Pasaditas las 01:00 horas del 16 de marzo, una llamada telefónica se registro en el C-5 de Ciudad Victoria, cuando un usuario denunció que en la calle Ignacio Comonford y Plan de Ayala de la colonia Américo Villarreal se escucharon cinco balazos y había una persona en el suelo.
Los elementos de la Guardia Nacional, acudieron al lugar de los hechos, localizando a un hombre herido a balazos en el abdomen, una en muñeca izquierda y uno más en la nuca, es decir le dieron el tiro de gracia, identificado como Leonardo Puente:
“Sobre el área de rodamiento se localizan dos casquillos calibre 9 milímetros y sobre la banqueta del domicilio tres casquillos. Luego como una distancia de 100 metros aproximadamente, en Calle Plan de Ayala esquina con Lucio Blanco No.322, había otra persona sin vida”.
Se trataba de Leonardo Daniel Puente, que presentaba dos balazos en espalda y uno en la nunca, como su papá, localizando así mismo se observa próximo al cuerpo sin vida en un área casi de tres metros de distancia, seis casquillos calibre .9 mm y un proyectil, a una distancia entre 20 y 30 metros se localizan siete casquillos calibre .223 de cuerno de chivo.
Los investigadores, interrogaron a Mónica Elizabeth Campillo Cruz, de 49 años, que dijo, entre sollozos:
El 11 de marzo, estuvieron conviviendo en mi domicilio haciendo una carne asada en la cochera y tomando cerveza, mi esposo Leonardo, mis dos hijos Leonardo Daniel, José Luis y sus amigos, uno de ellos era Moy, alto, gordo, con pantalón de mezclilla y playera negra, como de 21 años :
“También estaba uno que le decían Ortiz, como de 29 años, delgado, moreno, alto y vestía pantalón de mezclilla y playera negra. Como a las 19:00 horas llegó un amigo de mi esposo Ernesto Saldaña Alvarez y estuvieron aquí sin ningún problema y como ya iban hacer las 20:00 horas fueron a comprar más cerveza desconozco a dónde”.
Se fueron en el carro de Leonardo Daniel, un Golf gris, con José Luis, Moy y Ortiz, pero tardaron en llegar por eso Leonardo, el padre de los jóvenes les llamó por celular, pero ni le contestaban y pensó que tal vez los había detenido un retén por su tardanza:
“Mi esposo le llamó al señor Hernández, porque es ministerial para preguntarle que checara si sus hijos habían sido detenidos y como a la hora le regresó la llamada, diciendo que los cuatro muchachos fueron detenidos en el Dos Zaragoza, pero que fuera por ellos a las 22:00 horas a la Ministerial del Estado”.
Leonardo fue a la hora fijada, en la camioneta de su amigo Eresto, una Escape roja, así Mónica acompañada por su otro hijo Angel de 13 años, se fueron a dormir:
“Eran como las 01:00 horas, cuando me despertaron gritos, alegatas, me asomé por la ventana, para eso abrí la puerta de la casa y en el momento que abrí la puerta, veo que entra por el portón que estaba abierto, una persona joven delgado, como de 1.60-1.65 de estatura, unos 20 a 30 años, con la cara tapada traía como un pasamontañas en color negro me apunto con un arma larga y me gritó:
-¿Dónde está?, ¿dónde está?
-¿Quién?
El desconocido escupió y le respondió.
-No se haga pendeja… el que corrió para atrás.
Mónica temblorosa, explicó que nunca se dio cuenta, si alguien corrió para atrás de la casa, solo le respondió intimidada que desconocía, hasta se salió hasta el frente de la casa, por eso alcanzó a ver una camioneta doradita.
Pudo ver a su esposo, que tenía abrazado a su hijo y como a cinco personas más, que parecía que se querían llevar a mi hijo Leonardo, Todos ellos traían armas largas, también vio otra camioneta blanca frente a la casa y una persona que se veía alto, gordo, con pantalón caqui, camisa negra y traía la cara tapada como con una media:
“Escuché que mi esposo decía, por qué se lo van a llevar y en eso mi hijo Leonardo, se fue corriendo y escuché disparos, mi esposo les decía que por qué hacían eso”.
Aquí, la señora Mónica guardó un poco de silencio y continúo con su atroz relato:
“Entonces el gordo le disparó a mi esposo Leonardo, así de cerquita, quien quedó tirado en la calle… Luego como que hicieron más disparos al aire y se fueron con rumbo del Rincón de Tamatan. Me quedé ahogada en llanto”.
La testigo, Mónica, dentro de su casa vio todo, porque regresó para resguardarse del peligro:
“Quería salir corriendo, estaba desesperada, nadie nos ayudaba, pero mi niño Ángel me decía, que no saliera y ya cuando me di cuenta que no había nadie y mi esposo Leonardo, estaba allí sin vida”.
Por el teléfono celular comenzó a llamarle a sus cuñadas, le habló al señor Hernández para decirle lo que había pasado:
“Como yo escuché disparos cuando corrió mi hijo Leonardo, me fui a asomar y lo vi tirado, de mi otro hijo José Luis, ni se su paradero, pero su pila se acabó”.
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