De alguna forma el peñismo enfocó buena parte de sus recursos a tener los refrigeradores llenos. Los gastos para alimentos y utencilios crecieron año con año durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, logrando un gasto final de 35,000 millones de pesos, es decir, la cifra que se requiere en varios estados del país para garantizar atención médica de calidad.
Este dispendio fue generalizado y toca a varias de la secreterías más importantes del gobierno federal del 2012 al 2018. Las principales involucradas son las secreterías federales y la oficina de presidencia, en donde el gastó en comida y derivados pasó del presupuesto permitido año con año, según información recabada por la Cuenta Pública.
La oficina de Enrique Peña gastó 453 millones de pesos para mantener los anaqueles y la despensa llena. Todo esto contrasta con los montos que el priista destinó a programas sociales destinados a llevar comida a la mesa de las familias más pobres en el país, en donde se destinaron apenas 1,376 millones de pesos en un año (comparado con los 35,000 millones que ellos gastaron en comida para funcionarios).
Los derroches en cuestión de alimentos los encabezan dos secretarías: Sedena y Marina (más de 19,000 millones y 5,158 millones, respectivamente). Estos gastos aplican para trabajadores que estuvieran en la calles, pero también a personal en oficinas y altos mandos. También hubo fuertes gastos en alimentación en las secretarías de Agricultura, Gobernación y Educación.
Todo esto mientras el número de mexicanos que no contaba con el dinero suficiente para comprar la canasta básica se incrementaba. Durante el último sexenio del PRI la pobreza aumentó en 2.2 millones de personas, desde que Enrique Peña Nieto llegó al poder, en un sexenio plagado de escándalos, desvíos y derroche de recursos públicos.
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