La justicia para los mexicanos que han sido víctimas del narcotráfico de manera directa o indirecta, casi no llega en este país. La obtienen en el ajeno.
Especialmente cuando se trata de los capos más notorios de los cárteles de las drogas mexicanos, quienes suelen encontrar en México –entre complicidades e ineficacia de las autoridades- largos procesos que pueden ir dilatando con amparos y que al final lograrán zafarse de algunos, obtener pequeñas condenas en otros, o incluso recuperar la libertad.
Es el caso de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”. Líder criminal que fue del Cártel de Sinaloa y que espera sentencia en los Estados Unidos luego de ser encontrado culpable de diez cargos en una corte de Nueva York y por lo cual le impondrían cadena perpetua.
En México estuvo preso casi doce años. Los primeros nueve de junio de 1993 a enero de 2001 cuando se escapó del penal de Puente Grande, Jalisco; recapturado en febrero de 2014 fue mantenido tras las rejas 17 meses hasta que de nueva cuenta escapó en julio de 2015. Seis meses después fue aprehendido otra vez en enero de 2016, y después de un año en prisión fue extraditado a los Estados Unidos.
Durante esos casi doce años en prisiones mexicanas, a Guzmán Loera se le sentenció únicamente en tres causas penales de más de una docena que se le siguen. En total, por cargos de portación de arma prohibida, asociación delictuosa y cohecho, le dieron 20 años. Pendientes quedaron otros cargos y causas penales.
Las víctimas de Guzmán Loera encontraron la justicia en Estados Unidos.
A saber de acuerdo a las deliberaciones del jurado de Brooklyn, el narcotraficante mexicano fue hallado culpable en diez cargos de los presentados en su contra y en 25 de 27 violaciones a la ley, que incluyen entre otras, participar en una empresa criminal de narcotráfico, conspiración para asesinar, conspiración para fabricar, producir y distribuir cocaína, marihuana y metanfetamina, conspirar para importar cocaína, lo misma para distribuirla, distribución internacional de cocaína, lavado de dinero y uso de armas de fuego.
En tres meses de juicio y 35 horas de deliberación del jurado, en Estados Unidos lograron lo que en México no pudieron o no quisieron en doce años. Procesar a “El Chapo” y sentenciarlos por todos los cargos, delitos contra la salud, delincuencia organizada y asociación delictuosa. Narcotráfico.
En México aparte de la ineficacia del Ministerio Público Federal, y en ocasiones la condescendencia del Poder Judicial en los casos de narcotraficantes, lo que ha imperado es la impunidad. En el juicio que concluyó en Nueva York fue puesta en evidencia esa corrupción. Ex presidentes, Generales, ex secretarios, policías, agentes, soldados, políticos, fueron evidenciados por algunos de los 57 testigos que declararon contra Guzmán Loera, como quienes le protegieron, le concedieron impunidad, y en algunos casos fueron sus cómplices.
Ciertamente en el juicio de Brooklyn no se estaba juzgando al Gobierno de México, pero sí fue evidente por los testimonios, que elementos del Estado Mexicano fueron parte importante en el desarrollo de la carrera criminal de Guzmán Loera y el crecimiento del Cártel de Sinaloa. En ese contexto tres sentencias por cargos de posesión de armas y de pastillas, con un total de 21 años a los que fue condenado “El Chapo” en México, resultan lógicas. No justas, lógicas en un clima de impunidad y corrupción.
Normalmente es así. En un país como México dominado por la corrupción y la impunidad es difícil encontrar justicia. Especialmente cuando la estrategia en los últimos doce años ha sido apostarle al desmembramiento de las cabezas de los cárteles, sin tocar la estructura criminal, las rutas para el trasiego de la droga, los negocios sucios, el lavado de dinero, las cuentas bancarias, la delincuencia organizada. En un contexto así, los cárteles sobrevivirán a la captura de sus liderazgos criminales.
Otros capos cuyos cárteles sobreviven, también han encontrado la prisión en los Estados Unidos. Tres de los hermanos Arellano Félix permanecen, ya procesados, en cárceles norteamericanas. A Benjamín Arellano Félix lo sentenciaron en 2011 a 25 años de prisión y al pago de una multa de 100 millones de dólares. Fue declarado culpable de delitos de conspiración para encabezar una red criminal, por conspirar el tráfico y la distribución de drogas, lavado de dinero entre otros. En México aún no cumple los poco más de 20 años a los que ha sido sentenciado –también tiene causas penales pendientes- pues sólo permaneció en cárceles mexicanas nueve años, entre el 2002 cuando fue capturado y 2011 cuando fue extraditado. La multa en México ni siquiera llegó a los cuatro mil pesos, contra los cien millones que le cargaron en Estados Unidos.
A Francisco Javier Arellano Félix lo detuvieron autoridades de los Estados Unidos en 2006, y a saber oficialmente, en aguas internacionales. Al menor de los hermanos del cártel Arellano Félix le habían dictado la cadena perpetua, pero tras negociaciones su sentencia quedó en 25 años de cárcel y el pago de 50 millones de dólares. En México, este heredero de una de las dinastías mafiosas más violentas de México, ni siquiera contaba con una orden de aprehensión.
Eduardo Arellano Félix solo fue condenado a 15 años de prisión, también en los Estados Unidos, y al pago de 50 millones de dólares. En México y sólo por posesión de arma de fuego, había sido sentenciado a poco menos de ocho años de cárcel.
Otros capos se enfrentaron, después de años de impunidad en México, a la justicia en el país ajeno. Juan García Abrego quien fue líder criminal del cartel del Golfo, fue capturado y entregado a los Estados Unidos, debido a su ciudadanía norteamericana; en 1997 fue sentenciado a once cadenas perpetuas en una Corte de Distrito de Houston, Texas, cuando se le halló culpable de 22 cargos de narcotráfico, organización criminal y lavado de dinero, además fue ordenado a pagar 500 millones de dólares a la autoridad de aquel país.
Osiel Cárdenas Guillén, también ex líder criminal del cártel del Golfo, fue encontrado culpable en 2010 en los Estados Unidos, de narcotráfico. Fue sentenciado a 25 años de prisión más el pago de 50 millones de dólares. Alfredo Beltrán Leyva, del cártel de los Beltrán, fue condenado a cadena perpetua, entre otros cargos por conspirar para distribuir cocaína y metanfetamina de Colombia a los Estados Unidos.
Otros narcos de menor jerarquía en las estructuras criminales de los cárteles de la droga en México han sido sentenciados, como Dámaso López Núñez El Lic, a quien le sentenciaron a cadena perpetua y al pago de 25 millones de dólares, y otros están a la espera en prisiones de los Estados Unidos, como Ismael Zambada Niebla El Mayito, quien fue testigo –al igual que Dámaso- en el juicio contra El Chapo.
El 25 de junio próximo, el Juez encargado del juicio de Joaquín Guzmán Loera dictará su sentencia. Entonces las víctimas habrán encontrado justicia, aun en país ajeno, dado que en el propio impera la corrupción, la impunidad, tanto para narcotraficantes como para quienes desde el Estado, les ayudan en el desarrollo de su vida criminal.
Fuente.-Adela Navarro/
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