En 22 de junio del 2022, Brenda publicó en su Facebook, “cinco años con el tóxico, te amo”, acompañado el texto de una foto con su esposo Cristian,pero ayer en un presunto arranque de celos, el hombre la asesinó de dos balazos, le confesó el crimen a una hermana por teléfono y luego se dio un tiró en la cabeza, falleciendo él en el hospital.
Así se escribió una historia más de violencia familiar extrema, en la que su hijo de 6 años quedó sin padres y por lo pronto, en custodia del DIF.

Los hechos sucedieron poco antes de la 01:00 horas de ayer, en una casa de la calle Lomas del Mirador, en la Colonia Lomas de San Agustín, segundo sector, en Cadereyta y las víctimas mortales fueron identificadas como Brenda Galván Carranza, de 28 años, y Cristian de Jesús Solís Arias, de quien no se precisó la edad.
Vecinos comentaron a las autoridades que se escuchó la discusión entre la pareja, después unas detonaciones y unos minutos después otro disparo.
De acuerdo con las indagatorias, en un arranque de celos Solís Arias le disparó a su esposa y no se especificó si ambos estaban viviendo en la casa o si estaban separados.
Tras dispararle y dejarla sin vida, Solís Arias le habló por teléfono a su hermana y le reveló el crimen: “Acabo de matar a Brenda, le disparé”, fue lo que le mencionó, dijo una fuente policial.
Sin dar más explicaciones, cortó la llamada y luego se dio un tiro en la cabeza, el hijo de ambos de 6 años, estaba en el domicilio.
Al sitio llegaron paramédicos y policías municipales encontrando ya sin vida a Galván Carranza, quien presentaba dos heridas producidas por proyectiles de arma de fuego, en tanto Solís Arias estaba tendido a un lado de ella y le detectaron signos de vida, por lo que los paramédicos lo trasladaron al Hospital de Pemex, donde posteriormente se reportó su fallecimiento.
A un lado de donde se encontró al hombre, fue hallada una pistola, la cual fue levantada como uno de los indicios por parte del personal del Instituto de Criminalística y Servicios Periciales.
Mecanismos neurobiológicos
El trágico caso de Brenda y Cristian ejemplifica cómo los celos patológicos pueden escalar hasta desencadenar violencia letal, un fenómeno con raíces en complejas interacciones biológicas, psicológicas y sociales. A continuación, se exploran los mecanismos subyacentes:
- Alteraciones en circuitos cerebrales:
- Estudios vinculan los celos patológicos con disfunciones en el córtex prefrontal ventromedial (vmPFC) y la amígdala, regiones críticas para regular emociones y respuestas a amenazas sociales. Estas áreas modulan la impulsividad y la interpretación de estímulos ambiguos (como interacciones sociales inocuas).
- La activación del estriado dorsal durante situaciones de celos sugiere una respuesta exagerada a estímulos emocionales negativos, asociada con comportamientos agresivos.
- Genética y neurotransmisores:
- Polimorfismos en genes como MAOA (relacionado con el metabolismo de la serotonina) y 5-HTTLPR (transportador de serotonina) se asocian con mayor predisposición a la agresión interpersonal. Variantes de estos genes pueden reducir la capacidad de autorregulación emocional.
- Niveles bajos de serotonina se correlacionan con impulsividad y respuestas violentas ante percepciones de traición.
Factores psicológicos y ambientales
- Apego inseguro y celos:
- El apego ansioso o evitativo, desarrollado desde la infancia, predispone a interpretar interacciones sociales como amenazas a la relación, alimentando celos patológicos.
- En el caso descrito, la publicación de Brenda (“cinco años con el tóxico, te amo”) podría haber activado en Cristian un miedo al abandono, exacerbado por inseguridades previas.
- Ciclo de violencia y normalización:
- Los celos suelen iniciar un ciclo de control (vigilancia, aislamiento) que precede a la agresión física. La frase “te amo” en contextos tóxicos refleja ambivalencia emocional, donde el afecto se entrelaza con dinámicas de poder.
- Culturalmente, los celos se romanticizan como “prueba de amor”, lo que minimiza señales de alerta temprana.
Evento detonante y consecuencias
- Respuesta al estrés agudo: La discusión escuchada por vecinos sugiere un pico de cortisol (hormona del estrés), que en individuos con vulnerabilidades neuroquímicas puede desinhibir conductas extremas.
- Acceso a armas: La presencia de un arma de fuego facilitó la transición de la ideación a la acción letal, un factor crítico en feminicidios.
- Impacto intergeneracional: El hijo de la pareja, expuesto a trauma temprano, enfrenta riesgos elevados de alteraciones en el eje HPA (respuesta al estrés) y replicación de patrones violentos en la adultez.
Conclusiones
Este caso ilustra una convergencia fatal: predisposiciones genéticas, desregulación emocional arraigada en circuitos cerebrales alterados, y un entorno que normaliza el control como expresión de afecto. Para prevenir episodios similares, se requiere intervención multinivel:
- Detección temprana de celos patológicos mediante evaluaciones neuropsicológicas.
- Educación comunitaria para desvincular mitos románticos de la violencia.
- Control de acceso a armas en contextos de riesgo psicosocial.
La tragedia de Brenda y Cristian subraya la urgencia de abordar la violencia de género desde una perspectiva biosocial integrada.
Con informacion: ELNORTE/
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