La confianza no existe en el trabajo de Gisela Hernández. Así sea un anciano artrítico que apenas se mueve con un bastón o un niño con una sonrisa embarrada de ternura sujetando su juguete, todos son sospechosos, incluso quienes la rodean en sus labores en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Los traficantes piensan en la sicología de los elementos de las corporaciones de seguridad para burlarlos. “En este trabajo la persona que menos creas tiene que ver ahí”.
Gisela es una agente de aduanas que reserva su nombre real para no perder su trabajo. De acuerdo con su experiencia, es “imposible” detectar todo lo ilícito que cruza en los equipajes, por el flujo tan enorme a pesar de la presencia de elementos de la Policía Federal (PF), Sedena, Semar, Cisen, Aduanas y servicios privados. El año pasado transitaron más de 38 millones de pasajeros a través de 17 aerolíneas, según información del portal electrónico del AICM.
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Para las detecciones perfilan comportamientos, escanean, usan binomios-caninos o interrogan. Sin embargo, los traficantes sofistican sus métodos, sobre todo los de armas de fuego y cartuchos. “Muchas veces puede que las pasen [las armas] en partes, así es más difícil de detectar […] ese ámbito no está tan protegido, puede pasar desapercibida en una caja de herramientas”, dice la agente. Esta modalidad fue reportada este año por la Oficina de Fiscalización Superior del gobierno de Estados Unidos (GAO, por sus siglas en inglés).
Ensambladas o no, es un hecho: el AICM se ha convertido en un centro neurálgico del flujo hormiga de estas piezas. El reporte Índice de Paz 2015 calificó al país como de “acceso fácil” de armas, donde más de 90 mil homicidios dolosos se cometieron a base de plomo entre 2001 y 2014, señala la organización Desarma México.
Más traficantes, menos balas
Un informe de la PF, obtenido por EL UNIVERSAL vía mecanismos de transparencia, señala que el AICM ha sido utilizado como pista de despegue del tráfico hormiga de armas: entre el 1 de enero de 2015 y el 2 de marzo de 2016, 62% de los aseguramientos de armas y cartuchos de balas se realizaron en vuelos que partían de la Ciudad de México hacia otros destinos. Sólo 12.5% de las incautaciones fueron en vuelos provenientes de otros estados; 8.3% de las confiscaciones venían en aviones procedentes de EU.
El mismo informe muestra que mientras en el periodo 2013-2014 se incautaron 3 mil 892 cartuchos de armas de fuego, entre 2015 y los primeros dos meses de este año se aseguraron 539. Los especialistas explican que la disminución puede deberse a la diversificación en las técnicas para esconder estas piezas.
En cambio, la incautación de armas de fuego se mantiene estable en los últimos años: 13 en 2013; 19 en 2014, y 16 en 2015, aunque destaca que en los dos primeros meses de 2016 fueron decomisadas 18 piezas.
La detención de traficantes de armas en el AICM también va al alza: mientras que entre 2013 y 2014 fueron capturados 21, en 2015 y en los primeros dos meses de 2016 fueron aseguradas 28 personas.
“Aunque son varias las vías que se utilizan, no sólo aérea, el AICM no deja de ser una forma, de manera que es importante el medio. Desde luego no nos debe sorprender. Se deben estar transformando las técnicas [de detección] conforme va avanzando la delincuencia”, dice Pablo Monzalvo, profesor del diplomado en Seguridad Pública de la Universidad Iberoamericana (UIA).
Simón Vargas Aguilar, consultor de seguridad pública, considera que “el punto de embarque y de llegada es la Ciudad de México. Se mantiene dentro de límites de muy pocos escándalos, porque los propios líderes de organizaciones criminales, donde tienen que ver armas, dinero, precursores, no quieren calentar el aeropuerto, no quieren que sea un foco de atención, porque aquí llegan ellos y sus enlaces”.
Atrapan carnadas
Una maleta con dos armas de fuego y 15 cartuchos útiles, cuya procedencia era EU, fue decomisada por policías federales en junio del año pasado. Como si fueran a viajar a la playa, así estaban guardadas, sin ninguna intención de cubrirlas ante la presencia de los rayos X que desnudan hasta el papel aluminio. Libres a la vista de quien hiciera una inspección.
Cualquiera podría aplaudir la acción, pero “una mercancía tan evidente es como carnada, muchas veces ya saben cómo operan y van directo para que los cachen; creemos que son distractores mientras por otro lado pasan cargamentos más altos”, explica Gisela en referencia a las cifras obtenidas por este diario que indican más arrestados y menos aseguramientos.
Durante el periodo 2007-2016 se ha capturado a 85 traficantes. Los primeros meses del año en curso lo posicionan como el más alto, con 18, de acuerdo con el oficio, cruzado con los reportes publicados por EL UNIVERSAL en febrero de 2015. En lo que va de la actual administración se ha aprehendido a 49 traficantes, al tiempo que en el sexenio pasado fueron 36.
Desde 2009 no se había reportado un número tan bajo como en 2015 y principios de 2016. Cuestionado sobre el aumento de arrestados y los pocos aseguramientos, el analista en seguridad Vargas Aguilar explica que “son distractores” en la dinámica del tráfico aéreo, como señaló la agente de aduanas. “Pero de todas maneras es delincuencia más ocasional; podría tratarse de algo local”, enfatiza sobre los destinos que fueron nacionales.
Destinos predilectos
Durante los nueve años y seis meses documentados por este diario, la cifra total de armas de fuego decomisadas arroja 153. Los registros más altos son de 2009 (30), 2010 (25) y 2014 (19), pero 2015 y los primeros meses de 2016 no se quedan atrás, con 16 y 18, respectivamente.
Para los cartuchos de balas la tasa total en ese lapso fue de 4 mil 914. En comparación con 2014, cuando hubo 2 mil 193 cargadores incautados, los resultados señalan que descendieron el año pasado, con 264. No obstante, los primeros meses de 2016 lo superaron, con 275.
En ambos casos hubo flujo hormiga al menos una vez por mes, a excepción de tres vuelos desconocidos, según la bitácora de la PF.
Los destinos hacia los que se intentaba contrabandear toda esa mercancía se sitúan al norte del país, en especial Baja California, Tamaulipas, Coahuila y Sonora. El resto se distribuye en diversas latitudes.
Desde la Ciudad de México se intentaron traficar 155 cartuchos, de los cuales 106 iban para Tijuana, Baja California.
De los vuelos, 73.9% fueron nacionales; 13.04% internacionales, y 13.04% desconocidos.
A pesar de que la GAO lanzó el reporte en enero de este año sobre la nueva modalidad de tráfico que corroboró la fuente del aeropuerto, las autoridades no han informado sobre decomisos de partes de armas. La PF no entregó modelos del armamento, ni las modalidades de transporte. En el limbo están 288 cartuchos, 18 armas cortas y una larga, que no aclaran su ruta.
¿Y las rotaciones?
“[Agentes de] aduanas y federales no se llevan, hay rivalidad; también los federales tienen mucho roce con marinos y militares”, comenta la agente Gisela, quien asegura que hay mucha corrupción en los aeropuertos del país.
En 2014, testimonios indicaron que los comandantes de la PF, Enrique Bobadilla y Pedro Espinoza, operaban el tráfico de indocumentados, droga y dinero en el AICM. Dos años atrás ocurrió el caso más polémico: un tiroteo que dejó tres oficiales muertos y que llevó a sustituir a 300 elementos por vínculos con una red.
La más reciente rotación de elementos difundida —que buscaba evitar corrupción en terminales aéreas— ocurrió hace casi dos años, con el entonces titular de la Comisión Nacional de Seguridad, Manuel Mondragón y Kalb. EL UNIVERSAL consultó boletines actuales, pero ninguno informa de recientes rotaciones.
Sobre el desempeño de la PF, Vargas, quien ha consultado a poligrafistas, dijo que a pesar de que estén evaluados los agentes, debe haber un “replanteamiento. La evaluación poligráfica tiene un problema de fondo, que es la escala de valores de cada quien, es donde está la parte medular”.
La agente Gisela no deposita ni una pizca de confianza en los uniformados asignados a las terminales: “Luego hacen detenciones y tú mismo te preguntas: ‘y ellos, ¿cómo sabían’?”.
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