Las vicisitudes del Narco de Narcos, quien a ojos de Obrador pasó de ser en 2013 un condenable delincuente corruptor, a ser el “Sr. Caro Quintero”, un victimario del sistema, a quien la cúpula judicial tuvo preso sin sentencia dictada por años y por ende su liberación fue un acto de justicia, a nuevamente ser considerado un criminal, cuya reciente recaptura amerita el aplauso público y ser lucido en el medallero de logros gubernamentales.
Pero su caída en términos reales no conlleva mayor implicación en la disminución de violencia en el país, ni la desarticulación de alguna gran estructura criminal, ya que Quintero dejo de ser un referente actual dentro de la dinámica delictiva como lo fue en los 80’s, pues al día de hoy solo lideraba el pequeño Cártel de Caborca. Nuevamente pretenden vendernos humo, como un logro.
Caro Quintero en la actualidad ya sólo puede ser considerado como un “narco emérito” por su papel preponderante en el siglo pasado, al ser parte del grupo fundador del Cártel de Guadalajara. Quintero ganó la furia de la justicia norteamericana por el asesinato del agente de la DEA, Kiki Camarena en el 85, quien fue secuestrado en una operación orquestada por la Secretaria de Gobernación de ese entonces. Los informes resaltan las prácticas inhumanas con las que torturaron al agente: quemaduras, rupturas de huesos, extracción de dientes, hasta lograr su muerte; entre las líneas de investigación, aparece el nombre el Manuel Bartlett, actual director de la CFE y otrora Secretario de Gobernación, a quien se le señala como parte de los autores intelectuales del asesinato, haber estado presente durante la tortura y por ser cómplice de la organización delictiva al recibir apoyos millonarios para financiar su aspiración a la candidatura presidencial. Dicha información es derivada de la ”Operación Leyenda”, la cual culminó con la primera captura de Quintero, el mismo año en Costa Rica, para su posterior liberación en 2013, por supuestas anomalías en el debido proceso. Posterior a su liberación Estados Unidos ejerció presión férrea para volver a aprehenderlo, sin obtener éxito alguno.
En realidad la recaptura fue producto de las presiones estadunidenses, la cuál fue ejecutada tres días después de la visita del presidente a Washington. Con información proporcionada por la DEA —misma que según Obrador suspendió operaciones en el país — fue que las fuerzas mexicanas pudieron realizar la captura del capo. De acuerdo a declaraciones de la directora de la DEA y del Fiscal General de EUA, la aprehensión fue lograda por la colaboración interinstitucional entre la Marina y la DEA; sin embargo gobierno mexicano intentó contravenir dicha versión, asegurando que no hubo participación de los norteamericanos en la operación. El cruce de declaraciones nubla la pretensión victoriosa de Obrador, quien con anterioridad fue férreo crítico de las operaciones de inteligencia estadounidenses en nuestro territorio, tachándolas de intervencionistas y quebrantadoras de la soberanía nacional; al día de hoy, se traga sus palabras por presumir un éxito alcanzado con apoyo de quienes ayer condenó.
De la captura de Quintero sobresalen muchas dudas, entre ellas, la posibilidad de su extradición inmediata, que ya ha sido frenada por un amparo interpuesto que será resuelto hasta agosto, y por otro se deja entrever la arrogancia presidencial: El costo en vidas fue de catorce elementos fallecidos tras el desplome de un helicóptero que casi consecutivamente al anuncio de la captura cayó. Las versiones oficiales intentan desvincular el suceso, de la aprehensión, pero son tan inverosímiles sus declaraciones, que es difícil no creer que fue producto de una represalia y no de una “falta de combustible” como ellos dicen. Es un atentado a la verdad y al honor de los efectivos que dieron su vida en cumplimento de su labor distorsionar la causa de su muerte, pero una afrenta mayor es la acción del presidente, al darles la espalda no asistiendo a su ceremonia luctuosa. Más respeto y honor le amerita Obrador a un narcotraficante al nombrarle “El Señor” que a quienes dan su vida por la patria.
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