Al convertirse en Primera Dama de Estados Unidos, las mujeres de los presidentes de Estados Unidos asumen el cargo sabiendo que se colocan en el centro mediático. Algunas, como Michelle Obama, lo aprovechan para comprometerse con diferentes causas. Otras, como Melania Trump, no está claro el papel que tienen y pasan más desapercibidas. Con un presidente saliente que ha superado la barrera de los 70 años y uno electo más cercano ya a los 80, un nuevo miembro familiar ocupa la atención: sus hijas.
En el caso de Donald Trump, ha sido Ivanka (38 años) quien ha girado los focos hacia sí misma. Acompañó a su padre cuando anunció su candidatura en 2015 y fue nombrada dos años después asesora de presidencia. Tiene montado, desde los 25 años, todo un imperio con el que factura millones de dólares al año entre joyas y complementos de ropa, a pesar de haber tenido que cerrar su línea de moda. Ha ejercido también de Pepito Grillo de su padre durante la campaña presidencial, siendo la voz sensata. Según la CNN y Politico, su marido, Jared Kushner, habría pedido a su suegro que acepte la derrota.
El nombre que, previsiblemente, tomará el relevo de esta figura es Ashley Biden, un año mayor que Ivanka. Hija menor de Joe Biden, fruto de su actual matrimonio con Jill Biden, Ashley ha acompañado a su padre en su carrera a la Casa Blanca. Y ha celebrado su victoria con un baile que se ha compartido mucho en redes. Aun así, su perfil se muestra bastante distanciado de la hija de Trump.
Nacida en 1981 en Wilmington, la ciudad más grande del estado de Delaware, Ashley lleva tiempo mostrando su compromiso con la sociedad. Este interés por las causas de los más desfavorecidos se lo debe a su padre, como desveló en una entrevista de 2018 con Delaware Today. «Mi padre siempre me enseñó que el silencio es complicidad, y que debo salir en defensa de cualquiera que estén tratando injustamente. Esa actitud ha permanecido conmigo durante mi madurez, y me guía profesionalmente».
En la misma entrevista aseguró que siempre ha mediado en los conflictos. «De joven, no podía soportar que se riesen o se metiesen con alguien». No es de extrañar que haya dedicado precisamente a esa pasión su carrera profesional. Fue trabajadora social hasta 2012 en el Departamento de Servicios para Niños, Jóvenes y sus Familias de Delaware. En 2012, se unió al Centro de Justicia de Delaware, que persigue la reforma de la justicia penal. En 2014 la nombraron directora ejecutiva, puesto que abandonó en 2019 para volcarse en la campaña de su padre.
Su defensa férrea le ha traído problemas con la policía. En 2002, Ashley fue arrestada en Chicago por obstrucción a la autoridad, como recogió en su momento el Chicago Tribune. La hija de Joe Biden pasaba la noche de fiesta con unos amigos cuando, según el portavoz del cuerpo chicagüense, uno de sus amigos, John Kaulentis, le lanzó una lata a un oficial. Cuando procedieron a su arresto, otra amiga, Kelly Donohoe, se lanzó sobre la espalda del agente y, siempre según la versión policial, le propinó un puñetazo. Cuando un segundo oficial se acercó a ayudar, Biden lanzó una serie de amenazas, por lo que procedieron a su arresto. Los cargos se desestimaron después de que los tres se disculparan ante el juez.
No era la primera vez que Ashley Biden era requerida por la justicia. En 1999, mientras estudiaba en la Universidad de Tulane de Nueva Orleans (Luisiana), fue arrestada por posesión de marihuana en septiembre. Sin embargo, no queda ningún registro de que hubiese condena alguna. En 2001 volvió a enfrentarse a la justicia por beber alcohol con 20 años (en Estados Unidos se necesita cumplir 21 años). Se declaró culpable y tuvo que pagar 125 dólares de multa.
Al contrario que Ivanka, Ashley prefiere evitar las apariciones públicas. Lo pasa mal cuando le toca salir al escenario, como confirmó en la Cumbre Women Rule de 2014 en Washington DC. «Es un honor encontrarme en una sala llena de mujeres en puestos decisivos», empezó. «Se siente una muy buena energía y me siento cómoda, algo poco habitual para mí en este tipo de ocasiones».
Durante la campaña, ha hecho de tripas corazón y se ha lanzado frente a las cámaras. En agosto, participó en el evento Women for Biden en Wisconsin, en el que se discutieron temas como la brecha salarial, la corresponsabilidad en el cuidado de los niños y los derechos reproductivos. También participó en la Convención Democrática Nacional en la que nominaron a su padre como candidato demócrata para mostrar su apoyo.
Sus redes sociales también son prueba de su discreción. Frente a los 7,3 millones de seguidores del perfil público de Ivanka, la hija pequeña del presidente electo lo mantiene privado. De este modo decide quién puede ver lo que publica, que por ahora solo permite a 664 personas.
Ha fundado una marca de moda… sin ánimo de lucro
En 2017, Ashley Biden fundó su propia firma de ropa, Livelihood. Podría establecerse un paralelismo aquí con la hija de Donald Trump, pero mientras una se lucra de sus negocios, Ashley la creó con un objetivo social. En la página se puede leer que la marca es «una compañía de ropa informal con conciencia ética y social, inspirada por la gente común y extraordinaria a la que también ayuda». Esta ayuda se refleja en la donación del 10% de sus ventas de sudaderas elaboradas con algodón orgánico a organizaciones benéficas de Delaware.
Como dijo a Glamour en un entrevista ese mismo año, siempre ha querido hacer un trabajo que aporte a la comunidad. «Mi padre ha sido un servidor público toda su vida; mi madre, profesora de inglés de un colegio público. Lo llevo en el ADN».
Su marido es cirujano
Ashley Biden se casó con Howard Krein en 2012. La revista People contó, a raíz de la noticia del enlace, que su hermano mayor, el fallecido Beau Biden, les presentó en verano de 2010. El flechazo fue instantáneo y solo necesitaron dos años para contraer matrimonio.
Krein trabaja como cirujano especializado en cirugía plástica facial, rama dedicada a corregir todo proceso congénito, adquirido, tumoral o simplemente involutivo, que requiera reparación o reposición, o que afecte a la forma y/o función corporal. Además, es oficial jefe médico de la fundación StartUp Health, que tiene como misión conectar a plataformas digitales relacionadas con la salud con inversores y capital con el objetivo de mejorar la atención sanitaria en diferentes áreas.
De acuerdo con la revista People, Joe Biden aceptó el compromiso de ambos en octubre de 2011 y dio la bienvenida al nuevo miembros familiar con las siguientes palabras. «Es el tío correcto. Y se casa con una mujer de armas tomar».
Fuente.-Diario Español/
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