La presidenta, con más ego que idea de cómo se destapa un refresco, se aventó una montaña rusa verbal en la mañanera digna de un TikTok viral: “Lo que queremos es que se consuma menos, no que se recaude”, proclamó, como si los mexicanos se lanzaran al Oxxo a comprar Coca por deporte extremo y no porque el calor hace sudar hasta las ganas de vivir.
La cereza en el pastel llegó cuando intentó aplicar “matemáticas para el pueblo”, sumando, restando y multiplicando latas y pesos como si fueran aguinaldo: “Si tomas una lata diaria, son seiscientos pesos… Ah, cincuenta centavos más por lata… Ah bueno, la bebida de seiscientos…”. La jefa de Estado de formación dizque cientifica, perdió la cuenta entre mililitros y litros, y lo único que quedó claro fue la confusión: “Veinticinco pesos por treinta días… Seiscientos cincuenta… ¿Sí? Setecientos cincuenta pesos”. Ni el Excel del gobierno se atrevió a tanto.
Se justificó el aumento en el impuesto cuando, con la convicción de quien cree que “no es por recaudar, sino para que te cuides”, aconsejó al pueblo ahorrar dejando de tomar “una vez, dos”, y ya con eso se arregla todo, hasta la salud nacional.
¿En qué país vive la presidenta? ¿En el México de los memes y los refrescos deluxe, o en el México real donde 25 pesos es un lujo y la campaña educativa apenas son memes en WhatsApp?
Así, la científica del pueblo, entre galimatías y confusiones contables, demostró que la ciencia no le alcanza para entender las cuentas del mercado y, menos aún, para entender a quienes no tienen un litro de privilegios diarios. ¡Qué bueno que no se dedica a dar clases de matemáticas!
Con informacion: REDES/

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