En un país sacudido por el crimen, Uruapan, Michoacán, se convirtió el lunes pasado en la capital de la barbarie. No sólo fueron ejecutadas ahí nueve personas, entre ellas tres niños (de 12, 13 y 14 años), en un local de videojuegos, sino que un día antes en esa misma ciudad se descubrió una fosa clandestina con ONCE cadáveres.
Para esto, el viernes anterior un grupo de sicarios atacó a balazos en el centro de esa ciudad a una patrulla de la Policía matando a un oficial e hiriendo a otros dos. Si bien en México noticias de actos barbáricos ya no alcanzan a levantar las cejas de un público que ya se acostumbró a esto, en otros países el hecho acaparó grandes titulares.
Entre otros, The Guardian, de Inglaterra, tituló la noticia: "Mueren nueve, incluyendo cuatro niños, en ataque a local de videojuegos en México". En la nota se afirma: "El ataque ocurrió el lunes en la ciudad de Uruapan donde la violencia ha alcanzado proporciones estremecedoras ('shocking')".
Súmese este último episodio a otras matanzas de mujeres y niños, como la de las familias LeBarón y Langford en Bavispe, y la de los paisanos en Ciudad Mier a principios de enero, y lo que tenemos es un panorama desalentador en lo que a la seguridad pública y la paz social en México se refiere.
Si acaso hay alguna estrategia de seguridad nacional del Gobierno actual es claro que no está funcionando. Y si no la hay, habrá que preguntar qué es lo que tiene que suceder para que LA HAYA. Claramente los maleantes le apuntan seco a la total impunidad, de lo contrario no cometerían crímenes cruentos sin el menor recato.
En el caso de la muerte de los nueve en Uruapan, que se divertían jugando videojuegos, entraron al lugar CUATRO sicarios y sin más se pusieron a disparar sin ton ni son matando a nueve e hiriendo a dos para huir como si nada del lugar.
Obvio, todos estos crímenes están impunes, aunque se dice que son pleitos entre los cárteles de "Los Viagra" y el de "Jalisco Nueva Generación" (a los que se les imputa haber dejado colgados nueve cuerpos de un puente en agosto pasado ahí mismo en Uruapan), lo cierto es que ni el Ejército, ni la Marina, ni la Guardia Nacional, ni las Policías locales han sido capaces de imponer la paz y el orden en Michoacán. (Y de hecho, tampoco en muchas otras partes del País).
La ola criminal rompe récords, va "in crescendo" y fuera del "abrazos, no balazos", la soltada del "Chapito", el escape -con ayuda de custodios del penal- del financiero de "El Chapo" de una prisión en la Ciudad de México, pendiente de ser extraditado a Estados Unidos, no se aprecia por parte del Gobierno acción alguna, o cambio discernible, de lo que inició haciendo desde el día 1 de la 4T. Siendo esto así no podemos abrazar la esperanza de que la ola violenta que llama tanto la atención fuera del País vaya a ceder.
¿Acaso sorprende que el índice de criminalidad en México sea inversamente proporcional al del crecimiento económico? Violencia va para arriba, crecimiento económico va para abajo. (De hecho, habrán notado que ayer mismo se REDUJO la expectativa del crecimiento económico para el 2020 a tan sólo un 1 por ciento). Ello pese a los anuncios, promesas y encargos al Ing. Alfonso Romo, quien acaba de engarzar a su equipo a un empresario mexicano (un señor Levy) con lazos muy cercanos a China.
Lástima que el nuevo coronavirus amenace ya no sólo la salud de los chinos, sino también su economía. Está para dudarse qué tanta ayuda nos puedan extender y dada su bien ganada fama de "friegaquedito" para los negocios, habría que ver si realmente la queremos, aunque mucho se necesite, pues puede salir más caro el caldo que las albóndigas.
Seguramente a ustedes, igual que a su servidor, les queda claro que este problema de la violencia y la inseguridad no puede seguirse ignorando, pues literalmente amenaza ya la integridad del Estado mexicano que, en ocasiones y en ciertos lugares, luce completamente rebasado. En suma: no llevamos buen rumbo ni el destino al que nos conducen luce prometedor, sino todo lo contrario.
Para esto, el viernes anterior un grupo de sicarios atacó a balazos en el centro de esa ciudad a una patrulla de la Policía matando a un oficial e hiriendo a otros dos. Si bien en México noticias de actos barbáricos ya no alcanzan a levantar las cejas de un público que ya se acostumbró a esto, en otros países el hecho acaparó grandes titulares.
Entre otros, The Guardian, de Inglaterra, tituló la noticia: "Mueren nueve, incluyendo cuatro niños, en ataque a local de videojuegos en México". En la nota se afirma: "El ataque ocurrió el lunes en la ciudad de Uruapan donde la violencia ha alcanzado proporciones estremecedoras ('shocking')".
Súmese este último episodio a otras matanzas de mujeres y niños, como la de las familias LeBarón y Langford en Bavispe, y la de los paisanos en Ciudad Mier a principios de enero, y lo que tenemos es un panorama desalentador en lo que a la seguridad pública y la paz social en México se refiere.
Si acaso hay alguna estrategia de seguridad nacional del Gobierno actual es claro que no está funcionando. Y si no la hay, habrá que preguntar qué es lo que tiene que suceder para que LA HAYA. Claramente los maleantes le apuntan seco a la total impunidad, de lo contrario no cometerían crímenes cruentos sin el menor recato.
En el caso de la muerte de los nueve en Uruapan, que se divertían jugando videojuegos, entraron al lugar CUATRO sicarios y sin más se pusieron a disparar sin ton ni son matando a nueve e hiriendo a dos para huir como si nada del lugar.
Obvio, todos estos crímenes están impunes, aunque se dice que son pleitos entre los cárteles de "Los Viagra" y el de "Jalisco Nueva Generación" (a los que se les imputa haber dejado colgados nueve cuerpos de un puente en agosto pasado ahí mismo en Uruapan), lo cierto es que ni el Ejército, ni la Marina, ni la Guardia Nacional, ni las Policías locales han sido capaces de imponer la paz y el orden en Michoacán. (Y de hecho, tampoco en muchas otras partes del País).
La ola criminal rompe récords, va "in crescendo" y fuera del "abrazos, no balazos", la soltada del "Chapito", el escape -con ayuda de custodios del penal- del financiero de "El Chapo" de una prisión en la Ciudad de México, pendiente de ser extraditado a Estados Unidos, no se aprecia por parte del Gobierno acción alguna, o cambio discernible, de lo que inició haciendo desde el día 1 de la 4T. Siendo esto así no podemos abrazar la esperanza de que la ola violenta que llama tanto la atención fuera del País vaya a ceder.
¿Acaso sorprende que el índice de criminalidad en México sea inversamente proporcional al del crecimiento económico? Violencia va para arriba, crecimiento económico va para abajo. (De hecho, habrán notado que ayer mismo se REDUJO la expectativa del crecimiento económico para el 2020 a tan sólo un 1 por ciento). Ello pese a los anuncios, promesas y encargos al Ing. Alfonso Romo, quien acaba de engarzar a su equipo a un empresario mexicano (un señor Levy) con lazos muy cercanos a China.
Lástima que el nuevo coronavirus amenace ya no sólo la salud de los chinos, sino también su economía. Está para dudarse qué tanta ayuda nos puedan extender y dada su bien ganada fama de "friegaquedito" para los negocios, habría que ver si realmente la queremos, aunque mucho se necesite, pues puede salir más caro el caldo que las albóndigas.
Seguramente a ustedes, igual que a su servidor, les queda claro que este problema de la violencia y la inseguridad no puede seguirse ignorando, pues literalmente amenaza ya la integridad del Estado mexicano que, en ocasiones y en ciertos lugares, luce completamente rebasado. En suma: no llevamos buen rumbo ni el destino al que nos conducen luce prometedor, sino todo lo contrario.
fuente.-Manuel J.Jauregui/
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