Los disparos de los G-3 rompieron la lluvia de reclamos de los comuneros de Santa María Ostula; los habitantes nahuas no saben quién dio la orden de abrir fuego pero todos coinciden en que fueron los militares.
Santa María Ostula, Michoacán,02/Sep/2015 La compañía del Ejército Mexicano emprendió una retirada hacia el Puerto de Lázaro Cárdenas usando sus rifles de asalto para abrirse paso. Con ese movimiento -a 300 metros del puente Ixtapilla- las balas alcanzaron la fachada del Restaurante Costa Michoacana y con ello a las personas que se encontraban ahí adentro.
Horas después moriría Hidelberto Reyes García un niño de 12 años tras recibir una bala en la cabeza que hasta el momento “no puede ser identificada” aseguró la Procuraduría General de Justicia en el Estado (PGJE) de Michoacán.
La versión oficial, ofrecida por autoridades militares, policiacas y civiles en la Casa de Gobierno reveló que los militares sí dispararon, no obstante, estos tiros fueron “al aire” aclaró el coordinador de Fuerzas Federales en Michoacán, Felipe Gurrola Martínez.
Hidelberto murió producto de una “esquirla” de bala que fue disparada por un “grupo de civiles armados” quienes iniciaron el ataque y por quienes no se han hecho esfuerzos por localizar, arrestar o buscar por parte de las autoridades.
Las autoridades castrenses aseguraron que la medida fue parte de su “protocolo de persuasión” pero los militares nunca apuntaron sus armas contra la población afirmaron antes de darle carpetazo a la investigación.
Ocultar al asesino
Este viernes 28 de agosto, pobladores y abogados de la comunidad del municipio de Aquila ofrecieron una rueda de prensa en la Ciudad de México para reclamar la falta de interés de las autoridades para realizar una investigación seria del caso.
“El Ejército está tratando de esconder a un asesino” denunciaron los comuneros nahuas. Raymundo Ortiz, abogado de la Comunidad de Ostula, denunció que el Ejército mexicano ha demostrado poca colaboración en torno a la investigación que la Procuraduría General de la República (PGR) ha emprendido para esclarecer el asesinato de Hildeberto Reyes, el pasado 19 de julio.
El abogado aseguró que “van dos solicitudes que ha girado la PGR, en donde le piden a la Sedena que informe, primero, quiénes iban, a qué batallón pertenecían, cuál era su mando, qué armas llevaban, cuáles eran sus instrucciones”. Pero sobre todo han pedido que presenten los rifles que llevaban para hacer las pruebas de balística correspondientes.
A pesar de ello, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) no ha proporcionado la información que la Procuraduría General de la República ha solicitado, para que se detalle quiénes participaron en el operativo, así como quién estaba al mando de los soldados y las armas utilizadas el día de los hechos.
“Ellos fueron a buscar pelea, a provocar a la policía comunitaria, a enfrentarse con gente armada, pero se encontraron con gente civil no armada, pero eso no los detuvo para matar (…) Santa María Ostula vive un acoso constante, parte de una guerra de baja intensidad que está sobre los pueblos indígenas” denunció el abogado.
Los comuneros exigen que se investigue por qué los soldados abrieron fuego si ya iban en retirada y además no había manifestantes bloqueando el tramo en donde se localiza del restaurante. Sin embargo se han topado con una pared ya que el Ejército Mexicano no responde y tampoco da muestras que lo vaya a hacer en el corto plazo.
El arte de la guerra
El filtro de Xayakalan es un sitio muy concurrido, decenas de hamacas cuelgan de los postes que sostienen láminas y palmas para protegerse del inclemente sol.
En una de esas hamacas está Germán Ramírez Sánchez, acostado con un taco de frijoles en la mano izquierda y un libro en la derecha, está leyendo El Arte de la Guerra de Sun Tzu. “la cosa no es leerlo, la cosa es aplicarlo” dice antes de conceder una entrevista.
Germán, a quien los comuneros apodan ‘El Toro’, quedó al frente de la Policía Comunitaria de Santa María Ostula con el encarcelamiento del líder de las autodefensas Cemeí Verdía Zepeda.
En un principio, el Consejo Comunal pidió que nadie diera la cara directamente para evitar represalias contra los voceros y representantes del movimiento pero desde los bloqueos ‘El Toro’ se quitó el paliacate y nunca se lo volvió a poner. Germán dijo “pues ya que chingados, si vienen por mí aquí los espero” como si no tuviera nada que perder.
Y sin embargo lo tiene, su familia, su comunidad, sus recursos naturales y su vida pueden desaparecer con una incursión del crimen organizado y, como dicen los propios comuneros, “no hay mayor crimen organizado que el narcogobierno”.
Aunque los comunitarios no tienen armas a la vista no están desarmados, ellos son los mismos que entraron a la Costa Michoacana a sacar al cártel de los Caballeros Templarios a finales de 2013 y todavía guardan sus armas desde que eran miembros de las autodefensas legítimas de Aquila.
Si el gobierno viene sacan los palos y las piedras, ninguna camioneta de la Fuerza Ciudadana cruza la carretera de la costa sin su permiso. “Cuando vengan los Templarios no vamos a sacar los palos, nos chingan pues, entonces vamos por las otras [armas] y les vamos a responder como es pero el pleito no es contra el gobierno eso sí que quede claro” comentan otros policías comunitarios en la zona.
‘El Toro’ aseguró que no tienen miedo a la muerte o a un desarme por parte del Gobierno del Estado con la llegada del nuevo gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles Conejo, “lo que sí nos daría miedo es que nadie viniera, eso sí nos daría pavor”.
El principal objetivo de la comunidad es resistir, “si dentro de un mes o dos meses me vuelven a entrevistar ante estas cámaras significa que el destino va bien” aclara ‘El Toro’ sin chistar ni bromear al respecto.
Esperan un desarme inminente antes de la llegada de Silvano Aureoles o en sus primeros días de gobierno; a pesar de ello insisten en que no van a combatir al gobierno. Tal vez siguiendo el primer principio de El Arte de la Guerra: “Lo supremo en el arte de la guerra consiste en someter al enemigo sin darle batalla”.
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