La cifra es más clara que cualquier discurso oficial: cuatro asesinatos, cinco “levantones” (ese eufemismo ya institucionalizado en el lenguaje policiaco) y diez robos de autos fueron el saldo que la Fiscalía reportó ayer jueves en Sinaloa. Los números, lejos de impresionar, se han convertido en una rutina que ni siquiera despeina a las autoridades, que aparecen más en comunicados luciendo detenciones de «alto impacto, que no impactan».
El parte oficial: ¿parte de quién?
Mientras la Fiscalía emite boletines y recopila carpetas de investigación como quien colecciona estampitas, la ciudadanía sigue jugando el papel principal en el escenario del miedo. Los “levantones” ya no son noticia de portada, los robos de autos compiten con las ofertas del Buen Fin, y la violencia parece ya parte del mobiliario urbano, más omnipresente que la propia policía.
Violencia cotidiana, autoridad invisible
La aburrida normalización de la violencia en Sinaloa revela que la autoridad brilla, sí, pero por su ausencia. Si acaso aparecen para dar cifras frías y promesas recicladas en conferencias de prensa. En los hechos, la seguridad pública se ha convertido en un dato estadístico que apenas altera la cotidianidad, mientras quienes deberían estar «preservando el orden» parecen especialistas en archivar denuncias y ensayar nuevos protocolos que nunca llegan a las calles.
Así avanza Sinaloa, donde las noticias de homicidios y desapariciones han dejado de ser excepción para convertirse en la regla. Quizá la autoridad algún día logre estar tan presente como sus boletines. Mientras tanto, la ausencia es la verdadera protagonista de cada reporte oficial.
Con informacion: RIODOCE/
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