Ana Gabriel se plantó en el escenario de Orlando Florida y, sin pelos en la lengua, paró su concierto para soltar lo que muchos callan: “lo más cruel acaba de suceder con el alcalde de Uruapan”. En pleno show y con la voz quebrada de rabia, la cantante lanzó su pésame a Michoacán —y especialmente a Uruapan— mientras el público le aplaudía como si acabara de dar el grito de Independencia.
Lejos de la pose de artista intocable, Ana Gabriel fue puro corazón y tripas, y tiró la corrección política por la borda: “México tiene que despertar. Somos más los buenos, y sé que lo que estoy diciendo me pone en peligro, pero no me importa si soy alguien que puede levantar la voz”.
No habló como activista de ocasión. Lo dejó claro: no es política, ni busca titulares baratos. Pero tampoco es de piedra y, entre lágrimas, confesó: “sí soy gente que tiene sentimientos y tiene un corazón que está herido con las muertes que están sucediendo”. Sus palabras se colaron por redes con la fuerza de un puñetazo en la mesa en medio de la pasividad que parece reinar frente a la violencia desbordada en México.
Pero la cosa no terminó ahí. Cuando todos esperaban la siguiente balada, Ana Gabriel pidió paz, unidad y hasta fe, voceando que cree en Dios, en la gente y hasta en el dolor que estamos viviendo. Y para cerrar, lanzó otra joya: “Gracias por dejarme hablar… intento dejarles mi corazón en cada canción”.
Mientras tanto, las autoridades anuncian operativos y la visita de altos mandos, pero en ese escenario de Orlando, lo que retumbó fue la valentía de una artista que no le tembló la voz para llamar a las cosas por su nombre, aunque eso —según reconoció— le pueda costar caro.
Con informacion: INFOBAE/
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