Tras el arresto de Emilio Lozoya en Málaga, Enrique Peña Nieto optó por trasladarse a Nueva York y desde allí seguir los acontecimientos que involucran a quien fuera una figura de su extrema confianza y que ahora pasa sus días en una prisión ibérica.
Peña Nieto ha elegido Nueva York como su destino recurrente. Allí puede desplazarse sin ser conocido -algo que no le sucede en el Edomex, donde apela a curiosas caracterizaciones-, y tiene además múltiples amistades. Sólo tuvo el altercado el año pasado de su disfraz de Halloween que le valió un llamado de atención del propio Andrés Manuel López Obrador. De ahí en más se mueve de incógnito.
El círculo primario del ex presidente se encuentra en alerta absoluta por las cuestiones que Lozoya podría revelar. Sucede que los acuerdos y las acciones empresariales de Lozoya trascendían Pemex. Lo ha contado en los últimos días Gerardo Ruiz Esparza, que en privado habla de los acuerdos que Lozoya tenía con actores de la construcción que ganaron contratos millonarios en el sexenio anterior. Lo de Ruiz Esparza no es aleatorio: en diversos ámbitos se comenta que está en la mira de la 4T y que se procederá en su contra de modo inminente.
En el círculo militar también se cuentan historias. La más recurrente tiene que ver con las relaciones de negocios entre Lozoya y el general León Trawitz, que también está en la clandestinidad tras haber sido acusado por nexos con el huachicoleo.
Enrique Miranda Nava, actual diputado federal y compadre de Peña Nieto, también carga tintas contra Lozoya y comenta de sus injerencias en licitaciones de la Sedesol. Miranda es un enemigo visceral del ex director de Pemex y suele responsabilizar a Luis Videgaray de haberle dado tanto juego en el gobierno anterior.
En el entorno de Lozoya poco o nada trasciende. Se conoce que mañana viernes su padre viajará a España para conocer a fondo la situación y buscar abogados que trabajarán en sintonía con Javier Coello.
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