Por fin, el Senado se puso de acuerdo. Unanimidad, aplausos, discursos solemnes, y una ley flamante para perseguir de oficio la extorsión. Quince años de cárcel como mínimo, veinticinco si el juez se levanta de buen humor. Todo suena a redención institucional…excepto por el pequeño detalle de siempre: no habrá dinero para hacerla valer y si muchos hampones de cuello guinda para torcerla otra vez.
Esta ley ley llega, 6 años despues de que el crimen se consolidó al amparo de una doctrina humanista que abrazó sicarios, no víctimas. Los “abrazos, no balazos” se tradujeron en permisos tácitos para cobrar piso sin interrupciones y un Congreso iluso que pretende convencernos de que basta endurecer las penas para doblarles la mano a los cobradores del miedo.
En Tamaulipas, el nuevo evangelio de la persecución “por oficio” se topa con una postal que vale más que un millón de discursos: el gobernador Américo Villarreal, sonriente, rodeado de abrazos y cámaras, compartiendo cuadro con un lugarteniente del Cártel del Golfo, uno de esos especialistas en “recaudación directa” en Reynosa. Si la ley se aplicara de verdad, aquella imagen no sería recuerdo: sería evidencia. Y el abrazo, una prueba de 15 años tras las rejas.
Mientras tanto, los ministerios públicos seguirán esperando papelería y gasolina, los agentes sin chaleco y las víctimas sin protección. Porque la extorsión, pese a los códigos y castigos nuevos, no es un asunto de leyes: es un asunto de complicidades. De fiscales que miran al piso, de gobernadores que confunden el humanismo con cortesías a criminales que han dejado un saldo de gobiernos que se especializaron en cuidar el relato antes que a la gente.
Así que bienvenidos al país donde la extorsión ya se persigue de oficio, aunque nadie persiga a los que debieron hacerlo desde siempre. La ley cambió. Lo demás, sigue idéntico.
La extorsión perseguida de oficio
Que la extorsión sea perseguida de oficio,deberá ya sin demora,representar una ventaja clave para los ciudadanos, ya que significa que el Ministerio Público puede iniciar una investigación e incluso ejercer acción penal sin que la víctima tenga que presentar una denuncia formal o exponerse personalmente. Esto elimina el mayor obstáculo para combatir este delito: el miedo de las víctimas, que muchas veces son amenazadas si acuden a denunciar o que prefieren guardar silencio por temor a represalias, pues esta claro que en Tamaulipas,hablas y te matan.
Beneficios directos
- Las autoridades pueden actuar por reportes, denuncias anónimas, información indirecta, o cuando simplemente detectan el delito por otros medios, sin esperar la participación de la víctima.
- Se rompe el ciclo de impunidad, porque grupos criminales ya no dependen del silencio de sus víctimas para operar libremente.
- Las víctimas tienen una protección extra, ya que la ley permite mecanismos como la denuncia anónima y protección de identidad, minimizando el riesgo de represalias y alentando a más personas a acercarse a las autoridades.
Diferencia con el modelo anterior
Antes, si no había una denuncia formal, la Fiscalía simplemente no tenía margen de acción, era un excelente pretexto lo que favorecía a grupos de extorsionadores que pagan «moche » a las autoridades y que mantenía a los ciudadanos en estado de indefensión o miedo. Ahora, cualquier indicio puede ser suficiente para abrir una investigación y, eventualmente, llevar a juicio a los extorsionadores.
En resumen, la persecución de oficio es un mecanismo que pone a las instituciones al servicio de la protección ciudadana, por encima del miedo y la complicidad, aunque el reto sigue siendo contar con recursos y funcionarios honestos que realmente la hagan valer,lo MAS DIFICIL.
Con informacion: ELNORTE/

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