Entre los operadores políticos del senador Ricardo Monreal y la actual dirigencia de Morena, encabezada por Yeidckol Polevnsky, se juega más que el futuro de una burocracia partidista: son candidaturas para decenas de cargos de elección en los tres niveles para 2021 y la definición de la candidatura presidencial de 2024. A decir del monrealista Alejandro Rojas Díaz-Durán, lo que está en riesgo es el Proyecto Alternativo de Nación del presidente López Obrador; en tanto que Bertha Luján, probable rival de Rojas en la pugna por la presidencia de Morena, advierte que todos los militantes deben “cuidar al partido” en vez de intercambiar insultos públicamente.
Con cinco años como partido político, con incipiente estructura y débil institucionalidad interna, aunque con Andrés Manuel López Obrador como presidente de la República y mayoría en el Congreso, Morena enfrenta su primera disputa interna por el poder: la dirigencia que definirá los candidatos a gobernador de 13 estados, 300 diputados federales, legisladores locales y alcaldes en 2021, así como la candidatura presidencial en 2024.
En medio de conflictos en varios estados del país, la feroz ofensiva de operadores políticos del senador Ricardo Monreal contra Yeidckol Polevnsky ha degradado el debate interno: a la secretaria general de Morena en funciones de presidenta la ubican al frente de una “nomenclatura de tufo estalinista”, y ella los tilda de “sabandijas” y de traficantes de candidaturas.
El tono beligerante preocupa a Bertha Luján, presidenta del Consejo Nacional de Morena y quien se perfila para la presidencia de ese partido político, que se elegirá en noviembre. Ella advierte que la prioridad debe ser la unidad interna para evitar que se corrompa, como el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
“Respecto al PRD, debemos tenerlo muy en cuenta: no queremos un partido electorero, que los grupos con intereses facciosos se apoderen de él y que Morena se convierta en un instrumento para lograr cargos públicos, sino que el proyecto principal sea la transformación del país.”
–¿Usted sí quiere presidir Morena?
–Puedo participar si veo que hay cierto consenso, que pudiéramos formar un equipo y yo encabezarlo, pero si no hay condiciones, no iría. No está descartada esa posibilidad, pero tampoco es un hecho. Faltan seis meses.
De lo que no tiene duda Luján, madre de la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, y contralora del gobierno de López Obrador en la capital del país, es que el deber de todos los miembros de Morena es “cuidar el partido”. Por eso reprueba los ataques contra Polevnsky por parte de allegados a Monreal, como Alejandro Rojas Díaz-Durán, quien podría ser su rival por la presidencia.
“Yeidckol es la cara de Morena; dañarla a ella es dañar al partido”, afirma Luján, quien no niega los numerosos conflictos internos. “Y los va a seguir habiendo. Tenemos diferencias, pero hay que encontrar las mejores formas de dirimirlas. Para eso hay normas y procedimientos.”
Y advierte que las críticas a Polevnsky, como las de Rojas, violan el estatuto partidario: “Lo que se dice en medios, este tipo de descalificaciones, lo que hace es ir en contra de Morena y del proyecto”.
Pese a que existe en su contra un procedimiento de expulsión de Morena –que se pretendía concretar el jueves 17, en plena Semana Santa–, Rojas Díaz-Durán ratifica que se está “jugando el todo por el todo” para arrebatarle el poder a la “nomenclatura de tufo estalinista” que, además de Polevnsky, integran el presidente del Senado, Martí Batres, y Héctor Díaz-Polanco, quien preside la Comisión de Honor y Justicia del partido.
En entrevista con Proceso, el senador suplente de Monreal, de quien fue coordinador de asesores con un sueldo de 101 mil pesos mensuales, acusa a Polevnsky de pretender instaurar una dictadura como la de Venezuela, ser cómplice del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y de ser discípula de Raúl Salinas de Gortari.
Y ubica, sin rodeos, la disputa en Morena: “¿Por qué es tan importante esta elección? Porque viene 2021, con 13 gubernaturas, varios congresos locales, presidencias municipales y los 300 diputados federales. Si esta nomenclatura –Yeidckol, Martí, Díaz-Polanco– sigue controlando el padrón, va a poder manipular, como lo hizo con Jaime Martínez Veloz en Baja California, a quien rasuraron del padrón”.
Rojas alude al proceso interno por la candidatura a la presidencia municipal de Tijuana, en el que Martínez Veloz no sólo no ganó una encuesta interna, sino que no apareció en el padrón partidario –cerrado desde 2017–, y también al de Puebla, donde la candidatura la obtuvo Miguel Barbosa con una encuesta impugnada por el senador Alejandro Armenta, quien fue allegado al exgobernador Mario Marín y es miembro de la facción de Monreal.
–¿Si se controla el padrón, se controlan las asambleas?
–Controlan las asambleas y controlan las designaciones, porque legitiman las famosas encuestas patito.
Por eso Rojas, quien asegura que es amigo de Monreal pero no su subordinado –“no soy su títere, como él no es títere de Andrés Manuel”–, propone que la nueva dirigencia no la defina el Congreso Nacional, previsto para el 20 de noviembre, sino una elección abierta a toda la ciudadanía y que sea organizada por el Instituto Nacional Electoral (INE).
“La dirigencia de Morena es un asunto de interés público nacional. ¿Quién va a tener la dirigencia? ¿En manos de quién va a estar este movimiento que apenas va a territorializar su fuerza y va a ser el movimiento y el partido más importante en la historia de México?”
–Sobre todo si esa dirigencia va a definir candidaturas en 2021…
–¡Y luego la sucesión presidencial! –aclara Rojas enseguida.
Integrante de la Corriente Crítica del Partido Revolucionario Institucional (PRI) tras la expulsión de la Corriente Democrática, en 1988, y fundador con Manuel Camacho y Marcelo Ebrard del Partido de Centro Democrático (PCD), en el 2000, Rojas usa un lenguaje frontal contra lo que llama la “nomenclatura” de Morena.
Acusa a Polevnsky, a Batres, a Díaz-Polanco y hasta a René Bejarano no sólo de admirar a Fidel Castro, Nicolás Maduro y al presidente de Corea del Norte, sino de usar a Morena para llevar a México a imitar esos regímenes, mientras que él encarna, dice, el Proyecto Alternativo de Nación de López Obrador.
Si la nueva dirigencia queda en manos de la misma “camarilla”, alerta, será la encargada de controlar los más de 50 mil comités seccionales del país, las más de 2 mil estructuras municipales, las 32 estatales y los millones de afiliados, a quienes “ellos controlarán y fanatizarán, porque van a tener los recursos, las estructuras, la autoridad política, los cargos, las dirigencias”.
Subraya: “Entonces sí, en poco tiempo, en tres o cuatro años, ellos tendrán en sus manos ese patrimonio democrático de México y el poderío hacia 2024. ¡Pueden descarrilar la Cuarta Transformación y llevarla a los calabozos autoritarios!”.
Yeidckol, amiga de Salinas
Aunque Morena obtuvo el registro como partido político en 2014 y su primera elección fue en la federal de 2015, la organización Movimiento de Regeneración Nacional fue creada por López Obrador en octubre de 2011, cuando aún era miembro del PRD, al que renunció tras la elección de 2012.
El primer presidente de Morena fue Martí Batres, y su secretario general López Obrador, quien luego sería candidato de ese partido a la presidencia, el 20 de noviembre de 2015, con Polevnsky como secretaria general y luego como presidenta en 2017.
Luego de que se aprobó prolongar un año el periodo de la actual dirigencia nacional de Morena, será el próximo 20 de noviembre, en su Congreso Nacional, cuando por vez primera se celebre una contienda interna con más de un candidato: al menos ese es el objetivo de Rojas Díaz-Durán.
El activismo de Rojas y de otros operadores de Monreal –varios de ellos, senadores que ambicionan ser candidatos a gobernadores– ha generado una convulsión interna en Morena, como en los estados donde habrá elecciones este año: Baja California, Puebla, Tamaulipas, Quintana Roo y Aguascalientes.
Pero el problema es nacional, asegura Rojas, porque además de que Polevnsky no visita los estados, envía a personeros para imponer candidatos. En Tamaulipas, por ejemplo, “entregó a Morena para tener candidatos débiles, a petición y a modo del gobernador pillo y sátrapa” Francisco Cabeza de Vaca, del Partido Acción Nacional (PAN).
De hecho, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federción (TEPJF) invalidó la lista de candidatos impugnada por la oposición interna, tal como esa instancia también obligó a Morena a argumentar la postulacion de Barbosa en Puebla.
Rojas asegura que en Quintana Roo Morena postuló candidatos ligados al exgobernador priista Roberto Borge, preso por corrupción, y en la elección extraordinaria de Monterrey, Nuevo León, Polevnsky fue cómplice del “fraude” contra el candidato del PAN, Felipe Cantú.
“No le levanté la mano porque simpatice con el PAN, nunca he coincidido con el PAN. Fui con Cantú para expresarle mi solidaridad, porque le hicieron un fraude que Yeidckol convalidó. En Nuevo León infiltraron a Morena desde las candidaturas de 2018 para poner a gente priista.”
Según el senador suplente de Monreal, en Morena hay dos visiones: la del proyecto Alternativo de Nación impulsado por López Obrador, que se propone ser “la vanguardia del nuevo régimen político mexicano, con un nuevo Estado social y de derecho”, con el que él se identifica, y la del grupo de Polevnsky, expresidenta de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra).
“Es la que yo llamo la nomenclatura de tufo estalinista, que es autoritaria, impositiva, excluyente, censora. Son los Torquemada de hoy, que quieren coartar las libertades públicas, la libertad de expresión fundamentalmente”, acusa el expriista, quien además asocia a Polevnsky con Raúl Salinas de Gortari.
“A Yeidckol la forma Raúl Salinas. El primer cargo de ella es ser enlace de la Canacintra con el gobierno de Carlos Salinas y se hace amiga de Raúl Salinas, como hasta la fecha. Ahí está la foto en la fiesta de Diego Fernández de Cevallos”, refiere Rojas, quien asegura que la vio en la oficina de Camacho Solís cuando éste era regente.
“Eso a mí me consta, porque un día que fue a ver a Camacho, me presentó a Yeidckol. Cuando ella salió, me dijo: ‘Me la envió Raúl para ser enlace en la Ciudad de México’.”
Rojas también desprecia a Díaz-Polanco, no por ser de origen dominicano, aclara, sino porque como presidente de la Comisión de Honor y Justicia lo pretende expulsar por ejercer sus derechos –“es un Torquemada”–, y a Batres lo califica de traidor a López Obrador.
Según él, en noviembre de 2017 las encuestas colocaban a López Obrador en tercer lugar, detrás de Margarita Zavala y de José Antonio Meade, por lo que Batres inventó que Monreal quería ser el candidato a jefe de gobierno para quedarse con Morena.
“Esos perversos, esa nomenclatura, empezaron a envenenarle el oído a Andrés Manuel, diciéndole que iba a perder. Fíjate, no tuvieron confianza de que fuera a ganar la Presidencia, porque ellos veían en las encuestas que iba Margarita en primer lugar y luego Meade, pero que sí podía ganar Monreal la ciudad.”
–¿Quién decía eso?
–Varios, Yeidckol entre ellos, y Martí, quien decía que, si ganaba Monreal (se lo llegué a escuchar en reuniones y hasta le reclamé), se iba a quedar con todo el movimiento. Pero lo que querían era quedarse con la ciudad y con Morena, querían quedarse con el botín.
Rojas asegura que ese grupo inventó también que Monreal quería ser el candidato de una coalición contra Morena, aunque esa oferta sí se la hicieron Enrique Peña Nieto, Miguel Ángel Osorio Chong y Miguel Ángel Mancera, pero él no aceptó.
“Después de esa campaña, aunque la perdieras, podrías vivir tranquilo toda tu vida, porque nos ofrecían todo, todos los recursos que quisiéramos”, refiere Rojas.
–¿Y quién le ofreció ser candidato?
–Desde Peña, Osorio Chong y Mancera, pero no aceptamos hacer una coalición contra Morena y contra Andrés Manuel. Eso fue lo que no aceptamos.
Al contrario, dice, Polevnsky y Martí sí traicionaron a López Obrador, porque no creían en ese momento que iba a ganar. “Esa es la puritita verdad. Lo sostengo frente a Martí. Se lo reclamé en su momento y lo denuncié”.
–¿Y si lo expulsan de Morena?
–¿Por decir la verdad? Que me expulsen. El tribunal ya reivindicará mis derechos políticos. ¡Tengo todo el derecho de decir la verdad!
El jueves 17, la Comisión Nacional de Honor y Justicia de Morena agendó una audiencia para el desahogo de pruebas y alegatos en el juicio contra Rojas, pero no se lo notificó. Exhibida la maniobra, debió reagendar “a efecto de garantizar el debido proceso”.
Rojas reaccionó: “Después del niño ahogado quieren tapar el pozo: ya violaron el debido proceso en el mismo momento de hacer del conocimiento público que me iban a enjuiciar en mi ausencia, en la oscuridad de sus prejuicios ideológicos”.
Apéndice de AMLO, no
La dinámica interna en Morena, que se ha convertido en un “fruto apetitoso”, según Rojas, ha concitado conflictos por la disputa de candidaturas y órganos directivos. Sólo en 2018 la Comisión Nacional de Honor y Justicia inició 837 expedientes y dio trámite ante el TEPJF a 492 juicios de protección de derechos políticos.
Al respecto, Bertha Luján afirma que la cantidad de asuntos que atiende ese órgano interno revela que en Morena existen garantías de que las inconformidades son atendidas.
“Todas sus resoluciones deben sujetarse a derecho, porque nuestros miembros pueden irse a los tribunales para dirimir controversias o conflictos. Entonces esta comisión tiene que actuar de tal manera que sus resoluciones puedan defenderse ante tribunales. No es cosa menor.”
Contrario de lo que sostiene Rojas, en el sentido de que “Morena todavía no es un partido plenamente organizado en el país”, admite rezagos por ser de reciente creación, pero asegura que su capacidad de organización –con casi 3 millones de afiliados– no la tiene ningún otro.
También admite que están pendientes definiciones, como la relación de Morena con sus gobernantes, aunque ella plantea que debe ser “conciencia crítica” y no un “apéndice del poder”.
“Es un proceso en construcción, porque el gobierno federal apenas va a cumplir cinco meses. Es una situación nueva y tenemos que irla construyendo guardando la sana distancia, como ha dicho Andrés Manuel. Yo creo que nuestro presidente está marcando la línea: nuestro gobierno es para todos, no de un partido.”
Morena no será un partido de Estado: “Todo lo contrario, las formas corporativas de organización las queremos echar abajo. Tenemos que construir esa sana distancia. Es decir, que estemos de acuerdo con políticas, con proyectos, no quiere decir que dejemos de lado el compromiso de ser también conciencia crítica”.
–No ser apéndice del poder.
–Así es. Cada uno tiene sus funciones y sus tareas distintas. En algunos casos somos complementarios en la construcción de la Cuarta Transformación, indudablemente, pero somos diferentes.
En Morena, dice, está en curso esa discusión, pero también qué tipo de partido se quiere construir para lograr un cambio profundo de régimen económico, político y social.
“Muchos, entre ellos yo, estamos convencidos de que tenemos que continuar siendo un partido-movimiento o un partido en movimiento, muy ligado a las luchas sociales, a la sociedad organizada y no organizada, a sus demandas, a sus agendas, y que esa puede ser nuestra gran contribución, ser ese puente entre sociedad y gobierno. Incluso convertirnos en gestores permanentes de lo que hace falta para avanzar.”
–¿Y saber decir no al gobierno?
–Sí, claro. Y en los distintos niveles. El partido debe ser conciencia crítica.
fuente.-
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