Ayer la Presidenta Claudia Sheinbaum destacó desde el zocalo de la CDMX, que en un año el delito de homicidio doloso se redujo 32 por ciento, pues dice,ya le dieron los resultados y sin citar que ya son casi 26 mil cadaveres ,que acumulados a las victimas de 6 anteriores sexenios, incluido el de «Tata Amlo» que fue de 200 mil,la suma ya anda arriba de los 720 mil asesinados, todo en medio de titipuchal de levantados que no aparecen (…mas de 133 mil 731 a las 04:02 hrs de hoy) , por lo que fundadamente parece, que criminales solo estan escondiendo los cuerpos y eso permite publicitar menos homicidios.
«Esta mañana me dieron los resultados hasta el mes de septiembre. En 12 meses, hemos reducido el homicidio doloso en 32 por ciento; es decir, entre septiembre del 2024 y septiembre del 2025″….Sheinbaum
Que le decimos:
Decirle a la presidenta, directo y sin filtros, que no basta presumir una reducción del 32% en homicidios si siguen existiendo casi 26 mil asesinatos en un año y el país enfrenta una crisis creciente de desapariciones forzadas, es un contrapeso crucial a su narrativa.
Aunque desde la tribuna presidencial se insiste en que la estrategia de seguridad permitió esa baja, las reacciones sociales recogidas en los comentarios de reacción a la informacion publicada por El Norte,muestran hartazgo, incredulidad y una percepción generalizada de manipulación de cifras.
Entre líneas, muchos ciudadanos interpretan que las “bajas” en homicidios se compensan o esconden con el aumento de desaparecidos, muchas veces ligados al ocultamiento de cuerpos por parte de grupos criminales o una reclasificación oficial del fenómeno.
Lo que dice la realidad detrás del discurso
Las cifras oficiales reportan que, durante el primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum, hubo aproximadamente 25,848 homicidios, lo que promedia unos 70 homicidios diarios. Esta cifra representa, sí, una reducción respecto al año previo (en torno al 30%), pero sigue siendo alarmante en términos absolutos para un país que ya rebasa los 720 mil homicidios acumulados en los últimos sexenios, una tragedia histórica que ninguna política de reducción puntual puede relativizar.
El análisis de la opinión pública, con base en los comentarios, deja claro el escepticismo: muchos ciudadanos opinan que la baja en homicidios se debe más a que ahora muchas muertes caen en la categoría de “desaparecidos”, impidiendo precisar cuántos acaban efectivamente asesinados o encontrados.
Diversas fuentes periodísticas y de derechos humanos advierten que en ese mismo periodo las desapariciones aumentaron al menos un 16% respecto al año anterior, con cerca de 40 nuevos casos diarios.
Tan solo entre octubre de 2024 y septiembre de 2025 desaparecieron oficialmente 14,765 personas, en un país donde ya se reportan más de 133 mil personas no localizadas, y la cifra sigue creciendo cada mes, como cita «A donde van los desaparecidos».

Los estados con la mayor carga de desapariciones siguen siendo ene este orden; Jalisco, Tamaulipas,Estado de México, Veracruz y Nuevo León. Cerca del 44% de todas las desapariciones del país ocurren en estas entidades.
Mensaje directo y síntesis crítica
Presumir una baja en homicidios mientras las desapariciones aumentan y los indicadores de violencia organizada —como levantamientos, narcofosas, ocultamiento deliberado de cuerpos— se mantienen, equivale a hacer malabares matemáticos con tragedias humanas.
Si esos casi 26 mil homicidios “reducidos” se suman a decenas de miles de desaparecidos recientes, sin esclarecer la mayoría en ambos rubros,el resultado es un saldo de horror que no puede ser maquillado desde la estadística oficial ni festejado en algún zócalo. El problema no es solo de matemáticas simples, sino de honestidad y responsabilidad con cada vida perdida y cada familia destrozada.
La reacción social documentada en los comentarios refleja incredulidad, dolor, enojo y desconfianza, recordando que detrás de cada cifra hay una herida abierta. El discurso oficial, cuando no reconoce la magnitud real de la combinación homicidios-desaparecidos, se interpreta como indiferencia, revictimizando a quienes siguen buscando a los suyos.
El por que del título
Este busca ser contundente,no dar concesiones y desnudar la brutal contradicción entre un discurso oficial triunfalista y la realidad sangrienta que viven miles de familias mexicanas.
La comparación con Stalin no es gratuita: igual que el dictador soviético ocultaba tragedias y convertía a las víctimas en simples cifras para las estadísticas del poder, hoy en México se presume una “reducción” de homicidios sin reconocer que seguimos hablando de casi 26 mil muertos en solo un año, ni se contabiliza el drama creciente de los desaparecidos, cuyos cuerpos muchas veces no aparecen jamás en la estadística oficial.
Evidencia numérica y percepción social
- Las propias cifras oficiales muestran que durante el primer año del gobierno de Claudia Sheinbaum hubo 25,848 homicidios, un promedio de 70 víctimas diarias; aunque existe una reducción porcentual respecto al sexenio anterior, el volumen absoluto sigue siendo aterrador y muy lejos de lo que cualquier democracia aceptaría como “éxito”.
- La “reducción” presume un éxito mientras que, socialmente, las voces en redes y foros cuestionan: ¿Bajaron los homicidios o simplemente aumentaron los desaparecidos? ¿Se están maquillando cifras mientras los criminales ocultan cuerpos o se recategorizan las muertes? Los comentarios masivos expresan descrédito, duelo e indignación, acusando al gobierno de manipular los números y de ser incapaz de enfrentar la raíz de la violencia.
Detrás de la propaganda: las cifras y los vacíos
- El dato más alarmante: el acumulado histórico de homicidios en el país ya supera los 720 mil entre sexenios recientes, lo que destruye cualquier ilusión de avance real si se mira en perspectiva ,aunque el gobierno ya los ignór,bajo la dinamica mediocre y dolosa del «barron y cuentos nuevos».
- Mientras tanto, organizaciones independientes, analistas y relatores en derechos humanos alertan que las desapariciones han crecido (alrededor de 40 diarias en 2025), y que las políticas del Estado no logran siquiera detener esa tendencia. La reducción de homicidios, en este contexto, es apenas un espejismo construido sobre la tragedia oculta.
¿Creerle a la presidenta o a la evidencia?
- La evidencia es contundente: aunque bajan las cifras oficiales de homicidios, la percepción y los testimonios sociales apuntan a manipulación, simulación y ocultamiento de la crisis real. Mientras haya miles de asesinatos y decenas de miles de desaparecidos, ningún discurso presidencial puede borrar el dolor de las víctimas y la desconfianza social.
- En conclusión, el país del 2025 no necesita propaganda ni cifras maquilladas, sino verdad, memoria y justicia. El reto es llamar a las cosas por su nombre y exigir cuentas claras, no solo porcentajes que ocultan el tamaño del horror. La historia enseña que los gobiernos que convierten las tragedias humanas en simple estadística, como hizo Stalin, pierden para siempre la confianza y la legitimidad.
En suma: La presidenta puede celebrar su 32% de reducción de homicidios, pero la crisis está lejos de resolverse. Solo el reconocimiento pleno de la tragedia y un viraje profundo en políticas de seguridad y búsqueda de desaparecidos tendrán legitimidad ante una sociedad que ya dejó de creer en las cuentas alegres del poder.
Con informacion: ELNORTE/ TRESEARCH/








