Sobre el despejado cielo azul, dos zopilotes dan vueltas en grandes círculos. La sensación térmica es de 36 grados en la zona de dunas y terreno pedregoso donde se estima fueron enterradas más de 50 personas en 37 fosas clandestinas.
En un radio aproximado de siete hectáreas, entre las comunidades Paraíso y Porvenir, organizaciones delincuenciales (el Cártel Jalisco Nueva Generación y Los Zetas) enterraron a sus víctimas.
Los “terrenos de la muerte” se encuentran entre tres playas concurridas por el turismo veracruzano: Chachalacas, Playa Juan Ángel y Paso Doña Juana. Cinco kilómetros separan esta zona del terror.
El nuevo narcocementerio fue dado a conocer ayer por el fiscal Jorge Winckler Ortiz, en vísperas de la visita que el fin de semana realizará el presidente Andrés Manuel López Obrador al Golfo de México.
En rueda de prensa, Winkler afirmó ayer que “se reservaba” el lugar del camposanto por la “seguridad” de policías ministeriales y personal del Servicio Médico Forense, quienes –dijo– custodiarían el sitio y harían las diligencias correspondientes.
Sin embargo, este jueves una veintena de reporteros visitó las narcofosas después de peinar tres municipios de la región, visitar tres playas y bordear dos ríos. Lo asombroso fue descubrir que el sitio criminal se encuentra sin resguardo ni diligencias por parte de la Fiscalía General del Estado (FGE).
Ello, pese a que un día antes la FGE ofreció un “recorrido vip” a integrantes de la Comisión Nacional de Búsqueda y a periodistas afines.
Para llegar al camposanto, los sicarios tuvieron que atravesar la playa de Chachalacas en Úrsulo Galván y tomar una brecha de 10 kilómetros de terracería, pasando ranchos ganaderos, cultivos de caña de azúcar y predios abandonados, sobre un terreno sinuoso y estrecho que conduce hacia las playas Juan Ángel y Paso Doña Juana.
En al menos 14 cuadrantes la FGE colocó cinta amarilla, para que posteriormente se realice la exhumación de los restos óseos. Se estima que en cada fosa los cuerpos fueron enterrados a una profundidad de medio y un metro.
En esta región del sotavento veracruzano se han denunciado desapariciones masivas en Ciudad Cardel y Úrsulo Galván, sin ninguna respuesta por parte de las autoridades. Incluso entre 2013 y 2014 fue “levantado” dos veces en esta zona el reportero Sergio Landa Rosado. La segunda vez los sicarios zetas ya no lo regresaron a la redacción del Diario de Cardel.
En 2013 ocho policías municipales de este municipio fueron desaparecidos, y hasta el día de hoy se desconoce su paradero.
Las fosas clandestinas en Úrsulo Galván son las primeras halladas en el gobierno del morenista Cuitláhuac García. En el sexenio del priista Javier Duarte fueron localizadas 65, pero las autoridades sólo reconocieron nueve.
En el bienio del panista Miguel Ángel Yunes Linares se potenció el hallazgo de las fosas de Arbolillo (244 osamentas halladas), Colinas de Santa Fe (305 cráneos y 21 mil fragmentos óseos) y Cerro de “Los Sótanos” en Río Blanco, de donde hasta ahora se han exhumado más de 12 cuerpos humanos, pero hay medio centenar de puntos marcados.
Sobre las narcofosas de Paraíso y Porvenir, el fiscal Jorge Winckler ya advirtió que los trabajos de exhumación podrían llevarse varios meses, incluso un año.
En los últimos seis años, tan sólo en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río-Alvarado se han hallado 650 cadáveres en fosas clandestinas, de los cuales menos de 50 han sido identificados.
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