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jueves, 2 de junio de 2022

"TIERRA PROMETIDA y SANGRE DERRAMADA": EN MEXICO "NO HAY RESPETO a la VIDA,la PROPIEDAD y la LIBERTAD": DICE JULIAN LEBARON...y se quedo corto.



Tierra Prometida” y “sangre derramada”, así es como Julián LeBarón describe a México, donde su familia ha permanecido por más de un siglo.

“No hay respeto a la vida, a la propiedad o la libertad”, sintetiza el hombre más visible, públicamente, de una familia que alcanza los 10 mil integrantes, que viven entre México y Estados Unidos.

Asentados a 14 kilómetros al sur del municipio de Galeana, Chihuahua, en el extremo norte del país, en una comunidad mormona que han bautizado como LeBarón. Han luchado a muerte por el respeto a su gente.

Julián LeBarón Ray es de oficio constructor, aunque no terminó la secundaria. Además, con sus hijos tiene cultivos de nogal. “Es divertido trabajar con ellos”, asegura.

Cuenta que siempre tiene en la mente la parábola “la fe mueve montañas”.

Relata que, cuando tenía seis años, un día se concentró para mover un cerro y no lo logró. Le reclamó a la maestra de la escuela dominical, que era una esposa de su papá, y ella le respondió: “Bueno, si tuvieras un poquito más de observación en ese momento y agarraras una carrucha y una pala y tuvieras un poquito más de fe, ibas y empezabas piedra por piedra a mover ese cerro. Entonces sí se movía”.

“Me cambió el panorama. La lección es que tú tienes que hacer la obra si quieres tener el resultado. La realidad se transforma con la acción, me marcó de manera profunda esa enseñanza”.

Hoy en día —dice— es constructor de conciencias, apasionado de la economía, la poesía y la lectura, con ideas libertarias. Tiene profundas raíces religiosas y filosóficas provenientes de la Iglesia del Primogénito de la Plenitud de los Tiempos, fundada por su familia, que profesa como estandarte en los valores que defiende.

Sus raíces de lucha vienen de su bisabuelo, Alma Dayer LeBarón Johnson, un religioso fundamentalista que en 1924, tras el asedio del gobierno estadounidense por negarse a abandonar la poligamia, se asentó en la sierra alta, al noroeste de Chihuahua, junto con otros mormones.

Hijo de Ramona Ray Church y de Joel Francisco LeBarón Soto, quien tuvo cinco esposas, Julián es el tercer varón, hijo número 16 de 52 hermanos.

Nació mexicano, en la casa de su abuela, en Galeana, el 31 de marzo de 1978; es bilingüe y de doble nacionalidad. Hoy en día, tiene 18 hijos.
Acoso criminal

Motivado por las tragedias familiares, provocadas por el crimen organizado, se convirtió en uno de los activistas sociales más importantes de México, en defensa de los derechos humanos de víctimas de la violencia.

Recuerda que en noviembre de 2008, mientras trabajaba en Estados Unidos, se enteró que a uno de sus tíos lo habían “levantado”. “No conocía ese término”, confiesa.

En febrero de 2009 transitó por la sierra a visitar unos familiares de su esposa en El Largo Maderal, y al llegar al pueblito Ignacio Zaragoza fue perseguido.

“Me rodearon, me apuntaron con una ametralladora, me sacaron del carro, me golpearon, me rompieron una costilla y sentí que eran una amenaza mortal para mi familia”.

No estaba equivocado. Tres meses después, el 4 de mayo, sus hermanos Erick y Kenly bajaban del rancho Zaragoza, propiedad de su padre, cuando hombres armados los interceptaron.

Secuestraron a Erick, de 17 años de edad, y con el otro joven enviaron un mensaje: “Vaya y dígale a su papá que nos llame”. Su padre subió a un cerro a buscar señal y les habló. Le dijeron que querían un millón de dólares.

La comunidad se reunió y resolvió no pagar el rescate porque eso se repetiría una y otra vez.

Tampoco dejaron la vida del joven a los criminales. Acamparon fuera del palacio de gobierno y exigieron al entonces gobernador, el priista José Reyes Baeza, el regreso inmediato de Erick.

Julián narra que a los tres días la procuradora y el secretario de Gobierno hablaron con la familia: “dijeron que nada le iba a pasar a mi hermano y que ellos se iban a encargar de la investigación”, y les pidieron regresar a su comunidad. Volvieron con la condición de que en tres días les regresaran sano y salvo al joven.

“Dos días después nos habló mi hermano, que lo habían liberado. Ve tú a imaginarte dónde está la comunicación entre el gobierno del Estado y las personas que secuestran”, apunta.

Entonces crearon el movimiento Sociedad Organizada Segura (SOS Chihuahua), que exigía fin a la violencia.

A través de redes de inteligencia social reportaron a personas o grupos sospechosos y ello permitió la aprehensión de varios integrantes de una célula criminal dedicada a los secuestros.

En represalia, Benjamín LeBarón, líder de ese movimiento, fue asesinado en julio de 2009 junto a su cuñado, Luis Widmar. “Les dispararon a quemarropa, cuatro veces en la cabeza”.

“Yo tenía un amor profundo por mi hermano Benjamín, fue mi mejor amigo en el mundo y la forma en la que él perdió su vida y que le arrancaron la existencia en este mundo, para mí es absolutamente inaceptable”.

Recuerda que el gobernador del estado, la fiscal y diputados llegaron al funeral y como ocurre siempre, les prometieron justicia.

“Nos insultaron con promesas falsas y todo mundo se quedó callado, nadie levantó la voz para defenderlo.

“Eso sucedió en 2009, y ya estamos en 2022, ya han pasado 13 años de ese crimen y nadie ha sido sentenciado, como nunca se sentencia a ningún individuo ante ningún crimen en México. Probablemente ocurra, pero yo he conocido a miles de víctimas y no he conocido ni un solo caso en donde las víctimas digan, el gobierno a mí sí me hizo justicia”.

Entonces, Julián LeBarón se convirtió en activista, tomó el lugar de su hermano Benjamín. Se integró al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, formado por el poeta Javier Sicilia, tras el asesinato de su hijo. Así recorrió todo el país y recogió el testimonio de mexicanos devastados por la violencia.

“Cuando vi que él estaba emprendiendo una caravana, que estaba levantando la voz en contra del crimen, sentí un llamado casi espiritual de ser parte de lo que le estaba haciendo”.

Crimen sin justicia

El 4 de noviembre de 2019, los LeBarón nuevamente fueron víctimas del crimen organizado.

Tres mujeres y 14 niños fueron atacados en la comunidad de La Mora, entre Sonora y Chihuahua; dos madres de familia se trasladaban con sus hijos de Bavispe a la comunidad LeBarón. Versiones oficiales refieren que los hombres armados confundieron a las familias con una banda rival. En el lugar murieron las tres mujeres y seis menores.

Recuerda ese día, cuando llegó al lugar de la masacre y pidió ayuda a los entonces gobernadores Claudia Pavlovich, de Sonora (PRI), y Javier Corral, de Chihuahua (PAN), para que enviaran helicópteros y le dijeron que no tenían combustible.

“El costo de la vida en México es cero, porque los mexicanos aceptamos que ese es el valor de la vida. Todos los mexicanos somos los responsables porque nos quedamos callados y permitimos que el valor de la vida sea nada.

“Piensan [los grupos del crimen organizado] que son dueños de esos caminos porque ya hicieron acuerdos con estos imbéciles, que te dicen que por ser electos ahora te representan, pero terminan vendiendo tu libertad y vendiendo tu vida a organizaciones criminales.

“Capturan a 28 delincuentes, pero no han detenido a un gobernador, no han detenido a un senador, a los que hacen los acuerdos para venderles la impunidad a estos desgraciados por los crímenes que cometen”.
Invitaciones políticas

Julián LeBarón no cree en la política y ha desdeñado invitaciones para ocupar cargos públicos y candidaturas.

Dice que el exgobernador Javier Corral lo invitó a ser candidato a diputado por el PAN; Felipe Calderón, a través de su secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, intentó involucrarlo en su gabinete.

¿De qué lo estaban invitando?

— Pues no sé, de ir a acompañarlo en su secretaría, no sé de qué chingados. Yo qué voy a saber de eso, yo soy constructor. Le dije, lo que me estás pidiendo en realidad es que yo sea fraude a la población, yo no sé vivir en este mundo.

El “Peje” [Andrés Manuel López Obrador] me invitó a ser candidato para senador.

¿Cuándo?

— Estuve con él en su casa en la Ciudad de México y él me platicó de su proyecto de Morena y me comentó muchas cosas que no entendí, y esto fue antes de que fuera Presidente.

¿Cómo fue esa reunión, cómo fue ese encuentro y cómo es ahora la relación?

— Lo he visitado en Palacio Nacional unas dos veces, sobre la masacre de La Mora; el esposo de mi prima Donna me pidió que lo representara y le dijera que él se siente totalmente defraudado por el gobierno y que ellos no cumplieron con su obligación de defender a su familia, fui y le dije eso al Presidente a nombre de David.

Creo que aunque el Presidente fuera un santo y el hombre más capaz sobre la tierra, los problemas superan la capacidad de decisión de una sola persona.

¿El Presidente es su amigo?

— Quisiera pensar que sí, personalmente no tengo nada en contra de él, pero siento que una cosa es que acuses a las personas y otra cosa es que llames a cuenta por la forma en que actúan, porque las acciones de uno tienen que ser lo que es, de dónde sale la virtud o la condena, no la persona en sí.

Siento que son muy condenables las acciones del presidente López Obrador y siento que se debe llamar a cuentas por usurpar todo ese poder sobre 125 millones de seres humanos y no poder resolver absolutamente ningún problema, porque eso es un crimen en ese sentido.
La tierra prometida

Julián LeBarón ha emprendido una nueva lucha por una comunidad con autogobierno y autodeterminación, que busca impulsar la educación, economía y desarrollo de la región.

Este proyecto se basa en tres ejes: el respeto a la vida, a la propiedad y a la libertad. También poner en manos de muchas personas la toma de decisiones para que ni el crimen organizado ni el partido político puedan “mangonear” a un solo organismo que tenga en sus manos el destino de toda la comunidad, que es lo que —asegura— ocurre actualmente.

Señala que el Tribunal Estatal Electoral de Chihuahua dictó sentencia reconociendo unánimemente su derecho de la autodeterminación, “como un pueblo comparable o semejante con una comunidad indígena, porque tenemos nuestras tradiciones nuestras costumbres y todo lo que nos han legado nuestros ancestros”.

“Mi abuelo dijo: éste es un lugar sagrado para nosotros, lo consagraron y le dieron la bendición a la tierra. Para nosotros, es una tierra prometida. Como Jerusalén para algunas religiones, eso es esta tierra para nuestra comunidad”.

fuente.-

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