Hace poco vi en Netflix una serie documental llamada ‘Dark Net’ o ‘La red oscura’, que exploraba la manera en que la tecnología y las nuevas comunicaciones han cambiado la manera en que nos relacionamos con el mundo y con los demás. En el primer capítulo, ‘Obsesión’, aparece Anisha, una mujer joven de Nueva Jersey que fue víctima durante varios meses de lo que normalmente se llama porno venganza o pornografía no consentida.
La pornografía no consentida se define como la publicación, sin permiso, de material gráfico de carácter sexual, y es considerada un tipo violencia de género. Esa fotico que le mandamos al novio o el levante esta mañana antes de bañarnos, el video que grabamos el año pasado con un ex mientras teníamos sexo, o quizá una llamada explícita que tuvimos con alguien y que grabaron del otro lado de la pantalla sin que nos diéramos cuenta, violando por completo nuestra confianza.
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¿Qué pasaría con nosotras si todos esos contenidos que mandamos se publicaran en internet? A muchas de nuestras hermanas les ha pasado, las consecuencias son más que horribles, y varían para cada caso.
En el capítulo del documental, Anisha explicaba que ambos tenían fotos de los dos, y que se sobreentendía que el contenido iba a quedar entre los dos, como se sobreentiende en la mayoría de relaciones de pareja convencionales. Meses después de terminar, Anisha recibió un correo anónimo de alguien que le mandó varios links de páginas web donde estaban publicadas sus ‘nudes’. Anisha se dio cuenta de que, durante todos esos meses, su ex había estado posteando fotos íntimas de ella.
Lo que empezó como una situación en la que tres páginas publicaban contenido que Anisha le había enviado exclusivamente a su ex, terminó volviéndose un torbellino de publicaciones que parecían no tener fin. Anisha afirma en la serie haber visto sus nudes publicadas en 2.137 páginas. Una foto que duraba dos semanas publicada podía llegar a tener más de 30.000 visitas.
Ahora multipliquen eso por la cantidad de páginas en las que Anisha estaba apareciendo.
Las publicaciones de sus fotos pronto dejaron de ser solo eso. El maldito de su ex empezó a postear los nudes de Anisha con sus datos: su nombre, su número de celular, el colegio donde estudiaba, la dirección de su casa… Mientras ella se encerraba en su casa sin saber qué hacer, su ex solo seguía publicando foto tras foto en miles de sitios. Estaba obsesionado. Hasta llegó a publicar sus intimidades en Craiglist, la famosa página de anuncios clasificados.
En pocos días, Anisha empezó a recibir mails, mensajes de texto, mensajes por Facebook con nudes de personas que ella ni conocía… Luego de eso las personas empezaron a dejarle nudes impresos en la puerta de su casa con mensajes al reverso: “te voy a encontrar”. De los nudes pasaron a timbrar a la puerta.
La situación llegó al punto en que a Anisha le daba terror salir de su casa porque en las últimas publicaciones de sus nudes, su exnovio decía que ella iba a abrir la puerta de su casa con cara de sorpresa, actuando como si no conociera a la persona del otro lado de la puerta, porque su mayor fantasía era ser violada.
Anisha logró que arrestaran a su exnovio por seis meses, pero tuvo que empezar su vida en un pueblo pequeño, lejos de Nueva Jersey. El documental cuenta que los sitios de ‘revenge porn’ son cada vez más comunes. Digamos está my ex.com (de entrada solo el nombre da susto), el cual tiene 415 millones de vistas. El 84% de su contenido son de mujeres con un promedio de edad de 27 años. Millones de mujeres en el mundo han tenido que recurrir incluso a hackers en la deep web para poder bajar sus fotos de la web, un mundo donde casi cualquier cosa que publiques o hagas queda registrada de por vida.
Las nuevas tecnologías de comunicación necesitan, cada vez de manera más urgente, acciones con enfoque de género. El tema de las foticos, el sexting y las llamadas virtuales para tener sexo siempre me han parecido riesgosas por eso. Sin embargo, como tantas mujeres de mi generación, lo hago, con personas con las que tengo entera confianza y bajo reglas que para mí son básicas: los dos debemos borrar el historial de Whatsapp, los videos que grabemos juntos debemos borrarlos ese mismo día y debemos revisar que en ‘las nubes’ de cada quien no haya quedado ningún contenido de esos.
¿Pero qué podría pasar si, intencionalmente o no, alguno de mis contenidos se filtra en internet? ¿Qué haría? ¿Cómo afectaría esto mi vida diaria? Por más que pienso que verme, junto a otros miles, en pelota en el internet no me parece la cosa más grave que me podría pasar, también pienso que una nunca está preparada para estas situaciones, que también están catalogadas como violencia de género, en este caso virtual.
El pasado martes 5 de febrero se celebraba el día mundial de la internet segura. Con motivo de esto, la Fundación Karisma, una organización que tiene como objetivo responder a las oportunidades y amenazas que surgen con la "tecnología para el desarrollo" para el ejercicio de los derechos humanos, decidió dedicarle una semana entera a este tema de la internet segura, que también tiene que ser una internet segura para las mujeres.
Por esto mismo, de la mano de Karisma, se acaba de lanzar la página Acoso.Online, una plataforma que brinda recomendaciones y asesorías para víctimas de pornovenganza en varios países de América Latina y que ahora va a funcionar en Colombia. Es la primera vez que en el país vamos a contar con una página de este tipo, una que sirva como orientación de las miles de mujeres víctimas de este tipo de violencia, de la cual no hay cifras oficiales aún.
Como lo afirma Dubravka Šimonović, relatora sobre violencia contra las mujeres y niñas de la ONU, "la difusión no consentida por internet de imágenes y videos de carácter íntimo es una forma de violencia de género online, una violencia, que por el canal de difusión, se amplifica de manera imparable, con consecuencias que muchas veces no se pueden medir".
Amalia Toledo, coordinadora de proyectos de la Fundación Karisma, añade que “si bien el Congreso evalúa un proyecto de ley que añadiría un delito por la difusión no consentida de contenido sexual o erótico, hemos identificado que el Código Penal da opciones a las víctimas que hemos puesto a disposición en la plataforma”. La coordinadora se refiere a información sobre cómo denunciar un caso de estos por internet, qué leyes pueden proteger a las víctimas de este tipo de violencia, cómo presentar un caso de pornografía no consentida en los tribunales, qué consejos de seguridad digital podemos seguir todas, así como conversaciones en comunidad sobre la violencia de género, que también pulula en internet.
A pesar de esto, Toledo reconoce que el mayor problema con esta problemática es la falta de confianza por parte de las víctimas en el sistema judicial, que muchas veces no denuncian por temor a ser revictimizadas o a exponerse aún más en la internet y nunca poder retomar el control sobre su libertad sexual, una libertad sexual que en algún momento compartieron con alguien que las traicionó, con la intención de humillar, intimidar y muchas veces hasta extorsionar a la víctima.
Muchas han tenido que abandonar sus círculos más cercanos por vergüenza y por miedo: familia, amigos, entornos de estudio y de trabajo, viendo cómo se deterioran sus relaciones personales. Muchas otras han tenido que atravesar el trauma, como Anisha, de ver sus datos personales publicados junto a sus fotos, y sufrir las consecuencias de esto. A muchas hasta las han echado sin darles explicaciones, revictimizándolas. La inseguridad, el pánico, el autoestima en el piso, el trauma, son cosas que normalmente sienten estas mujeres cuando son sometidas a este tipo de violencia tan cruel.
No deberíamos asustarnos y tener todo tipo de precauciones cada vez que mandamos algún contenido sexual con alguien por decisión propia . Nuestras parejas y ex parejas no deberían traicionar nuestra confianza de esa manera, y si alguien encontró el contenido de casualidad, no debería tener ningún motivo para hacerlo público. Si ustedes son de los hombres que comparten este tipo de contenidos (fotos de parejas, 'packs', videos, porno amateur del cual no se conoce la procedencia) con sus amigos y con grupos de Whatsapp que se dedican a eso, paren de hacerlo, es la vida de una mujer, y el vínculo que alguna vez tuvo con alguien, lo que se está haciendo pedacitos con cada botón de reenviar, con cada correo enviado, con cada share.
En este mundo que tantas veces parece en nuestra contra nos toca tomar todas las precauciones posibles por el simple hecho de ser mujer. Existen algunas precauciones que recomienda Karisma a la hora de enviar este tipo de contenidos, y a la hora de combatir este tipo de violencia, a saber:
Denunciar el caso en plataformas electrónicas: existen varios sitios que sirven para denunciar estos casos y lograr sacar el material de internet.
Conocer las leyes que pueden ayudarnos: publicar material íntimo sin el consentimiento de la persona configurarse en varios delitos. Hay leyes del ámbito criminal, civil, laboral, constitucional y de familia que pueden protegernos.
Denunciar a la justicia: cuando tengamos claras las leyes que nos amparan, lo más recomendable es denunciar nuestro caso de pornografía no consentida teniendo en cuenta dónde debemos hacerlo, de qué manera, cuáles son nuestros derechos, etc.
Tener el control de la tecnología: saber cómo voy a registrar el material gráfico, decidir si muestro mi cara o no, saber si mi celular o el de él va a guardar una copia en la nube, decidir si quiero borrar el material, ser conscientes de dónde voy a almacenarlo en caso de no querer borrar nada, asegurarme de quiénes van a tener acceso al contenido, diseñar medidas de seguridad para mi privacidad y asegurarme de que puedo borrar el material en cualquier momento, son algunas maneras de tomar las riendas de la tecnología al momento de relacionarme de manera sexual con alguien a través de estos canales. No estamos exentas de que, aún con todas estas precauciones, seamos víctimas de este tipo de violencia, pero son medidas que pueden hacernos más conscientes de lo que compartimos con alguien por la red.
Por último, normalicemos la situación. Lo que debería ser condenado es el perpetrador de la pornografía no consentida, no la víctima implicada. No hay razón para que hagamos sentir mal a una mujer por tomar decisiones libremente con su sexualidad, sea en el mundo análogo o virtual.
¡Por una internet donde las mujeres nos sintamos más seguras!
fuente.-
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