El crimen en Veracruz,administrado por Morena,pero gobernado por criminales, decide quién vive, quién paga y quién muere aunque pague. Esta vez la lista negra alcanzó a Lázaro Francisco Luria, aquel alcalde suplente de Chinameca que un día ocupó el puesto porque el titular cayó en desgracia por andar con los malos, y que hoy regresa a las páginas policiales, pero como víctima.
Tres días duró desaparecido. Tres días en los que su familia pagó por su vida como si la vida fuera mercancía rescatable. Y aun así, lo entregaron sin respiración, tirado entre milpas, como si el campo veracruzano no tuviera ya suficiente sangre para abonar. A los 78 años, Luria volvió al polvo, el mismo polvo del que surgen los contratos, los votos y las balas.
El Istmo de Tehuantepec sigue siendo un mapa en rojo. Cada semana hay un ejecutado con historia, un productor asesinado, un “líder” menos. La policía levanta cuerpos, la Fiscalía promete justicia y los políticos declaran “indignación”. Pero todos saben que la única autoridad que no cambia de administración es la del crimen. Esa sí gobierna sin oposiciones ni fiscalías lentas.
Lázaro llegó al poder por accidente, cuando el Congreso removió a un alcalde ligado a los Zetas. Fue el suplente que se quedó con el asiento caliente, el que se animó a gobernar un municipio donde el miedo tiene código postal. Terminó su cargo, volvió a la vida civil y, aun lejos del poder, lo alcanzó la sombra de quienes mandan sin urnas y sin haber sido elegidos para mandar.
Ayer lo velaron en Chinameca. Afuera del ataúd, los vecinos hablan bajito, sin nombres, sin miradas largas. Porque en Veracruz, preguntar “¿quién lo mató?” no es duda: es temeridad.
La posibilidad de que se esclarezca, igual que los casi 29 mil asesinatos que crecen vertiginosamente bajo el segundo piso y «pisoteo» de la Presidenta Claudia Sheinbaum,no llega al 1%,ya incluida la inteligencia+Coordinacion del estratega de cartón Omar García Harfuch.
Con informacion: ELNORTE/
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