En terrenos del municipio de Texcoco, Estado de México, donde estaba proyectada la construcción del aeropuerto que ya canceló el gobierno de Andrés Manuel López Obrador,apareció un día un increíble hallazgo.
Nadie sabe cómo llegó hasta allí un artefacto explosivo que después identificaron como una bomba modelo Cooper de 20 libras(9,07 kilogramos), de más de 100 años de antigüedad, fabricada por Gran Bretaña durante la Primera Guerra Mundial.
De acuerdo con documentos de la Comisión Nacional de Seguridad, que reveló el sitio Aristegui Noticias, trabajadores que colocaban una losa de cimentación encontraron el artefacto, el 12 de agosto del 2017 a las 12:50 horas.
Uno de ellos lo reportó con el supervisor de obra, quien a su vez dio aviso vía telefónica a la Gerencia de Seguridad y Protección Civil del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México y al Servicio de Protección Federal de la Policía Federal, responsables del resguardo de las obras que se llevaban a cabo en el predio.
La Policía Federal de inmediato suspendió las actividades en el lugar y acordonó un perímetro de 50 metros cuadrados. Además dio parte a la todavía Procuraduría General de la República (ahora Fiscalía General de la República), que abrió una carpeta de investigación.
La identificación del artefacto llevó tiempo, pues hubo que recurrir a tres grupos de expertos en los siguientes dos días para averiguar de qué tipo de bomba se trataba.
Trabajadores del ahora cancelado aeropuerto encontraron el artefacto en 2017.
Primero llegó un equipo de la Base Militar de Santa Lucía, apenas 4 horas después del hallazgo. Pero los militares no contaban con las herramientas necesarias para la identificación del artefacto.
Al día siguiente arribó un segundo equipo de expertos en armamento, de la Secretaría de Defensa (Sedena).
Tampoco pudieron identificar de qué tipo de bomba se trataba porque su conocimiento se limitaba a armas terrestres y el artefacto era de uso aéreo. Sin embargo, pudieron tener indicios de que se trataba de una granada calibre 125 milímetros.
Sólo después llegaron expertos de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM), quienes pudieron identificar que se trataba de una bomba Cooper, de alto poder explosivo, fabricada por la Armada Británica y con más de 100 años de antigüedad.
El modelo había sido utilizado durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) por Inglaterra y Estados Unido, y luego en la Guerra Civil española (1936-1939). Pero en la Ciudad de México sólo hubo algún bombardeo durante la Revolución mexicana que estalló en 1910.
Por sus condiciones, los expertos consideraron que era peligroso transportar la bomba, pues podría explotar con el simple movimiento. Por lo tanto tomaron la decisión de detonarla en el mismo lugar donde la habían resguardado.
Los expertos militares detonaron la bomba dentro de una caja de madera que enterraron.
Los elementos de la FAM y del Ejército excavaron un hoyo de un metro de largo, 70 centímetros de ancho y 70 centímetros de profundidad. Adentro colocaron una caja de madera que contenía la bomba y la detonaron a distancia con explosivos externos.
"Se realiza la detonación del artefacto explosivo, aplicando el método de destrucción por detonación con 'carga hueca', la cual consiste en la colocación de material explosivo preformado en contacto con el cuerpo de la bomba, accionado mediante un iniciador electrónico con un cable de aproximadamente 100 metros de longitud, siendo positivo el resultado del mismo", de lee en el reporte del acontecimiento.
Hasta la fecha nadie sabe el origen de ese artefacto ni las razones de que apareciera precisamente en Texcoco.
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