Descubierto como turista fugitivo en una casona de Paraguay, vestido con pants color caqui como si nada pasara, cayó por fin Hernán Bermúdez Requena, el ex Secretario de Seguridad Pública de Tabasco y operador del morenismo ligado al Senador Adán Augusto López y que muy y pese a que fue descubierto por el ejercito, fue encubierto por el ejercito.
El jefe criminal, señalado como cabeza del cártel “La Barredora”, fue detenido la tarde de ayer en Paraguay , con cargos en México por asociación delictuosa, extorsión y secuestro exprés.
La postal del arresto no tiene desperdicio: cabello cenizo, barba de abandono, sentado en un sofá blanco, rodeado de fajos de billetes guaraníes, joyas brillosas y hasta un vino espumoso italiano sin descorchar. El capo reciclado en burócrata —o viceversa— parecía de retiro de spa, no de prófugo en ficha roja de Interpol. El escondite incluía cochera con camioneta de lujo Lexus Changan, alberca y jardín. Así, a la verita del paraíso, lo sorprendieron.

Según el parte oficial, el golpe fue orquestado con Marina, Defensa, Guardia Nacional, FGR y hasta la UIF poniendo lupa a las cuentas. “El Abuelo”, como lo apodan, cayó entre rifles y flashes. La narrativa oficial no podía faltar: que la “inteligencia” de la 4T ahora sí sirvió y que la nueva Ley del Sistema Nacional de Investigación les dio poderes tipo James Bond.
Lo cierto es que Bermúdez Requena había huido desde febrero, brincando de Panamá a España y de ahí a Brasil, hasta estacionarse en Paraguay. Todo mientras en Tabasco, su grupo —el famoso “cártel policiaco” La Barredora— seguía en guerra abierta tras romper con el CJNG, dejando un estropicio de violencia y negocios turbios en migración, drogas y trata.
El arresto no es solo un trofeo contra el crimen; es un misil político: Bermúdez fue el hombre de confianza de Adán Augusto López en Tabasco (2018-2021), y luego sobrevivió hasta enero de 2024 cobijado por Carlos Merino. Fue señalado públicamente desde noviembre de 2024 por Javier May, quien destapó lo que en Tabasco era secreto a voces: que la policía estatal operaba como una sucursal criminal con uniforme oficial.
El golpe alcanza directamente a Adán Augusto, hoy coordinador de los senadores de Morena, porque nadie compra que no supiera con quién compartía desayunos y mesas de seguridad con Militares. ¿Qué tanto era complicidad y qué tanto omisión? A esta altura ya no hay pretextos para desenredar la madeja de protección institucional que le obsequio su partido Morena y el gobierno.
Mientras las fotos del cateo muestran cadenas de oro, fajos de efectivo y relojes caros, lo que realmente pesa es el silencio incómodo en Palacio y en la bancada morenista del Senado. El discurso de “cero impunidad” se topa de frente con un subordinado directo de quien fue mano derecha de AMLO.
La Barredora, disfrazada de Secretaría de Seguridad, terminó tragada por su propio expediente. La pregunta que chisporrotea en el ambiente es simple: si a este pez gordo lo dejaron crecer tanto tiempo con uniforme, ¿cuántos tiburones más siguen nadando en la pecera de Morena?
Con informacion: ELNORTE/

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