Ahora sí que los conservadores y la prensa fifí se volaron la barda. Salieron con la tontería de que el caso del exdirector de Petróleos Mexicanos, Emilio Lozoya, es una cortina de humo para que no se hable de temas como el del manejo de la pandemia o la situación económica del país.
Pero aún más aberrante es que el caso de don Emilio busca ser utilizado por el presidente Andrés Manuel López Obrador para obtener ganancias electorales el próximo año y evitar que Morena pierda su mayoría en el Poder Legislativo.
¿Qué les pasa, señores neoliberales? Sus argumentos se caen a pedazos uno a uno.
Vayamos en orden. El caso de Lozoya es un éxito de la lucha anticorrupción de la Cuarta Transformación, pues con sólo darle un trato VIP, evitar que pise la cárcel; dejar sus cómplices familiares en paz y no pedirle que regrese los millones de dólares en sobornos que se enchalecó… él a cambio, y en reciprocidad, entregará en bandeja de plata al expresidente Carlos Salinas de Gortari, al ex presidente Felipe Calderón, al ex presidente Enrique Peña Nieto, al ex secretario de Hacienda, Luis Videgaray; a decenas de diputados, senadores y gobernadores, dos secuestradores, cinco narcomenudistas, siete carteristas, tres robacoches, dos robachicos y ocho, o nueve, revendedores de boletos de los toros en la Plaza México.
Si lo ve fríamente, la colaboración de Lozoya está saliendo barata, de hecho, incluso, deberían darle nuevamente la dirección de Pemex, pues ya ve que al actual director, Octavio Romero Oropeza no da una, al grado de que la petrolera perdió más de 606 mil millones de pesos en solo seis meses.
¿Se imagina usted lo que significa que, cada minuto, la empresa de todos los mexicanos quemó 2.3 millones de pesos en medio año? Por muy mano larga que haya sido Lozoya es posible que durante su gestión no lograra robarse 2.3 millones de pesos por minuto, aunque sería cosa de hacer cuentas, pues capacidad de hacer dinero a costillas de la empresa, al parecer, sí la tenía.
Pero regresemos al tema central. Una vez que Lozoya diga todo lo que sabe de expresidentes, exlegisladores, exgobernadores y demás pillos, la Fiscalía General de la República y la Unidad de Inteligencia Financiera tendrán que documentar lo cantado por el exdirector de Pemex. Si por casualidad esas investigaciones se extienden hasta el próximo año electoral, eso ya no es culpa de este gobierno, sino de los tiempos jurídicos, y nada tendrá que ver con la competencia en las urnas.
Y si al final del día, ni Calderón, ni Peña, ni Videgaray, ni los legisladores, ni los revendedores acaban en prisión, eso también será ya un tema de los jueces, pues la lucha se le hizo, pero ya ve usted cómo son en los tribunales que quieren pruebas para todo y no les basta con el juicio del pueblo bueno.
Pero aún más, ¿para qué querría el gobierno de la bienaventurada Cuarta Transformación desviar la atención de temas en los que nos está yendo tan bien? Al contrario, si por el gobierno fuera se hablaría todo el día de lo exitosa que ha sido la estrategia para enfrentar la pandemia de Covid-19. La única condición sería que durante las 24 horas quien hablara del tema fuera el único hombre en el país que sí sabe, el doctor Hugo López-Gatell, pues ya ve que él maneja los números de forma correcta; y aunque cada día crece el número de contagios y de muertes, él defiende la versión del Presidente de que la pandemia se está domando, y que México lo está haciendo como los meros machos: a pelo y sin cubrebocas.
Y no hay una razón lógica para no hablar del exitoso manejo de la economía y las finanzas del país. Desde luego que las cifras son desastrosas, pero espere, no se acelere. Es cierto que la economía de país cayó a niveles nunca antes vistos en la historia moderna (el PIB cayó 18.9% el pasado trimestre), además de que la recaudación de impuestos también se desplomó y unos 15 millones de personas están desempleadas.
Sin embargo, no todo es negativo. La primera buena noticia es que el Presidente ya decretó que hemos tocado fondo, así que si usted es de los millones que se quedó sin trabajo o perdió su patrimonio, no se preocupe, ya no podrá caer aún más.
En este mismo orden de ideas, la segunda buena nueva es que el jefe máximo de la 4T dijo que la estrategia y las medidas económicas tomadas “fueron las correctas”. Imagínese si hubieran tomado el rumbo equivocado qué hubiera sido de nosotros, de la cuadra, del barrio, de la colonia, de la alcaldía, del estado, del país entero. ¡Caray!
“¿Qué puedo decirle a la gente, al pueblo? Que ya pasó lo peor y que funcionó la estrategia, y que ya nos estamos recuperando y que los datos son hasta el mes de junio, que no incluye julio y todo lo que consideramos va a suceder en agosto, septiembre y lo que falta del año, y que va a ser una ‘V’, que caímos, que esto es lo que estamos viviendo ahora, también como cayeron todas las economías del mundo, no es un asunto de México, es un asunto mundial por la pandemia, entonces en el caso nuestro es que caímos y ya estamos repuntando, ya estamos saliendo en la creación de empleos”, dijo ayer el Presidente cuando le preguntaron qué opinaba de los datos que muestran que la economía mexicana cayó 18.9% en el pasado trimestre.
Y para que esté tranquilo y bien informado escuche lo siguiente que dijo el mandatario: “Crecimiento no necesariamente significa más o menos pobreza, ese es un asunto de la tecnocracia, de la forma cómo medían anteriormente”.
Así que esta caída brutal de la economía, solo le pude afectar a usted si la mide con la vara de los neoliberales y conservadores, pero si lo hace con la vara de la Cuarta Transformación verá que estamos bien, de buenas y felices.
De este modo, no habría razón para que el gobierno quisiera utilizar el caso Lozoya como una bomba de humo. Al contrario, al gobierno le convendría que todos los reflectores estuvieran sobre su hazaña titánica de haber logrado que la economía solo se cayera 18.9% y que en el país únicamente existan 15 millones de personas en capacidad de laborar, que están desempleadas. ¡Eso es para presumir, ni para ocultar detrás de un escándalo de corrupción!
No se deje engañar, se lo suplica este Arlequín; recuerde esta frase del gran filósofo de Macuspana: “El pueblo no es tonto, tonto es el que cree que el pueblo es tonto”. Así que no sea tonto y dese cuenta de que todos los datos disponibles solo comprueban lo dicho por el Presidente al inicio de la crisis del coronavirus, que esta pandemia “nos vino como anillo al dedo” y nos ha dado la oportunidad de comprobar que al frente del país hay alguien que tiene claro el rumbo y el timón firme y que no necesita de distractores, chivos expiatorios o vulgares cortinas
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