El 19 de abril de 2019, tres hombres armados irrumpieron en una fiesta familiar, celebrada en la palapa “Los Potros”, en Minatitlán, Veracruz. Dispararon a mansalva y dejaron a 15 personas muertas, incluyendo un bebé.
El 24 de agosto de 2019, el bar “Caballo Blanco”, ubicado en Coatzacoalcos, a 20 kilómetros del sitio de la masacre de Minatitlán, fue incendiado deliberadamente por un grupo de delincuentes. Al menos 28 personas perecieron en las llamas.
¿Qué pasó en los cuatro meses que median entre esas dos tragedias? Pues pasó que la Guardia Nacional (GN) llegó y luego se fue. O al menos eso dicen las fuentes oficiales.
Una semana después de los acontecimientos en Minatitlán, el gobierno federal ordenó el despliegue de 1,059 elementos de la GN. Se trató, según se informó en ese momento, del estreno de la nueva corporación. De acuerdo con el secretario de la Defensa Nacional, general Luis Crescencio Sandoval, esos elementos cubrirían “Minatitlán, Cosoleacaque, así como Coatzacoalcos”.
Sin embargo, el 13 de agosto, en la conferencia mañanera del presidente de la República, se presentó un reporte de avance de la GN que, entre otras cosas, detallaba el despliegue inicial de la corporación por coordinación territorial. Y allí se informaba que en la coordinación 1 de Veracruz, compuesta por los municipios de Minatitlán, Cosoleacaque y Coatzacoalcos, se tenía un despliegue de 289 integrantes de la GN, de los cuales 206 provenían de Sedena y 83 de Semar. Es decir, 770 menos elementos que en abril.
Esa diferencia genera varias interrogantes:
1. ¿Hubo un repliegue masivo de la GN entre abril y agosto? De ser el caso, ¿quién lo decidió? ¿Se discutió en las reuniones que sostiene el presidente López Obrador con su gabinete de seguridad todas las mañanas? ¿Se le informó al gobernador Cuitláhuac García? Más importante, ¿por qué se decidió? La situación en la región no había mejorado mayormente en estos meses. De hecho, en algunas métricas, parecía ir empeorando: Coatzacoalcos registró 15 homicidios dolosos en julio contra 9 en abril. Asimismo, se reportaron al menos cuatro ataques incendiarios en la ciudad en el mes y medio previo a la tragedia del “Caballo Blanco”. Entonces, ¿por qué reducir estado de fuerza?
2. ¿Por qué, a la luz de la masacre de Minatitlán, no se le dio prioridad a la región en el despliegue inicial de la GN? Según el reporte del 13 de agosto, cuatro de las ocho coordinaciones territoriales de Veracruz tenían más personal asignado que la región sur del estado. Por ejemplo, la coordinación territorial 5, con sede en Martínez de la Torre, Poza Rica y Papantla, tenía a 406 elementos. A la 8, con sede en Coatepec y Xalapa, se le asignaron 390 elementos ¿Por qué esa distribución? ¿No sé suponía que las regiones más violentas recibirían atención prioritaria? (La tasa de homicidio de Coatzacoalcos es dos veces superior a la de Xalapa).
3. ¿Los elementos que fueron enviados en abril siguen allí, pero ya no forman parte de la GN, sino del Ejército o la Marina? Es decir, ¿el gobierno traslada a discreción elementos de la GN a la fuerza armada permanente y viceversa? Si es el caso, ¿dónde queda la “separación funcional” que mandata la ley orgánica de la GN?
En conclusión, los terribles hechos de Minatitlán y Coatzacoalcos deberían obligar a una reflexión amplia sobre la estrategia de despliegue de la GN. Como se anticipó en esta columna hace algunos meses, los números no parecen estar dando para un despliegue permanente de la GN en todo el territorio. Habría tal vez que pensar en una distribución más focalizada. Eso, o resignarnos a estar siempre un paso atrás de la violencia.
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