En Jalisco —el estado mexicano famoso por su producción tequilera— la violencia es habitual y no hace demasiado tiempo que alcanzó sus cotas más altas. Felipe Camarena se despertó una noche en su casa, en el municipio de Arandas, sobresaltado por el sonido de las metralletas. Los estertores y las ráfagas se siguieron escuchando a lo largo de la noche.
"Fue horrible", relata el destilador. Camarena cuenta que se asomó a la ventana de su habitación y vio cómo se llevaban 15 cuerpos, a pesar que la prensa local informaría horas más tarde que solo se trataba de 2. Camarena, sin embargo, no olvida lo que vio: "Pensé: ¿Es esto una guerra o qué cosa es?"
Sucedió en 2011. Camarena relata a VICE News cómo, por aquel entonces, los productores de tequila que destilaban su licor en las legendarias montañas de Jalisco padecieron una dura oleada de amenazas, intentos de secuestro y de extorsiones. Entones el crimen organizado también les cobraba un impuesto revolucionario por importar el agave —el cactus azul y erizado del que procede el tequila— de la vecina Michoacán.
La violencia se achacaba entonces, fundamentalmente, a los miembros del violento cartel de los Zetas. Sin embargo, a lo largo de los dos últimos años, la organización ha perdido gran parte de su peso en esa zona y en el país. La mayoría de sus líderes principales han sido capturados o asesinados por las fuerzas del gobierno y sus rivales les han usurpado gran parte del terreno que ocupaban.
Sin embargo, la sombra del crimen organizado sigue desplegada sobre una de las industrias más emblemática del país. Todo apunta a que las pequeñas destilerías están siendo absorbidas por organizaciones criminales tan poderosas como el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG). Los criminales se estarían aprovechando de ellas para blanquear sus sucias cuentas.
El mes pasado, el departamento del Tesoro de Estados Unidos incorporó a la marca de tequila Onze Black a su lista negra. Se trata de un listado la de negocios implicados en operaciones de blanqueo de capitales, elaborado a la luz de una ley estadunidense que identifica a los magnates del narcotráfico internacional, la Foreign Narcotics Kingpin Designation Act.
Onze Black es una marca pequeña y poco conocida producida en Tepatitlán y promovida en conciertos de mariachi y en peleas de gallos locales. La legislación estadunidense decretó que Onze Black está suministrando "apoyo financiero" al CJNG conjuntamente con otras empresas asentadas en Jalisco.
"El CJNG se ha servido de la violencia indiscriminada y de la corrupción para convertirse en una de las organizaciones de narcotraficantes más poderosas de México", explica John E.Smith, miembro de la Oficina de Activos Extranjeros del departamento del Tesoro. "La variedad de negocios descubiertas al día de hoy son una prueba incontestable de la profunda huella que el CJNG está dejando en la economía local e internacional.
No casualmente, una de las propietarias a cuyo nombre está registrada la marca Onze Black es Jessica Oseguera, la hija de Nemesio Oseguera, alias "el Mencho", y máximo responsable del cártel.
El personal que trabaja en la destilería que produce Onze Black ha confesado a VICE News que ignoran que su compañía tenga vínculo alguno con el narcotráfico. Y que no tienen nada más que decir.
Hace dos años, la oficina estadunidense incorporó a su lista negra a la marca de tequila El Viejo Luis, acusada de blanquear los activos del cártel Los Güeros, un tentáculo del cartel de Sinaloa, que, desde entonces, parece haberse evaporado del paisaje criminal chicano.
Viejo Luis estaba considerado como un tequila de primera calidad que se exportaba a destinos como Estados Unidos, Europa o Sudáfrica. Los vendedores de alcohol de Guadalajara comentaron a VICE News que la marca se hizo popular gracias a sus constantes promociones de "dos por uno". Tal sería un indicativo de que el producto se vendía muy por debajo de su valor en el mercado.
Luis Margáin, un abogado de cabellera blanca que acumula más de 45 años en la industria del tequila, cuenta a VICE News que asesoró a uno de los principales de la marca cuando ésta salió al mercado.
"Yo conocí a una persona amable; te imaginas todo menos que sea narco", recuerda Margáin en su despacho de Guadalajara. "Lo tuve sentado en esta mesa, platicando de que quería hacer una fábrica porque quería hacer miles de litros" .
Margáin aconsejó a los inversores, de quienes ignoró que fuesen delincuentes hasta mucho después. El abogado les ayudó a alquilar una destilería ya existente para crear un producto para ellos, una práctica muy habitual entre los nuevos inversores. El abogado insistió que en casos así las destilerías son casi siempre las partes inocentes. Estas raramente conocen a sus clientes y no están obligadas a averiguar de dónde proceden sus fondos.
El Viejo Luis cesó sus operaciones tres meses después de ser incluida en la lista negra, a pesar que los directivos de la compañía no fueron nunca denunciados.
Si bien el gobierno de Estados Unidos prohíbe a sus ciudadanos hacer negocios con compañías que están incluidas en la lista negra y tiene potestad para congelar las cuentas que entren en su jurisdicción, no puede obligar a las autoridades mexicanas a intervenir.
Eduardo Buscaglia, experto en crimen organizado internacional, explica que es algo que pasa muy pocas veces.
"En México no hay reacción del estado cuando denuncias", comenta para VICE News. Buscaglia asegura que el dinero lavado en negocios como el del tequila se destina luego a la financiación de campañas políticas.
Además, el estado mexicano casi nunca somete a auditorías a las compañías financieras sospechosas de lavar dinero. "El gobierno mexicano básicamente paraliza cualquier tipo de acción contra empresas boletinadas en el exterior".
El experto en tequila Mike Morales está convencido que la implicación del narcotráfico en la industria del tequila no ha alcanzado la consideración de problema serio. Morales cree que los cárteles tendrían serias dificultades para infiltrarse en la actividad de las grandes compañías de tequila del país. Estas disponen de sus propias destilerías, a menudo propiedad de consorcios multinacionales. Es mucho más sencillo y seguro blanquear el dinero a través de marcas pequeñas que aparecen tan pronto como se disuelven.
Morales considera que los legisladores "les han puesto muy difícil a los narcos la posibilidad de entrar en la industria, a la que tampoco le sale a cuenta correr el riesgo de que la asocien con el narcotráfico.
El Consejo Regulador del Tequila prefirió no hacer declaraciones públicas, pueso que las finanzas de los inversores investigados no forman parte de su jurisdicción.
Patrick Corcoran es un analista que trabaja para la web Insight Crime. Corcoran explica para VICE News que, a su entender, la disminución de delitos en contra de los productores de tequila tiene un gran motivo: que el CJNG ha desterrado de la zona a los miembros de cártel de los Zetas.
"No cabe duda que el cártel de los Zetas es mucho más agresivo con la industria legal", cuenta. En cambio, el CJNG "prefiere colaborar con la industria antes que obligarla a hacer nada a punta de pistola".
En las accidentadas y onduladas cumbres de Jalisco, salpicadas por hileras interminables de agave azul, todavía se interponen denuncias por extorsión. Sin embargo, las destilerías reconocen que la situación se ha suavizado mucho. Eso sí, el riesgo de ser repentinamente abducidos por una organización criminal nunca dejará de flotar en el ambiente.
"Podría pasar cualquier cosa", sentencia Camarena. Para el productor, sería fácil caer casi sin querer en una situación en que hay que permitir a los narcos que utilicen sus infraestructuras para simular que sus negocios son honrados.
"Igual yo te vendo tequila a 100 pesos el litro y tu escribes en los libros de contabilidad de tu compañía que estás vendiendo cada litro a 1,000 pesos. Es posible que no hayas vendido una sola gota, pero aprovechas para justificar el dinero que te entra en el ejercicio de cualquier otra actividad ilegal".
Camarena tuvo que movilizar a sus hijos lejos de los confines de Jalisco, después de que un grupo de hombres armados desvalijaran uno de sus camiones en los días en que la violencia se salió de control. Quizá eso explica que el productor siga siendo escéptico con el final de la violencia.
Al día de hoy, nunca repite el mismo trayecto dos días consecutivos para desplazarse de su casa a la destilería de la que es propietario y que produce una marca de tequila llamada G-4.
"Lo hago para eludir las rutinas, para que a ellos no les sea tan fácil localizarme", narra el destilador. Camarena se ha acostumbrado a ocultar sus curtidas facciones bajo un sombrero encalado o una gorra de béisbol. "Lo mismo se cansen y vayan por alguien más fácil de localizar".
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