La propuesta del ministro Zaldívar, que terminaría con la prohibición para el consumo de mariguana en nuestro país, se hace cargo de un problema que no había sido enfrentado por el Poder Ejecutivo y mucho menos por el Legislativo: es absurdo seguir peleando por una sustancia que no produce alteraciones graves a la salud.
Es la única salida para no caer en el riesgo de legalizar por las razones equivocadas. El por qué de la legalización es importante, como lo apuntamos en estas páginas en su momento (“El negocio de legalizar”, 6 de enero de 2014): “Si la respuesta es relativa a la disminución de la violencia, es un hecho que ésta no habrá de ocurrir por sí sola. Los grupos delincuenciales simplemente voltearían hacia otros negocios igual o más redituables en el mismo marco de ilegalidad, como el secuestro, la extorsión o la piratería. Como ya lo han estado haciendo. Si hemos de legalizar la mariguana por allegar más recursos al Estado, ¿no sería más sencillo recaudar con más efectividad? Además, en este orden de ideas, ¿no sería una contradicción que el Estado obtenga más ingresos a expensas de la salud de sus ciudadanos? ¿Podría haber un acto menos ético por parte de la autoridad? Y el que así ocurra con el tabaco o el alcohol no puede justificar que se haga de nuevo. La única razón válida para legalizar el consumo de la mariguana sería el hecho de que se reconozca que es una sustancia inocua, que por su propia naturaleza no representa un riesgo a la comunidad”.
Eran los tiempos en que Fox hablaba con entusiasmo del negocio de legalizar, sin duda engolosinado por los precios de la mariguana en los lugares en los que está legalizada, y que mostraban un contraste brutal con el precio resultante del modelo uruguayo. Decíamos entonces: “La legalización de las drogas por los motivos equivocados sería el peor error en la lucha contra el crimen organizado. A menos de que se diera en condiciones similares a las de Uruguay, los consumidores seguirían estigmatizados y los precios se irían al cielo, con barreras de entrada legales que permitirían a unos cuantos manejar el mercado a su antojo. Y cuando los trasnochados que apoyan la legalización a como dé lugar se den cuenta de que tendrán que pagar diez veces más por su droga, que no podrán fumar en todos lados porque nunca se trabajó realmente en derrumbar los prejuicios, y que no hay marcha atrás en un proceso planteado desde los fines sin importar los medios, no tendrán más remedio que llamar a su antiguo dealer y seguir comprando en el mercado negro. Con los mismos riesgos y alimentando a las mismas mafias que ahora, pero habiéndole puesto en las manos un negocio multimillonario a quienes ahora nos venden la legalización como la cura a todos nuestros males”.
La propuesta es audaz, y desatará todo tipo de reacciones: desde los opositores con argumentos fundados en prejuicios hasta quienes, sin duda, tratarán de aprovecharse de la nueva ola en cuanto terminen de deshacer la maleta del viaje a Europa. La legalización de la mariguana en nuestro país incidirá en la elección estadunidense, y marcará un parteaguas no sólo para nuestro sistema de justicia sino para la sociedad entera: es momento de entender que mucha de la sangre derramada ha sido producto de un juego perverso de codicia e ignorancia que gira en torno de algo que, en realidad, no era tan importante. No tanto como para lo que hemos vivido.
Nuestra sociedad está cambiando, y es refrescante que se entienda así desde una Suprema Corte cuya futura autonomía hoy está a debate. Por eso es importante defenderla, por eso es importante, más que nunca, asegurarnos de que a la Corte no lleguen ni más cuotas ni más cuates.
fuente.-
*** Te puede interesar leer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: