Seguro fue un lunes distinto para el exlíder del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps. Acostumbrado a volar en avión privado, pagado por los trabajadores, ayer a mediodía fue visto en el aeropuerto internacional de Acapulco tomando un vuelo comercial rumbo a la Ciudad de México. Vuelo 304 de Aeroméxico. Despegó a las 13:27 horas.
Hoy presentamos fotografías porque se trata, sin ironía, de un acontecimiento noticioso, quizá inédito: Carlos Romero Deschamps ya vuela en avión comercial. Priista por décadas, diputado y senador una y otra vez, se volvió símbolo de la corrupción y de la impunidad en México, y no tenía empacho en exhibir su riqueza.
En el estilo de dirigentes sindicales como “La Maestra” Elba Esther Gordillo, Romero Deschamps usó como fortuna personal las cuotas que pagaban al sindicato los trabajadores petroleros. Lo encumbró el expresidente Carlos Salinas de Gortari, cuando decidió el golpe contra Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, quien lideraba el Sindicato de Trabadores Petroleros de la República Mexicana.
Empezó, pues, con Salinas, y fue engordando su imperio con la impunidad que le brindaron los pactos políticos en los sexenios de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Muchos prometieron denunciarlo, someterlo. Nadie lo hizo.
Veintiséis años de líder sindical en los que sus muestras de riqueza e impunidad eran cada vez menos discretas: en estas Historias de Reportero denunciamos hace años que su hijo, a bordo de un Ferrari, se ostentaba en Miami como “hijo del dueño de Pemex”, como si la paraestatal fuera una empresa privada, y fuera de su papá. Su hija llenaba sus perfiles en redes sociales con fotografías en aviones privados volando a vacacionar en los más exóticos destinos… hasta con el perrito. También denunciamos los negocios con las pipas de Pemex y cómo en los momentos de mayor crisis para la paraestatal, Romero Deschamps nunca perdía, siempre era el “ganón”.
Y si bien desde la campaña Andrés Manuel López Obrador se alió políticamente con Elba Esther Gordillo, cuyas prácticas similares la tuvieron cinco años en la cárcel, hay que acreditar al presidente que ya en Palacio haya desactivado a Carlos Romero Deschamps: ya no es líder del sindicato petrolero, ya no es “dueño” de Pemex, ya tiene que volar en avión comercial, aunque sea en primera clase: él ocupó el asiento 1D.
Ojalá que no sólo quede en esta mínima incomodidad sino que se investiguen a fondo las finanzas del sindicato petrolero y se actúe judicialmente en consecuencia.
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