Un año y dos meses después de que fue encarcelada, y tras haber sido prácticamente abandonada por el grupo del expresidente Enrique Peña Nieto, Rosario Robles Berlanga se decidió a hablar con la Fiscalía General de la República y a entregar información sobre la llamada “Estafa Maestra” a cambio de un trato especial de las autoridades. La exsecretaria de Desarrollo Social y de Desarrollo Urbano y Territorial se convertiría así en la primera integrante del gabinete legal de Peña Nieto que ofrece convertirse en “testigo colaborador” sobre la corrupción del gobierno anterior.
Justo en momentos en que la propia Rosario estaba siendo señalada y acusada por su exoficial Mayor en Sedesol y Sedatu, Emilio Zebadúa, quien la colocaba como “la cabeza” de la estrategia para realizar desvíos por hasta 7 mil millones de pesos de las dos dependencias que encabezó el sexenio pasado, la defensa de la exsecretaria filtró ayer que Robles ha solicitado a la FGR acogerse al “criterio de oportunidad” y a cambio de proporcionar información y detalles sobre los millonarios desvíos de recursos públicos, obtener la figura de “testigo colaborador” a cambio de señalar a otros responsables de la “Estafa Maestra” que ocuparon posiciones más arriba que ella.
La decisión de Robles Berlanga parece tener dos motivaciones claras: por un lado anular y neutralizar los dichos y acusaciones en su contra en las declaraciones de su excolaborador Emilio Zebadúa González, cuyo testimonio pierde valor ante lo que pueda decir y aportar directamente quien fuera su superior y tuvo información de primera mano, y por el otro que Rosario podría imputar directamente a los que le ordenaron y se beneficiaron del dinero público que se obtenía a través del pago de contratos simulados con universidades públicas e institutos estatales. Y a saber, sobre la secretaria y que le pudieran dar órdenes para desviar dinero, solo pudo haber dos nombres: Luis Videgaray Caso, exsecretario de Hacienda, y Enrique Peña Nieto, entonces presidente de la República.
Eso es lo que significa el que después de haber resistido por más de un año, a pesar de las presiones y el acoso de las autoridades federales y de la CDMX con el aval de jueces a modo del Poder Judicial, Rosario haya decidido finalmente entrar al aro de la 4T y empezar a soltar la información que alguna vez le reclamó el fiscal Alejandro Gertz Manero, cuando explicó por qué a ella le dan un trato tan distinto al que recibió el testigo Emilio Lozoya. Si Robles habla y dice lo que sabe sobre la “Estafa Maestra” y sobre la corrupción institucionalizada en el pasado gobierno, sus declaraciones sólo pueden apuntar hacia arriba y eso es directamente a la figura del expresidente Peña.
De paso, si con su testimonio puede tirarle el numerito a Emilio Zebadúa, de quien se expresa como “una rata” que traicionó la confianza que le tuvo y pretendió hundirla en la cárcel, la exjefa de Gobierno de la CDMX se daría más que satisfecha. Al final Rosario aguantó más de lo que muchos de los peñistas hubieran aguantado en sus circunstancias.
Hace unos meses, a través de un mensajero, le hizo llegar a Peña Nieto y a Videgaray un mensaje que decía: “Ni para el abogado señores, me dejaron completamente sola y sin ningún apoyo”. El mensaje, nos dice alguien que conoce al mensajero, fue entregado textual a los destinatarios que, al parecer ignoraron lo que Robles les mandaba decir. El resultado, unos meses después, es que esa mujer que se supo abandonada y traicionada por quienes le juraron que iban a apoyarla, hoy está dispuesta a hablar. Veremos qué tanto tiene para decir y qué tan alto llegan sus acusaciones.
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