La pugna entre los grupos ha agitado el avispero del narcotráfico en el país y ha extendido el miedo entre la población, que teme nuevos enfrentamientos en los Estados de Sonora, Baja California, Chihuahua y Durango. “Se ve menos gente en las calles y los negocios cierran temprano”, dice Eduardo López, periodista independiente de Ciudad Obregón, al sur de Sonora, cerca de Sinaloa y una de las ciudades con el mayor número de homicidios en el país.
El enfrentamiento entre los hijos de El Chapo Guzmán y los hijos de Ismael ‘El Mayo’ Zambada se recrudeció desde que Zambada acusó a Joaquín Guzmán López de estar detrás de su captura, el pasado julio. Sinaloa lleva desde entonces sumida en una guerra de cárteles, en la que ya han sido asesinadas más de 60 personas, según datos oficiales. Se trata de una de las mayores fracturas dentro del Cartel de Sinaloa en la última década y el temor es que la violencia se extienda a otros puntos del país. Las consecuencias todavía están por verse.
Precisamente, Ciudad Obregón amaneció este domingo bajo el ruido de las balas. Fuertes ráfagas pudieron escucharse desde diferentes puntos de la ciudad. Por suerte, solo hubo una persona herida en un brazo. “No se sabe si fueron enfrentamientos entre grupos antagónicos o fue un grupo que quiso mandar un mensaje de que algo peor está por venir después”, señala el periodista sonorense Juan Carlos Zúñiga. Las colonias Misión Sol, Cajeme y el sector Prados del Tepeyac vivieron momentos muy tensos. Se trata del primer evento de alto impacto que sucede después de la guerra desatada en Sinaloa. “Fue cerca de parques y cerca de lugares públicos. La gente tuvo que tirarse al piso e intentó huir del lugar”, agrega Zúñiga.
“La violencia, por englobar todo lo que ocurre acá, comenzó a crecer desde 2012, pero hasta el año pasado, 2023, habían sido asesinatos dirigidos, con escasas consecuencias para la población en general”, señala Eduardo López. “Al menos en siete puntos distintos de la ciudad hubo tiroteos, tanto entre policías y sicarios, como entre sicarios y sicarios, tal vez de grupos rivales”, agrega.
La Fiscalía del Estado detuvo a una persona de nombre Brandon ‘N’. Los agentes lo alcanzaron mientras huía por la Carretera Internacional, con varias armas largas. Sin embargo, las autoridades han negado que lo sucedido tenga alguna relación con la violencia en Sinaloa. “No está muy claro, la verdad. Por lo demás, siguen ocurriendo hechos violentos en el Estado. Desde que pasó lo de Culiacán, no ha bajado ni ha subido la intensidad de la violencia en Sonora, a excepción de lo sucedido ayer en Obregón”, apunta Zúñiga.
El periodista considera que lo sucedido pudo tratarse de una advertencia y un intento de provocar el miedo entre la población. Una semana antes, la Fiscalía General de la República (FGR) detuvo en Sonora a 20 presuntos integrantes del Cartel de Sinaloa, en el Golfo Santa Clara, en San Luis, Río Colorado, en el noroeste del Estado. Llevaban chalecos con la leyenda La Plebada 74, uno de los brazos armados de Los Chapitos, y les fueron incautadas armas largas, explosivos, municiones de distinto calibre y varios vehículos.
El 20 de septiembre, 11 cuerpos fueron localizados en el municipio de Ojinaga, en el vecino Estado de Chihuahua, plaza que compartían ambas facciones.
El fiscal estatal, César Jáuregui, se ha apresurado en descartar que la ola de muertes estén relacionadas entre sí. Pero digan lo que digan las autoridades de Chihuahua y Sonora, la violencia se ha acentuado en varios Estados del norte y el país ha vuelto a rozar los 100 muertos al día, cifras que parecían alejadas del presente. El fiscal de Chihuahua ha señalado que todavía es pronto para saber si la guerra de Sinaloa está provocando lo que se conoce como “efecto cucaracha”, pero no descartó que otros grupos de la delincuencia organizada estén aprovechando la guerra entre La Chapiza y La Mayiza para hacerse con el control del territorio.
En mitad de los enfrentamientos, la población trata de seguir haciendo su vida. Sin embargo, el pánico entre la gente cada día se hace más palpable.
El pasado sábado, el abogado Juan Carlos Sánchez Palacios fue asesinado por error durante un operativo del Ejército contra el crimen organizado. Las autoridades en un principio dijeron que Sánchez era un civil armado. Sus familiares y amigos exigen una disculpa pública y reivindican la memoria del fallecido, padre de familia y un empresario muy querido en Culiacán. El operativo pretendía detener a Jorge Humberto Figueroa, alias el 27 o La Perris, jefe de seguridad de Los Chapitos.
El miedo entre la población y la psicosis colectiva han calado fuerte entre la ciudadanía. La violencia ha impactado de lleno en el comercio, hasta el punto de que muchos se han visto obligados a cerrar. Se han perdido puestos de trabajo perdidos, los niños han perdido días de escuela, y proliferan el robo de vehículos y los secuestros. “No es normal lo que está pasando en Culiacán, hay balaceras día y noche, la economía se ha desplomado, muchos han perdido sus trabajos y la violencia está fuera de control”, dice una amiga de Juan Carlos Sánchez, que prefiere que si nombre no aparezca en estas líneas.
Parte de esa psicosis hace que, de las pocas personas que se atreven a hablar, ninguna quiera dar su nombre por miedo a represalias. Mónica, nombre ficticio, dueña de un spa en Culiacán, dice que solo sale de casa “un 15% de lo que salía antes”. Desde que el 9 de septiembre estallara la violencia en la ciudad, su hija de seis años no ha salido de casa, tampoco ha vuelto a clases, pese a que las autoridades han reforzado el operativo de Seguridad para que los niños vuelvan a la escuela.
Los enfrentamientos también se han extendido a municipios cercanos a Culiacán. “Antes sabías que tenías hasta las 17.00 de la tarde para hacer tu vida, como un toque de queda autoimpuesto, pero ahora constantemente hay balaceras”, dice Mónica. Varios usuarios han compartido en redes sociales imágenes desde donde se escuchan fuertes detonaciones. Mónica dice que tanto ella como sus familiares y amigos están sufriendo varias crisis nerviosas por la situación. “Tenemos mucho miedo porque no sabemos cuándo va a acabar esta violencia”, asegura la mujer.
Fuente.-Almudena Barragan/Diario Español/ELPAIS
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