De un lado de un cristal en la sala de visitas del Centro Correccional Metropolitano de Manhattan, en Nueva York, se coloca el mundialmente famoso y temido narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera. Del otro lado, se ubica Mariel Colón, una de sus abogadas.
Guzmán Loera, quien enfrenta cargos por narcotráfico en Estados Unidos, es mexicano, mientras que Colón es puertorriqueña. Más allá de la relación entre abogado y cliente, a ambos les conecta algo más: el idioma español.
Según la abogada de 26 años, este es el escenario que se repite casi a diario por los pasados nueve meses en la prisión donde permanece “El Chapo”, supiesto líder del cartel de Sinaloa, tras ser extraditado a Estados Unidos en 2017 por el gobierno de México.
Guzmán Loera es acusado de liderar una organización criminal vinculada al asesinato de decenas de personas, así como de introducir a suelo estadounidense más de 155 toneladas de cocaína a lo largo de 25 años, un tráfico de sustancias ilegales que le representó ganancias de $14,000 millones. De ser encontrado culpable, se expone a una condena de cadena perpetua. Guzmán se declaró inocente.
El juicio en su contra, que ya se adentra a su etapa final en una corte de Nueva York, inició en noviembre de 2018 y su defensa la componen seis abogados del bufete Michael Lambert, entre los que se encuentra la licenciada boricua natural de Carolina.
Colón comenzó a estudiar Derecho en 2014 en la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras, pero luego se trasladó a la Escuela de Derecho de Nueva York, donde culminó su preparación en 2017.
Una vez revalidó, comenzó a buscar trabajo tras realizar varias prácticas. Sin embargo, nunca pensó que su carrera como abogada arrancaría formando parte del equipo de defensa de uno de los narcotraficantes más prominentes y peligrosos del mundo que dirigió el Cartel de Sinaloa, en México, desde 1989.
“Decidí tomar un trabajo como paralegal en una firma (de abogados). Cuando llegué a la entrevista, me dijeron lo que iba a estar haciendo y luego de que yo acepté, me dijeron ‘by the way, el cliente es Joaquín Guzmán Loera, el Chapo’”, relató Colón en entrevista telefónica con El Nuevo Día.
La abogada confesó que conocía muy poco de su cliente de 61 años, por lo que tuvo que comenzar a estudiar el caso.
“Lo que yo aprendí y conocí de este personaje y este caso fue a través de evidencia y documentos oficiales, yo no indagué nada en las noticias. Eso para mí no es válido”, explicó Colón.
Asimismo, rechazó que en algún momento sintiera temor o se sintiera intimidada por su cliente y su historia.
“Me dejé llevar por lo que conocí del cliente, lo que hablé… pero jamás tuve miedo, para nada. Desde que lo conocí es una persona muy respetuosa y ha sido una relación de abogado-cliente”, describió.
Aunque la joven licenciada comenzó como paralegal, las responsabilidades fueron aumentando en el bufete Michael Lamberthasta que fue admitida formalmente en el caso y contratada como abogada.
Colón se unió al grupo de abogados, de los que solo dos hablan español. La abogada entiende que este fue uno de los puntos a favor a la hora de ser contratada, pues el cliente no domina el idioma inglés.
“Yo soy una persona vital en la comunicación del cliente con el resto de los abogados y la evidencia. Es una responsabilidad muy grande”, dijo.
Actualmente, su rol es la preparación del cliente para cada una de las vistas del juicio que tan pronto como este viernes podría entrar en la etapa de deliberación por parte del jurado.
Se ganó la confianza de El Chapo
Colón explicó que visita a “El Chapo” de cinco a seis días a la semana para consultar la evidencia o auscultar detalles del caso.
La abogada contó que la primera interacción con el cliente fue determinante para crear un ambiente de confianza, pues la única visita que recibe “El Chapo” es la suya y la de sus dos hijas gemelas que residen en México.
“Llegué, obviamente él no me conocía, él sabía que yo iba a ir visitarlo. Llegué de una forma muy respetuosa. Con un ‘¿Cómo tu estás?’. Nos intercambiamos palabras como cuando uno se conoce por primera vez”, relató sobre ese primer encuentro.
“Luego intercambiamos un poco de nuestras vidas, para sentirnos más cómodos, que nos conociéramos un poco porque, obviamente, éramos dos desconocidos, nos acabábamos de conocer”, subrayó.
Las visitas en la cárcel ubicada al sur de Manhattan se dan dentro de un ambiente controlado. No hay contacto físico y están separados por un cristal.
Aunque, no puede ofrecer muchos detalles sobre el caso o su cliente por orden del juez a cargo del juicio, Colón dijo que siempre hay espacios para risas en sus intercambios con “El Chapo”. Pero cuando “es momento de ponerse serio, unose pone serio”.
Guzmán Loera tiene que regirse por unas reglas de la corte que no permiten que los abogados, ni el cliente, puedan pasar mensajes a la familia ni a terceras personas. Estas condiciones se producen por el precedente de las dos fugas de prisiones en México que protagonizó el narcotraficante en 2001 y 2016, respectivamente.
“El Chapo” ocupa una celda en la sección de máxima seguridad de la cárcel. Allí pasa 23 horas al día solo y tiene una hora para ejercitarse. Es monitoreado en todo momento por los oficiales y nunca se le apaga la luz. Colón considera que estas medidas “son extremas” al punto de que están afectando la memoria de su cliente.
“Le duelen los oídos y la cabeza porque el sistema de ventilación en su cuarto sopla un aire seco, que no es un aire natural. No puede ver la luz del sol, ni siquiera tiene una ventana para respirar aire (natural)”, aseguró.
Colón evitó abundar sobre el nivel de la pérdida de memoria de su cliente y qué impacto podría tener en el desenlace del juicio. Precisamente, el lunes pasado la fiscalía anunció que terminó la presentación de evidencia que se extendió por 11 semanas y en el que presentaron 56 testigos, cientos de textos que fueron interceptados y fotografías.
Ese mismo día, Guzmán Loera declinó testificar en el caso, pese a que el 20 de enero la defensa lo había colocado en la lista de testigos potenciales.
Este martes, tras interrogar por menos de una hora a un agente del FBI, el equipo defensor de Guzmán anunció que terminaba con su presentación de pruebas y llamadas a testigos.
El juez Brian Cogan expresó que iniciaría el proceso técnico de revisar la presentación de cargos junto a la fiscalía y los abogados, sin el jurado presente. Este miércoles se espera que el jurado escuche los argumentos de cierre de la fiscalía y el jueves los de los abogados. Es posible que las deliberaciones del jurado arranquen el viernes, aunque eso también podría ocurrir el próximo lunes.
Colón declinó abundar sobre las expectativas del equipo legal y se limitó a resaltar el significado que el caso tiene para su carrera.
“Esto es una oportunidad para adquirir experiencia, el resto de mi equipo legal son unos abogados muy capaces, muy reconocidos con una trayectoria que habla por sí sola y, pues, para mí esto ha sido una bendición y una oportunidad increíble. Cada vez aprendo más, no solamente de los abogados, sino de los jueces y los mismos fiscales”, acotó.
Una vez culmine el caso, Colón indicó que espera continuar trabajando en la representación de acusados en casos criminales.
fuente.-José Orlando Delgado Rivera/Diario Nueva York/
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