 38 mil habitantes donde un hospital abrió un pabellón adicional para tratar a pacientes de Covid-19. "Ya se hartaron".
Ann Vossen, una microbióloga médica en los Países Bajos, donde los casos diarios se duplicaron recientemente, dijo que la gente en toda Europa "se relajó demasiado. Éste es el resultado".
En partes del mundo donde está resurgiendo el virus, los brotes y un creciente sentido de apatía están colisionando. Las autoridades del sector salud dicen que la creciente impaciencia es un nuevo reto en su afán por aminorar los brotes y que amenaza con exacerbar lo que temen se convierta en un otoño devastador.
El tema es especialmente manifiesto en Estados Unidos, que tiene más casos y muertes conocidas que cualquier otro país y ya ha padecido dos importantes picos de coronavirus: las infecciones se dispararon en el noreste durante la primavera y de nuevo este verano en el Cinturón del Sol. Pero un fenómeno similar está sonando las alarmas en Europa, donde investigadores de la Organización Mundial de la Salud calculan que alrededor de la mitad de la población está experimentando "fatiga pandémica".
Si la primavera estuvo caracterizada por el horror, el otoño se ha convertido en una combinación extraña de resignación y despreocupación. La gente que antes no habría salido de su casa ahora está considerando por primera vez ir a comer en un lugar cerrado, algunos impacientes tras tantos meses sin salir a restaurantes y otros para darse un gusto culinario antes de los meses invernales, cuando se espera que el virus se propague más fácilmente.
Mucha gente sigue usando cubrebocas, pero las aceras decoradas con mensajes en gis que alentaban a los trabajadores de la salud durante la Pascua seguramente estarán limpias para Halloween.
Los tratamientos médicos para el virus han mejorado enormemente desde la primavera y las muertes aún son menores que en el peor pico, pero el incremento más reciente en infecciones ha dejado preocupado al sector salud. Más de 218 mil personas han fallecido en Estados Unidos desde el comienzo de la pandemia, y durante las últimas semanas los informes diarios de muertes se han mantenido estables, con alrededor de 700 al día.
En algunas partes del mundo, el comportamiento ha cambiado y los esfuerzos para contener el virus han sido férreos y eficaces. Los contagios han permanecido relativamente bajos durante meses en lugares como Corea del Sur, Japón, Nueva Zelanda, Australia y China, donde el virus se detectó por primera vez. Después de que se reportó una docena de casos en la ciudad china de Qingdao, las autoridades buscaron realizar pruebas a todos sus 9.5 millones de residentes.
"Aquí hay muy poco rechazo a este tipo de medidas", dijo Siddarth Sridhar, profesor adjunto de microbiología en la Universidad de Hong Kong.
La respuesta en Estados Unidos y gran parte de Europa ha sido muy diferente. Si bien los ciudadanos fueron solidarios en la primavera, con el paso del tiempo han crecido la frustración y la rebeldía.
Están surgiendo zonas de alto contagio en el sur y la región del Atlántico medio de Estados Unidos y se están expandiendo con velocidad por el Medio Oeste y el Oeste Interior.
En España, un verano de viajes y bailes llevó a un nuevo auge. En Alemania, las autoridades de salud registraron 7 mil 334 infecciones en un periodo de 24 horas, un récord nacional. Incluso Italia, que decretó uno de los confinamientos más absolutos esta primavera, ve un nuevo incremento y está considerando imponer un toque de queda a las 22:00 horas.
El virus ha penetrado diversas comunidades, tanto rurales como urbanas. En Chicago, las escuelas públicas siguieron cerradas por sexta semana consecutiva al tiempo que la tasa de resultados positivos de coronavirus se acercaba al 5 por ciento. En el condado de Gove, Kansas, con una población de 2 mil 600 habitantes, nueve personas murieron del virus a mediados de octubre, informaron las autoridades de salud. Ha habido focos de infecciones en un spa en el Estado de Washington, en una liga de hockey en Vermont, en una iglesia bautista en Carolina del Norte y en una fiesta de cumpleaños "Dulces 16" en Long Island.
Los enfermos dicen haberse contagiado al intentar retomar una vida normal. Beth Martin, que trabaja como rastreadora de contactos en el condado de Marathon, Wisconsin, dijo que entrevistó a una familia que se había enfermado en lo que se ha vuelto una situación común: en una fiesta de cumpleaños para un pariente a principios de octubre.
"Otro caso me dijo: '¿Sabes qué? Es culpa de mi hijo adulto. Quiso ir a una boda y ahora todos estamos enfermos'", relató.
Mark Harris, ejecutivo del condado de Winnebago, Wisconsin, dijo que se sentía frustrado por la "minoría ruidosa" en su condado, que había logrado resistirse a las medidas de protección a la salud pública. Dijo que tienen una forma muy particular de pensar: "'Esto ya me ha estado causando molestias durante mucho tiempo y ya basta de cambiar mi comportamiento'".
En la República Checa, una nación políticamente dividida, la gente cumplió con la orden inicial de refugiarse en casa esta primavera con una inusual muestra de unidad. Iniciaron una campaña nacional de costura de cubrebocas, reconocida en todo el mundo por su ingenio. La confianza en el Gobierno, por su manejo de la crisis, alcanzó un récord del 86 por ciento.
Desde entonces, el apoyo a la respuesta del Gobierno se ha desplomado, y el País hoy vive el aumento más vertiginoso de casos de virus en Europa. Más de la mitad de los 182 mil casos registrados en República Checa y más de la mitad de las más de mil 500 muertes del País se han producido este mes.
En Green Bay, Wisconsin, Michael Landrum, quien atiende a pacientes con coronavirus, dijo que en la primavera no era tan difícil averiguar dónde se habían contagiado los pacientes como ahora.
"Lo que da miedo es el número de pacientes que realmente no saben cómo se contagiaron. Eso me dice que está por ahí esparciéndose con facilidad", afirmó Landrum.
El desafío venidero, dijo, sería convencer a la gente de que debían tomar medidas significativas -de nuevo- para frenar la propagación.
"Estamos tratando de que la gente cambie su comportamiento, vuelva a guardar sana distancia y sea más restrictiva con sus contactos", dijo Landrum. "Ha habido una falsa sensación de complacencia. Y ahora es mucho más difícil hacer eso".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: