"Ahí cuando venda el caballo, te compro un vestido, mija". Así suena López Obrador cuando hace unos días le prometió a la comunidad de Zacualtipán que cuando venda el avión presidencial destinará parte de los fondos obtenidos a dotarles de agua potable.
El avión se está pagando a plazos. Todo indica que su venta no generará flujo al gobierno, sólo se dejarán de abonar pagos. Además, ha prometido ya cuatro veces esos recursos para distintos proyectos.
Lo más preocupante es que refleja cómo ve al gobierno: como si fuera su propiedad. Él lo decide todo. Cuál rubro merece un recorte, cuál un aumento. Qué obra hacer y dónde. Cancelar el aeropuerto en Texcoco fue su ocurrencia.
Como considera al país su rancho, ni siquiera se preocupó por argumentar bien las razones para cancelarlo. Tampoco ha sacado todos los permisos para ampliar Santa Lucía. Por eso ciudadanos organizados interpusieron una serie de amparos para evitar que se tire a la basura lo invertido en Texcoco. Lo peor es que administra mal sus propiedades: el aeropuerto en Texcoco le habría dejado mucho dinero al gobierno mexicano.
Un ranchero poderoso no tolera que un trabajador le diga qué se puede y qué no. Así parece que ve a los jueces: como empleados rebeldes. Como por lo pronto no los quiere correr ni ignorar sus sentencias (por ello quizá dijo este lunes "yo me he tenido que autolimitar mucho, ¡no saben cuánto!"), mejor busca una artimaña legal para que se haga su voluntad. Con ese fin, el gobierno optó por declarar el aeropuerto de Santa Lucía un asunto de seguridad nacional y así pretender que el Poder Judicial deseche los cientos de amparos interpuestos en contra de la ampliación de dicho aeropuerto.
El alegato es absurdo. Hoy, Santa Lucía cumple con las necesidades de seguridad nacional del país. Con Texcoco funcionando, también se hubieran cumplido. Pero como cree que es su rancho, y quiere construir Santa Lucía (aunque sólo se le hayan asignado en el presupuesto del año entrante 5 mil millones de pesos), se agarra de la seguridad nacional -como si fuera un gobierno de derecha, igual hace Trump para construir el muro- para tratar de darle la vuelta a la falta de estudios técnicos y aprobaciones necesarios para el proyecto.
La justicia ya ha negado algunos de los amparos que frenan su construcción, con el argumento de que si no se realiza, la seguridad nacional estaría comprometida. Aún faltan por resolverse más de 140 amparos.
Están de moda los líderes convencidos de gobernar a sus países como si fueran suyos. Se justifican con la idea de que así lo manifestó una mayoría en una elección. Pero las democracias occidentales no son plebiscitarias. No empoderan a un líder para interpretar la voluntad popular. Las democracias occidentales parten del principio de que el gobernante sólo puede hacer lo explícitamente autorizado.
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, no podía suspender las actividades del Parlamento con un pretexto falso, y por eso el Tribunal Supremo declaró ilegal la suspensión. Trump no puede negociar con el presidente de Ucrania para que éste investigue al hijo de su principal adversario político y por ello la Cámara de Representantes le ha iniciado un juicio de destitución.
La oposición está fragmentada y eso le permite a AMLO hacer casi todo lo que quiere. Pero la sociedad civil está en su legítimo derecho de usar las leyes existentes para intentar que el Presidente cumpla la Constitución que juró respetar. No es un sabotaje. Sabotaje es bloquear Paseo de la Reforma.
Manejar un país como un rancho propio no sólo es ilegal, es no darse cuenta de que la complejidad de un país requiere operarlo con reglas y procedimientos que permitan tomar la mejor decisión. Las ocurrencias siempre son de alto costo.
Fuente.-@carloselizondom
El avión se está pagando a plazos. Todo indica que su venta no generará flujo al gobierno, sólo se dejarán de abonar pagos. Además, ha prometido ya cuatro veces esos recursos para distintos proyectos.
Lo más preocupante es que refleja cómo ve al gobierno: como si fuera su propiedad. Él lo decide todo. Cuál rubro merece un recorte, cuál un aumento. Qué obra hacer y dónde. Cancelar el aeropuerto en Texcoco fue su ocurrencia.
Como considera al país su rancho, ni siquiera se preocupó por argumentar bien las razones para cancelarlo. Tampoco ha sacado todos los permisos para ampliar Santa Lucía. Por eso ciudadanos organizados interpusieron una serie de amparos para evitar que se tire a la basura lo invertido en Texcoco. Lo peor es que administra mal sus propiedades: el aeropuerto en Texcoco le habría dejado mucho dinero al gobierno mexicano.
Un ranchero poderoso no tolera que un trabajador le diga qué se puede y qué no. Así parece que ve a los jueces: como empleados rebeldes. Como por lo pronto no los quiere correr ni ignorar sus sentencias (por ello quizá dijo este lunes "yo me he tenido que autolimitar mucho, ¡no saben cuánto!"), mejor busca una artimaña legal para que se haga su voluntad. Con ese fin, el gobierno optó por declarar el aeropuerto de Santa Lucía un asunto de seguridad nacional y así pretender que el Poder Judicial deseche los cientos de amparos interpuestos en contra de la ampliación de dicho aeropuerto.
El alegato es absurdo. Hoy, Santa Lucía cumple con las necesidades de seguridad nacional del país. Con Texcoco funcionando, también se hubieran cumplido. Pero como cree que es su rancho, y quiere construir Santa Lucía (aunque sólo se le hayan asignado en el presupuesto del año entrante 5 mil millones de pesos), se agarra de la seguridad nacional -como si fuera un gobierno de derecha, igual hace Trump para construir el muro- para tratar de darle la vuelta a la falta de estudios técnicos y aprobaciones necesarios para el proyecto.
La justicia ya ha negado algunos de los amparos que frenan su construcción, con el argumento de que si no se realiza, la seguridad nacional estaría comprometida. Aún faltan por resolverse más de 140 amparos.
Están de moda los líderes convencidos de gobernar a sus países como si fueran suyos. Se justifican con la idea de que así lo manifestó una mayoría en una elección. Pero las democracias occidentales no son plebiscitarias. No empoderan a un líder para interpretar la voluntad popular. Las democracias occidentales parten del principio de que el gobernante sólo puede hacer lo explícitamente autorizado.
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, no podía suspender las actividades del Parlamento con un pretexto falso, y por eso el Tribunal Supremo declaró ilegal la suspensión. Trump no puede negociar con el presidente de Ucrania para que éste investigue al hijo de su principal adversario político y por ello la Cámara de Representantes le ha iniciado un juicio de destitución.
La oposición está fragmentada y eso le permite a AMLO hacer casi todo lo que quiere. Pero la sociedad civil está en su legítimo derecho de usar las leyes existentes para intentar que el Presidente cumpla la Constitución que juró respetar. No es un sabotaje. Sabotaje es bloquear Paseo de la Reforma.
Manejar un país como un rancho propio no sólo es ilegal, es no darse cuenta de que la complejidad de un país requiere operarlo con reglas y procedimientos que permitan tomar la mejor decisión. Las ocurrencias siempre son de alto costo.
Fuente.-@carloselizondom
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