Los brazos armados han fortalecido a los cárteles que parecían próximos a desaparecer (Mapa: Infobae/Jovani Silva).
A principios de los años noventa, los cárteles mexicanos comenzaron a reclutar asesinos para que los ayudaran a tener un mayor control territorial en sus actividades ilícitas. Desde entonces, las células armadas han sido responsables de homicidios colectivos en el país.
La primera organización que tuvo un brazo armado en México, fue el Cártel del Golfo, cuyo líder Osiél Cardenas Guillén, reclutó en 1998 a militares y ex-militares para formar a Los Zetas.
Al ver el avance del cártel de la última, la organización criminal de Juárez también se reforzó con un brazo armado llamado La Línea.
En 2001, en el sexenio de Vicente Fox (2000-2006), el Cártel de Sinaloa reclutó a la célula criminal Los Pelones, y junto con los Beltrán Leyva creó otro grupo: Fuerzas Especiales de Arturo.
Pero fue el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) el que marcó la explosión de grupos delictivos al servicio de los grandes cárteles. En total operaron 59 brazos armados, la mayoría vinculados a sangrientos hechos de violencia.Cuando Enrique Peña Nieto asumió la presidencia de México (2012-2018), los brazos armados fueron ligeramente a la baja. Entonces, las organizaciones criminales tenían 43 brazos armados.
La lista más actualizada sobre los grupos delictivos que operan en el país, apunta que en el actual gobierno existen 37 células criminales.
Antes del año 2000, las actividades del crimen organizado se basaban principalmente en el tráfico de drogas y se orientaba hacia el mercado exterior. Pero después de que los cárteles comenzaron a reclutar asesinos para formar milicias armadas, surgió un próspero negocio basado en diversas formas de agresión contra la sociedad en general.
Los Zetas fue uno de los cárteles más sanguinarios de México (Foto: Especial)
Como ocurrió con Los Zetas, que surgieron como brazo armado del Cártel del Golfo. Pronto, catapultados por su conocimiento de las técnicas militares, se emanciparon y empezaron a buscar su propio territorio. Tenían un sello inconfundible. Cortaban cabezas y las arrojaban a lugares públicos. Grababan sus torturas y mutilaciones. Hacían desaparecer los cuerpos en ácido. Su poder alcanzó los estados de Tamaulipas, Coahuila, San Luis Potosí, Veracruz y Nuevo León.
Pasado el tiempo, los continuos golpes federales y las sucesivas caídas de los líderes, debilitaron al cártel. Su poder, que alcanzó al menos cinco estados: Tamaulipas, Coahuila, San Luis Potosí, Veracruz y Nuevo León, se redujo sólo al primero.
Sin embargo, su punto de quiebra fue la formación del Cártel del Noreste, formado por la familia Treviño Morales, antiguos miembros de Los Zetas.
En Tamaulipas, el cártel del Noreste ha impuesto un manual de violencia que incluye métodos de sus antecesores. Actualmente mantiene una disputa con el Cártel del Golfo por los territorios fronterizos de México.
Los hermanos Beltrán Leyva —Marcos Arturo, Alfredo, Héctor y Carlos— no siempre fueron un cártel debilitado.
Según varias versiones, el clan comenzó su carrera criminal en Sinaloa, su lugar de origen, trabajando con los pequeños cultivadores de amapola. En el bastión del narcotráfico, los Beltrán Leyva estaban al mando de Amando Carrillo Fuentes, quien los empleó como sicarios y transportistas.
Alias “El Señor de los Cielos”, lideraba el poderoso Cártel de Juárez, que había establecido rutas de narcotráfico que se extendían hacia el sur hasta Colombia y al norte hasta EEUU.
Al igual que su jefe, los Beltrán Leyva eran despiadados y ambiciosos, razón por la cual lograron posicionarse en los escalones más altos del crimen organizado.
Mientras el grupo criminal de los Beltrán Leyva comenzó a dejar su huella, en Badiraguato, Sinaloa, tierra donde nació Joaquín “El Chapo” Guzmán, había evidencias de que en algún momento el entonces Cártel de Guadalajara, ahora de Sinaloa, y los hermanos Leyva trabajaron juntos como sicarios.
Todo parecía en ascenso hasta que en enero de 2008, Alfredo Beltrán Leyva, “El Mochomo” fue capturado por elementos del Ejército Mexicano, en la ciudad de Culiacán. Tras la detención del criminal, los hermanos que quedaron en libertad, acusaron al Chapo de traición e iniciaron una guerra por el poder de Sinaloa que aportó muchas muertes a la guerra contra el narcotráfico.
En un intento desesperado por afianzar su poder, los Beltrán Leyva sellaron un pacto de colaboración con el grupo criminal de Los Zetas y extendieron su campo de acción a varios estados del país: Guerrero, Chiapas, Quintana Roo, Tamaulipas y hasta la propia Ciudad de México.
En la metropóli mexicana, el cártel de los Beltrán Leyva extendió su dominio con la ayuda Edgar Valdez Villareal, conocido como “La Barbie”, por su piel blanca y ojos azules, y quien fue nombrado líder de sus sicarios.
“La Barbie” tenía su bastión en el puerto de Acapulco, Guerrero, donde mandaba bajo el nombre del Cártel Independiente de Acapulco. La estructura de la organización cambió en 2010 cuando Valdez fue capturado.
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