¿Recuerdan la épica captura de Juan Manuel “El Mono” Muñoz, ese empresario lagunero con más vidas que un gato y más conexiones que un cargador múltiple? .
Pues resulta que, tras tanto bombo, platillo y operativo de película, el capo ligado a Zetas que en 2019 se convirtió en testigo de EE.UU, terminó saliendo del reclusorio como si fuera invitado de honor… ¡y por la puerta del frente! No faltó quien le abriera la puerta y le deseara “buena suerte en su proceso”, porque aquí la justicia es tan flexible que hasta da masaje relajante.
Mientras la Fiscalía General de la República (FGR) se lavaba las manos diciendo que nunca lo tuvo bajo su resguardo (“ese señor ni lo conozco, joven”), las autoridades estatales de Coahuila se encargaron de procesarlo… pero solo por amenazas y posesión simple de droga. Nada de delitos graves, nada de prisión preventiva. ¡Que no panda el cúnico! Si el delito es menor, la puerta es mayor.
Y así, el hombre que fue señalado por lavar dinero, traficar con cocaína, operar para Los Zetas y hasta dar cátedra de “cómo usar tus gasolineras para lavar más que una tintorería”, hoy enfrenta su proceso en libertad. La audiencia, por cierto, la programaron para dentro de tres meses… o seis, si se les complica la agenda. Total, aquí la justicia es tan lenta que parece que va en burro y sin GPS.
Mientras tanto, la FGR asegura que sigue “integrando la carpeta” por el tema del huachicol, pero por lo visto, la carpeta debe estar tan extraviada como los expedientes de la justicia mexicana. Y si por ahí alguien pregunta por “El Mono”, seguro en la entrada del reclusorio le dicen: “Ah, sí, ese ya se fue. ¿No lo vio? Salió saludando a todos”.
En resumen: la autoridad lo presumió como gran trofeo, pero terminó siendo como esos pescadores que cuentan que atraparon un tiburón… y cuando vas a ver, el pez ya se les escapó, pero eso sí, ¡por la puerta principal y con aplausos!
¿Justicia? Aquí más bien parece comedia.
Con informacion: ELNORTE/
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